Mientras otros dos oficiales retirados de la Armada deberán prestar declaración indagatoria sobre la masacre de Trelew y su posterior encubrimiento, dos oficiales en actividad deberán dar explicaciones acerca de la relación de la fuerza que conduce el almirante Jorge Godoy con los imputados en la causa, sobre todo con el teniente empresario prófugo Roberto Bravo, a quien Interpol ya está buscando en Estados Unidos. Cuando se concrete su detención, el contraalmirante (R) Horacio Mayorga se explayará ante el juez Hugo Sastre sobre la orden de trasladar a los guerrilleros que habían entregado sus armas a la base Almirante Zar –que envió desde Puerto Belgrano el 15 de agosto de 1972– y sobre la frase que pronunció como comandante de la Aviación Naval después del fusilamiento: “Se hizo lo que se tenía que hacer”. El capitán de navío (R) Jorge Enrique Bautista en principio no será detenido. Pero deberá explicar quiénes supieron del simulacro de instrucción a su cargo, elaborado para respaldar el cuento del intento de fuga, el tiroteo y las muertes inevitables.
El suboficial Carlos Marandino contó que en octubre fue citado al Edificio Libertad. Lo recibieron el capitán de fragata Angel Vázquez, de la Secretaría General Naval, y el capitán de navío Juan Martín Poggi, subsecretario de Relaciones Institucionales. Le informaron que se había reabierto la causa y podía llegar a ser citado, le entregaron sus tarjetas y prometieron “tenerlo al tanto”. Página/12 pudo saber que Poggi tiene a su cargo una dependencia que los marinos llaman “grupo de contención” para asesorar a camaradas imputados por crímenes de lesa humanidad. Ante la consulta, Poggi prefirió no hablar. “Podría cometer una falta disciplinaria”, explicó. Vázquez ya pasó a retiro. El juez Sastre los citó como testigos, para saber si fue un servicio personal o institucional y qué relación tienen con los imputados, sobre todo con Bravo.
Como comandante de la Aviación Naval, el entonces capitán de navío Mayorga era en 1972 responsable de la base Zar. El juez lo indagará sobre su rol en las privaciones de la libertad y sobre el antológico discurso que pronunció el 5 de septiembre de 1972. “La Armada no asesina. No lo hizo, no lo hará nunca. Se hizo lo que se tenía que hacer. No hay que disculparse porque no hay culpa. No caben los complejos que otros tratan de crear. La muerte de seres humanos es siempre una desgracia. Estos muertos valen menos, en el orden humano, que el guardiacárcel Valenzuela (murió durante la fuga del 15 de agosto) y que los humildes argentinos del orden público muertos en servicio.” Bautista, de 81 años, internado en el Hospital Naval por problemas cardíacos, tuvo a su cargo el sumario para respaldar la versión oficial. Si su salud le impide trasladarse a Rawson, el juez viajará a Buenos Aires para escucharlo. Con la detención de Mayorga y si antes no cae Bravo, puede convertirse en el sexto preso de la causa.
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