El 8 de marzo comenzó el nuevo año escolar que pone en funcionamiento la escuela secundaria obligatoria de seis años de duración, en la provincia de Buenos Aires. El ciclo final de tres años es modalizado y, entre otras opciones, existe la de Comunicación, que otorgará el título de bachiller en esa especialidad.
Según el documento preliminar puesto en circulación por la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires en los últimos días de diciembre del 2009, la modalidad propone “superar la identificación de la comunicación con la tecnología y comprender que el fenómeno comunicacional está esencialmente planteado en base a la existencia de un otro”. (1)
Precisamente, subraya el enfoque de las prácticas comunicacionales como constitutivas de la trama social desde una perspectiva multidisciplinaria, latinoamericanista y superadora del modelo mediocéntrico. El campo comunicacional es definido como el del abordaje de los fenómenos de construcción de sentidos que se producen en relación con ciertos discursos y prácticas socioculturales insertos en contextos específicos donde se “libran las batallas” por la definición social de los significados.
El texto sugiere, además, la metodología de estudio de casos y la organización de desarrollos pedagógicos “no lineales” que “den cuenta de las prácticas del zapping, la multimedialidad y la hipertextualidad desde la cual operan con la información los adolescentes en su vida cotidiana.
Por otro lado, describe a los destinatarios de la educación como sujetos que se desenvuelven en un paradigma cultural diferente impregnados por su identidad de nativos digitales.
La propuesta curricular aspira a que los egresados sean capaces de complejizar conocimientos teóricos y conceptuales que les permitan comprender fenómenos de comunicación, producir, escuchar, escribir y leer textos en los nuevos lenguajes de la comunicación, desarrollar campañas comunicacionales con fines comunitarios, analizar críticamente la significación social y política de las prácticas comunicacionales propias y ajenas, utilizar adecuadamente las tecnologías de la información y la comunicación, además de valorar la importancia del trabajo articulado y solidario con y a través del Estado, las organizaciones de la sociedad civil y las entidades privadas.
Los contenidos pedagógicos se desagregan en materias. En primer año: Psicología e Introducción a la Comunicación. En segundo: Comunicación y culturas del consumo; Observatorio de comunicación, cultura y sociedad, y Observatorio de medios. En tercero: Comunicación y transformaciones culturales del siglo XXI; Taller de comunicación institucional y comunitaria, y Taller de producción en lenguajes.
Muchos son los interrogantes: ¿cómo se resolverá la práctica de las tecnologías de información y comunicación (TICs) en las escuelas públicas con sus salas de computación desmanteladas y sin docentes contratados al efecto? (Por el momento es una esperanza el proyecto del Ejecutivo nacional que entregaría una netbook a cada alumno de escuela de gestión estatal.) ¿Y en las privadas, donde en el cursado de materias de comunicación se trabaja en aulas sin computadoras porque están ocupadas con el dictado de informática? ¿Cómo coordinará un observatorio de medios quien al recibirlo como materia a dictar tiene que preguntar “qué es un observatorio”? ¿Qué editoriales avanzarán en la producción de los libros o materiales digitales para el uso áulico en las condiciones de mercado actual? ¿Cuánto se sabe científicamente de los modos de producción de sentidos y las prácticas comunicacionales adolescentes? ¿Qué presupuesto y modalidades insumirá la indispensable capacitación docente? ¿Cuánto de lo propuesto por los pioneros comunicadores populares de América latina será tomado en cuenta como metodología de trabajo escolar? ¿Cuántos académicos se permitirán acercarse desde sus cátedras a aportar saber, inteligencia y práctica? ¿Qué estará dispuesto a aprender el alumno de quince años que el primer día de clases me respondió a la pregunta “¿por qué elegiste comunicación?” con un simpático “porque me dijeron que era la más fácil”?
Desde 1992, diversas iniciativas oficiales han incorporado la enseñanza de la comunicación a la escuela media. La posibilidad de que ésta no sea una más dependerá de muchas variables, pero como en muchos otros órdenes de la realidad nacional ocupa un lugar central un desafío de planificación, el de minimizar el vacío comunicacional que se produce entre los diseñadores y los destinatarios de las políticas de Estado.
* Docente, comunicadora. Directora de la organización civil El Piojo.
(1) Wolton, Dominique. Pensar la comunicación. Prometeo, Buenos Aires, 2007, pág. 10. Citado en el Documento preliminar de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, correspondiente al Expediente Nº 5801-4.863.914/09
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