Desde Nueva York
Joseph Blatter, presidente de la FIFA desde 1998, se lo agradecerá. También el vice, el argentino Julio Grondona. Cristina Kirchner dijo ayer en su discurso en la ONU que “la FIFA tuvo más éxito en organizar los mundiales de fútbol que el Fondo Monetario Internacional en organizar la economía internacional en los últimos 20 años”. Cristina habló antes de volver al Mandarin Hotel de Columbus Circle, contiguo al Central Park, donde a la tarde protestó un grupo de caceroleros argentinos.
La Presidenta respondió a declaraciones formuladas por Christine Lagarde, la francesa de formación norteamericana que dirige el Fondo Monetario Internacional, quien dijo que la Argentina merecía “tarjeta roja” por la calidad de sus estadísticas.
“Mi país no es un cuadro de fútbol”, dijo Cristina. “Y la crisis internacional no es un partido de fútbol sino la peor crisis desde 1930.” Y siguió: “El rol del presidente de la FIFA ha sido bastante más satisfactorio que el rol de la cabeza del Fondo Monetario Internacional”.
El párrafo arrancó aplausos, un hecho inusual en las asambleas generales de la ONU.
Si fue un elogio en sí mismo a la FIFA, no sólo Grondona deberá agradecer la mención a la Federación Internacional del Fútbol Asociado. En la foja de servicios de Blatter figura incluso que fue sospechado de cometer sobornos. No es la única figura controvertida. Marco Aurelio García, consejero internacional de Lula durante ocho años y con el mismo cargo junto a la presidenta brasileña Dilma Rousseff, dijo que el secretario general de la FIFA Jerome Valcke es un “canalla”. Valcke había expresado dudas sobre la capacidad brasileña de organizar eficazmente el próximo mundial de 2014. La FIFA debió pedir explicaciones al gobierno de Rousseff.
Si el de la Presidenta no fue un elogio absoluto a la FIFA, cualquiera podría tomarlo también, en este sentido: el Fondo se manejó tan mal que hasta es peor que la FIFA.
Cristina recordó que cuatro años atrás, en 2008, habló en la Asamblea General justo cuando se desataba la crisis financiera y caía Lehman Brothers. La Asamblea siempre se realiza en septiembre. En ese mes fue el comienzo de la catástrofe. Cuando la Presidenta, ese mismo año, visitó la sede de Nasdaq en Times Square, los carteles de alta definición por la cantidad de luces led que hoy muestran en lo alto a la agencia china Xinhua revelaban on line la caída de las acciones de las empresas de tecnología más importantes del mundo.
“Al principio parecía una crisis producida solo por las hipotecas de los pobres, por las subprime, pero la crisis de estos últimos años descorrió el velo”, dijo Cristina. “La causante de la crisis global fue la administración financiera de capitales sin ningún tipo de control.”
Razonó que “la crisis de la Eurozona no es más que la crisis de la deuda soberana, cuando los países ya tenían una deuda de porcentajes mayores al 100 por ciento del Producto Bruto Interno y las familias no podían pagar sus deudas”.
En una mención de un hecho actual, puso atención sobre “la represión contra los indignados que reclaman contra las recetas ortodoxas de ajuste”.
Aclaró que no hablaba en esos términos para dar clase sino solo para contar experiencias. “En la Argentina fuimos el conejillo de Indias de las políticas de los ’90 que implosionaron en 2001 cuando se produjo el default porque la Argentina debía el 160 por ciento de su Producto Bruto”, dijo.
Siguiendo la norma según la cual no hay mejor defensa que un buen ataque, evitó darle un toque angelical al Instituto Nacional de Estadística y Censos y se preguntó “por las estadísticas de España, de Grecia, de Portugal, de Italia, que permitieron contraer esos niveles de deuda”. Fue el prólogo para introducir uno de los temas en boga en el mundo actualmente: “¿Cuáles son los controles? ¿Por qué controlan a unos y a otros no?”.
En ese momento apareció la cita del primer discurso de Néstor Kirchner en la Asamblea General, en 2003, cuando dijo que “los muertos no pagan sus deudas”.
“La Argentina reestructuró su deuda y viene pagando rigurosamente los vencimientos”, afirmó. Citó al economista argentino Bernardo Kliksberg, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, según quien en frase presidencial la Argentina “despliega las políticas sociales más importantes de América latina”.
Pidió regular “los grandes movimientos de capitales”, detrás de los que se esconden “formidables transferencias de ingresos”. En esta línea de razonamiento “los únicos perjudicados son millones de personas que pierden esperanza y trabajo”.
“Aspiro a que no pierdan la paciencia, porque cuando además del trabajo la gente pierde la paciencia sobrevienen crisis políticas e institucionales como la que vivimos nosotros en el 2001”, dijo.
Una de las fotos de la España de los últimos días es un cartel que pone, como en la Argentina de hace 11 años, “Que se vayan todos”.
“Querer solucionar los problemas del mundo con las recetas que los provocaron es absurdo”, dijo la Presidenta. Y en probable alusión a las críticas internas señaló que “tenemos que hacer ingentes esfuerzos de acumulación de reservas y diseñar políticas para que no nos transfieran desde países centrales consecuencias de la crisis que atentan contra nuestras economías”.
“Los emergentes debemos estar soportando que nos denuncien como proteccionistas cuando sufrimos el proteccionismo en detrimento de nuestras economías y de la inclusión de millones de ciudadanos”, dijo sobre la guerra comercial y cambiaria de los últimos años.
En otra vuelta de tuerca sobre la presidencia de Kirchner, lanzó la hipótesis de que “para algunos somos un mal ejemplo, porque cuando reestructuramos la deuda sostuvimos que quien tomó el riesgo de poner dólares con una tasa del 15 o 16 cuando se pagaba el 2 por ciento tenía grandes riesgos de que una institución financiera no le devolviera su dinero, y entonces dijimos que si habían arriesgado debían compartir parte de ese riesgo”.
De todos modos, “la Argentina pagó más que la Enron a los accionistas”. En cifras de la Presidenta, de cada 100 dólares la petrolera que quebró en 2001 pagó uno, “y nosotros de cada 100 pagamos 20 o más”.
Para Cristina, que para decirlo se colocó en “militante política”, “el temor más grande es que millones dejen de creer que un sistema democrático puede darles las soluciones”. En su opinión, “los más terribles totalitarismos fueron precedidos por severas crisis económicas que crearon oídos propicios prometiendo cosas que es imposible cumplir”.
Se quejó de que “la crisis de los países desarrollados comienza a trasladarse a los países emergentes que no produjimos la crisis”.
A las seis y media de la tarde, un grupo de argentinos se congregó en Columbus Circle con carteles que decían, en inglés, “No queremos otra Venezuela” o, como en una lista, “No queremos: corrupción, mentiras, adoctrinamiento, inseguridad y reforma constitucional” (ver página 4).
La Presidenta viajará hoy al mediodía a Washington, donde dejará inaugurada la Cátedra Argentina en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Georgetown University, que dirige el historiador Erick Langer. Mañana será el turno de Harvard.
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