Por Gloria Guerrero
Y ahora por qué. Y cómo. Todos hablan ahogados.
Y vivimos remando contracorriente los tontos, los locos lindos, y a los que nadan contracorriente el río los lleva igual –se sabe–; igual los arrastra. Pero a los otros, a los que reman fácil y a favor de la corriente, a los que creen que no están siendo arrastrados, el río también los arrastra.
Pero Luis no rema.
Luis es el río.
Toda el agua está detrás de él, y delante de él.
Cuando alguien ha llorado mucho y demasiado, suele decirse que “ya no quedan lágrimas”.
No quedan lágrimas ahora, pero queda todo un río.
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