Rastros de sangre humana hallados en paredes de una sala de torturas de La Perla podrían ser contrastados con el ADN de familiares de víctimas que pasaron por el centro clandestino. El dato fue anunciado al Tribunal por los querellantes. También aportaron un documento de la policía de Córdoba donde consta que los vecinos de la esquina del fusilamiento informaron que habían sido llevados “por personal militar”.
Orosz explicó que en el marco de la causa “Averiguación de enterramientos clandestinos” se había recibido un informe de peritos del Museo de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba según el cual había rastros de sangre en una oficina pegada a “La Cuadra”, donde abandonaban a los secuestrados. Existían “muestras suficientes para hacer una identificación”, dijo, y pidió que se citara a declarar al autor.
El libro de guardias de la seccional 11 fue hallado por el Archivo Provincial por la Memoria. Allí consta que la madrugada del fusilamiento los policías encontraron un Torino celeste, vacío, con impactos de armas. Por vecinos supieron que “personal militar había trasladado a cuatro personas heridas”. Hilda Palacios, Humberto Brandalisis, Carlos Laja y Raúl Cardozo fueron enterrados como NN en el cementerio de San Vicente.
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