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Sociedad|Miércoles, 19 de agosto de 2009
Un grupo de mujeres lesbianas que fueron echadas en Colón

Las termas que discriminan

Las chicas iban en short y el corpiño de la bikini. Algunas, tomadas de la mano; otras con algún que otro beso. Intentaban pasar un día en las termas municipales, pero no pudieron. Les negaron la entrada y todo terminó en una denuncia en el Inadi.

Por Emilio Ruchansky
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El cariño entre dos mujeres, no apto en las termas.

Las chicas querían conocer las termas de la ciudad de Colón, en Entre Ríos. No era la primera vez que viajaban en grupo (eran 23), pero siempre lo hacían en los límites de la provincia de Buenos Aires. Y fueron el fin de semana largo pasado, ilusionadas, llevando su ropa de playa en pleno invierno. Pasaron el sábado a la vera del río porque el sol lo permitía, al otro día enfilaron para las termas porque hacía frío y llovía. Lo que se dice un plan perfecto, salvo por un pequeño detalle: no las dejaron entrar. “Nos dijeron que era por cómo estábamos vestidas, la mayoría de la chicas tenían bermudas y la parte de arriba del bikini”, comentó la coordinadora del viaje, Claudia Castro. “Esa fue la excusa”, aseguró a este diario, para discriminarlas por ser lesbianas y, sobre todo, “por no caretear delante de la gente.”

Según relató Castro, en medio de la discusión en la entrada uno de los encargados de la termas, un complejo que depende la Municipalidad, les aseguró que “esa vestimenta no se corresponde con la de una mujer” y otro, sin rodeos, dijo que “eran mujeres vestidas de varón”. Sólo podían entrar si tenían malla entera o bikini. Sin embargo, la coordinadora aseguró que el motivo del rechazo fue que muchas de las 23 chicas que viajaron son parejas y mientras hacían la cola iban de la mano, se hacían mimos o se besaban. “Y se pusieron supernerviosos en las entrada –agregó–. Hasta ese momento no habíamos tenido problemas ni en el camping de Piedras Coloradas ni en los restoranes a los que fuimos.”

Ese mismo domingo llamaron a Cristina Ponce, representante local del Instituto contra la Discriminación (Inadi), y parte del grupo se trasladó hasta la oficina de turismo para protestar. Allí fueron recibidas por tres chicas que no sabían qué hacer. Les ofrecieron el libro de quejas y les pasaron el contacto de su jefe, el director de turismo de Colón, Hugo Guisolfi. “A él le parecía perfecto, nos dijo que las mujeres tenían que estar vestidas de mujeres y que no iba a permitir que gente travestida ingresara a la termas”, contó Castro, presidenta de Las Fulanas, un grupo activista por la diversidad sexual. Consultado por Página/12, Guisolfi esgrimió que “hay un reglamento” de las termas, “no es que no las dejaron entrar porque son lesbianas”.

“En las termas hay un cartel que dice que las mujeres tienen que entrar con bikini o malla entera y otro que dice que los hombres con short de baño. Ellas iban con bermudas hasta las rodillas, yo no las vi, pero es lo que me dijeron en las termas”, dijo el funcionario. Castro pidió el reglamento y se lo leyó de punta a punta: “Lo único que dice es que hay que ingresar con traje de baño, nosotras en las termas les mostramos la etiqueta que decía que eran trajes de baño”.

Mientras discutían en la oficina de turismo, a la coordinadora le sonó el celular. “Era la representante del Inadi, decía que podíamos volver que estaba todo bien. Y que nos fuéramos de ahí porque las chicas que atendían estaban diciendo que las habíamos secuestrado, que estábamos obstruyendo su trabajo. Fuimos y recibimos la misma respuesta, que no podíamos entrar al agua así vestidas. Y algo más: que no cumplíamos con las normas lógicas de moralidad”, recordó Castro. Las chicas se fueron a dormir al camping, pero no se rindieron. Volvieron al otro día.

Luego de pelear un rato en la entrada, lograron entrar al complejo. Allí, además de ellas, había otras 70 personas en las piletas. “No pudimos estar ni media hora –contó Castro–. La excusa era la misma, que no podíamos estar vestidas así, con bermudas. Vino un encargado y nos pidió que nos fuéramos, que nos devolvían la plata. Había unos empleados que trabajaban ahí, que eran gays y nos pedían que hagamos algo, que esto se tenía que acabar, que ellos no podían hacer nada.” Al volver, gestionaron una denuncia en el Inadi y otra por daños y perjuicios contra el municipio.

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