“Siento la nostalgia de pensar que pasaron 32 años y muchas de las mujeres de los obreros navales están muertas. Otras fueron torturadas y no pueden venir porque nunca se recuperaron psicológicamente. Algunas incluso no pudieron tener hijos con sus compañeros”, recordó ayer, entre lágrimas, Rufina Gastón. Es la mujer de Aldo Omar Ramírez, uno de los trece desaparecidos del astillero Astarsa, visto en cautiverio en Campo de Mayo. “Empezó a militar a los 14 años. A los 18 fue con los ‘cóndores’ a Malvinas. A los 22 empezó a militar en la JTP. Yo hacía trabajo social con otras mujeres de delegados en Rincón de Milberg, en Tigre, donde estaba el astillero Mastrina. En noviembre de 1975 lo secuestraron la primera vez”, recordó. “Aquí en Munro empezó a militar en la JP y aquí lo levantaron sus secuestradores. Estar hoy en este juicio es como empezar a cerrar el ciclo de memoria, verdad y justicia. Y es al mismo tiempo muy loco tener enfrente a estos tipos, ver la edad que tienen y saber que pronto se van a morir”, reflexionó.
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