La Brigada de Investigaciones fue el centro clandestino de detención paradigmático del Chaco. Allí se torturaba desde antes del golpe de Estado. Desde hace unos meses, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) viene trabajando con la Justicia en ese centro, donde –según se conoció ayer– encontraron una picana que permanecía en el sótano, como un souvenir de la represión ilegal. El conjuez Juan Antonio Piñero, quien instruye la causa por las torturas a detenidos desaparecidos en 1975 –conocida como “causa Caballero”–, ordenó que se desagotara uno de los sótanos de la Brigada, que permanecía inundado, y además abrir un segundo sótano que estaba sellado con escombros, sobre los que se puso un contrapiso y se construyeron oficinas. Esa modificación se hizo antes de que ocupara el edificio en el centro de Resistencia la Administración Provincial de Agua. El lugar luego fue desalojado y transformado en un Espacio para la Memoria. En el segundo sótano del lugar, tras remover los escombros, los peritos encontraron una picana eléctrica portátil y un caño oxidado de lo que habría sido un rifle Winchester. Ese sótano estaba justo debajo de la oficina del represor Carlos Thomas, quien era la cabeza del centro clandestino de detención y uno de los más recordados por los testimonios de los sobrevivientes. Entre ellos, Julio Aranda recordó que sobre ese sótano, donde fue torturado, Thomas lo “recibió con una especie de Chicote y un revólver (una Magnum o una 45)”.
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