El jueves a la madrugada, cuando abrió el garaje de su casa, Eleonora Alais, dirigente de H.I.J.O.S. filial Mar del Plata, se encontró con dos hombres encapuchados y armados. Cuando el que parecía mayor le advirtió “vos sabés por qué estamos acá” se le ocurrieron un par de ideas. Todavía no sabe con cuál quedarse. Su única certeza es que no eran delincuentes cualunques. Seleccionaron papeles con cuidado y dejaron objetos de valor. A priori se interesaron por testimonios del Juicio por la Verdad, que la agrupación sube a la web para que lean quienes no pueden presenciar las audiencias. Más llamativo parece el interés por las fotos de los servicios de inteligencia que acostumbran infiltrarse entre los obreros del puerto marplatense y que la dirigente analizaba en esos días con sus compañeros del frente antirrepresivo.
Eleonora Alais tiene 32 años y es hija de Raúl Alais, desaparecido en la famosa Noche de las Corbatas del 13 de julio de 1977, cuando las patotas del Grupo de Artillería Antiaérea 601 secuestraron a un grupo de abogados y los llevaron al centro clandestino “La Cueva”. En 2001 la joven se plantó frente al ex jefe del GADA 601, coronel Carlos Alberto Barda. Le gritó asesino y le pegó un bofetazo. Barda acababa de negarse a declarar en el Juicio por la Verdad. “Es indignante saber que dio la orden para que maten a tu viejo y esté ahí como si nada”, explicó.
El miércoles, cuando salió de su casa, en Juana Manso al 1500 del barrio El Progreso, hacía 20 días que no pisaba la calle, para reponerse de una operación. “Al abrir el portón vi a dos personas con la cara cubierta. El primero entró, el segundo me tapó la boca. En la desesperación se me ocurrió simular que tenía asma y me ahogaba. Mientras me golpeaba la cabeza contra el portón yo tiraba manotazos y gritaba. Le dije que buscara el aparatito para el asma que tenía en la cartera. Cuando soltó el arma para agarrar la cartera salí corriendo por el portón y empecé a gritar a los vecinos”, relató.
–¡Rancho! ¡Rancho! –gritó el pibe, no más de 17 años, calculó.
“El segundo me dijo ‘no llames a nadie porque te vamos a venir a buscar’. Por la voz parecía mayor. Yo salí corriendo hacia el centro y ellos hacia el lado opuesto. Como creía que había alguien más no me animé a entrar. Llamé al 911 y dije que había gente armada en mi casa. Cuando entramos con la policía nos asombramos: estaba todo ordenado salvo el escritorio de mi habitación y una caja con papeles. De a poco nos fuimos dando cuenta de qué cosas faltaban. Objetos de valor material, sólo una filmadora y una cámara digital. Pero por la selección de papeles que hicieron deduzco que estaban desde hacía un buen rato”, agregó.
La lista de documentos robados incluye testimonios del Juicio por la Verdad, surgidos de audiencias públicas y que la propia Alais se encarga de subir al sitio http://hi josmardelplata.blogspot.com; los documentos sobre su padre registrados por la ex Dirección de Inteligencia de la policía de la provincia de Buenos Aires, y películas en DVD sobre la dictadura. “También portarretratos con fotos de los padres de mis compañeros de H.I.J.O.S. y, lo que más me duele, la medalla que el Colegio de Abogados me entregó, como homenaje a mi padre, cuando se cumplieron 30 años del secuestro”.
Pero los incursores no sólo tenían inquietudes por el pasado de la dirigente. “También se llevaron las fotos de todos los servicios de inteligencia que se infiltran en las marchas por el conflicto de las fileteras, material que estábamos trabajando con la colaboración del frente antirrepresivo de los compañeros del puerto”, agregó.
A la tarde un superior de la comisaría 3ª le hizo preguntas durante una hora y media. Le aclaró que era del interior, recién llegado a la ciudad, y que desconocía el caso de su padre. Se disculpó por su ignorancia y se puso a disposición. “El problema es que los de la comisaría 3ª son los mismos que intervienen en el conflicto del puerto y los conocemos: nos persiguen en todas las marchas de las fábricas del barrio”, explicó.
Para compensar tanta pálida celebró que “me llamaron de todos los partidos políticos, de todas las organizaciones, hasta de sociedades de fomento para solidarizarse”. También de las secretarías de Derechos Humanos de provincia y Nación, donde le ofrecieron protección. “Pero acá la protección de testigos muy bien no funciona. Los mismos prefectos que en teoría cuidan testigos después se sacan el uniforme para infiltrarse entre los portuarios”, enfatizó. La denuncia de Alais, realizada ante el fiscal federal Daniel Adler, quedó radicada en Juzgado Federal 2. “Más allá del susto tengo una bronca bárbara porque la medalla de mi viejo era lo único que me quedaba”, lamentó.
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