¿Qué tienen en común el rey del reggaetón Daddy Yankee y Cacho Castaña? Uno y otro, en alguna de sus canciones, se vanaglorian de golpear a las mujeres. ¿Si en lugar de una mujer el blanco de sus bofetadas fueran personas judías o negras, entonarían sus letras con la misma impunidad? Activistas feministas han empezado a denunciar, artesanalmente, en redes sociales al cantautor bahiense Zambayonny –para algunos un artista de culto–, por hacer apología del machismo como base de su obra y denigrar a las mujeres. La idea, aclaran, no es llevar adelante una “campaña en contra de”, sino visibilizar cómo la cultura reproduce formas de discriminación hacia las mujeres y naturaliza una supuesta subordinación en relación con los varones. ¿Cuáles son los límites del arte? ¿Se deben aplicar sanciones a quienes promueven –a través de expresiones artísticas– violencia simbólica hacia las mujeres, en un contexto en el que los femicidios son un gravísimo problema social? Una profesora de Derecho Constitucional, una jurista, una filósofa y el interventor del Inadi polemizan sobre el tema.
“En numerosas oportunidades vemos en los medios de comunicación expresiones que refieren, e incluso incitan o exaltan, a la violencia contra la mujer, llegando a enaltecerse el femicidio. Incluso se encuentran presentes en expresiones musicales de distinto tipo y naturaleza”, señala la profesora de Derecho Constitucional María Sofía Sogués. En el último Encuentro Nacional de la Asociación de Mujeres Jueces de Argentina (AMJA), que se hizo en Santiago del Estero, Sagués expuso sobre las tensiones jurídicas entre la libertad de expresión y la protección frente a ese tipo de manifestaciones de odio contra la mujer, que incitan o promueven la violencia a través de canciones (ver aparte). Pueden encontrarse numerosos ejemplos en letras del rock, de tangos, de reggaetón, de cumbia, música pop, romántica.
“I used to love her/ But I had to kill her (Yo solía amarla/Pero tuve que matarla)”, se escuchaba por la radio a Axl Rose, líder de la banda estadounidense Guns N’ Roses a fines de los ’80 y principios de los ’90. El cantante ha dicho que la temática de la canción –un hombre que decide enterrar a una mujer en su patio trasero– es simplemente una humorada. La pregunta surge rápidamente: ¿cuánto espacio para el humor permite esa temática?
El portorriqueño Daddy Yankee, rey del reggaetón, es un maestro a la hora de escribir canciones que pregonan la violencia hacia las mujeres. En Latigazo, el coro dice: “¡Castígala!, dale un latigazo/ Ella se está buscando el fuetazo/ Castígala, dale un latigazo/ En la pista te voy a dar yo pal’ de azotazos y palmetazos...”.
Una de las canciones de Cacho Castaña dice: “Si te agarro con otro te mato, te doy una paliza y después me escapo”.
Dentro de la canción romántica, “pueden encontrarse varios ejemplos apunta Sagués en el caso del mexicano Alejandro Fernández, quien lleva vendidos más de 30 millones de álbumes en el mundo. En Mátala”, El Potrillo de México –como se lo conoce– entona melosamente: “Si quieres disfrutar de sus placeres/ consíguete una pistola si es que quieres,/o cómprate una daga si prefieres/ y vuélvete asesino de mujeres...”.
Sagués recuerda además que en el tango Amablemente, de Edmundo Rivero, se perfila, con marcada violencia contra la mujer, una situación de femicidio:
La encontró en el bulín y en otros brazos...
Sin embargo, canchero y sin cabrearse,
le dijo al gavilán: “Puede rajarse;
el hombre no es culpable en estos casos”.
Y al encontrase solo con
la mina,
pidió las zapatillas y ya listo,
le dijo cual si nada hubiera visto:
“Cebame un par de mates, Catalina”.
La mina, jaboneada, le
hizo caso
y el varón, saboreándose un buen faso,
la siguió chamuyando de pavadas...
Y luego, besuqueándole la frente,
con gran tranquilidad, amablemente,
le fajó treinta y cuatro puñaladas.
Cantarle al machismo
Los ejemplos pululan. Sólo basta aguzar el oído. El punto es qué registro tienen finalmente quienes bailan y cantan al son de esos ritmos cargados de violencia hacia las mujeres. Lucía Schiariti es integrante del equipo del Programa de alumnas madres y padres del gobierno porteño. Trabaja con adolescentes de la zona sur de la ciudad en talleres, donde aborda, entre otros temas, la violencia en los noviazgos. Uno de los insumos, disparadores para abordar la problemática, son justamente las canciones del rey del reggaetón, el portorriqueño Daddy Yankee, y también de Shakira, en las que aparecen reflejadas relaciones donde “el otro se cree tu dueño y es todo”. “Tratamos de reflexionar que son contextos que pueden favorecer los vínculos violentos. Lo que sucede es que las pibas, en general, no tienen identificadas las letras de Daddy Yankee como violentas. Es común que las canten, pero sin estar pensando en lo que dicen”, contó Schiariti a Página/12.
Zambayonny, un personaje que nació en Televisión Abierta (se transmitía por el canal de cable MuchMusic), se ha hecho conocido por su humor escatológico, guarango, a través de YouTube. El último año estuvo nominado a los Premios Carlos Gardel como Mejor Album Artista Canción Testimonial y de Autor, por su disco Búfalo de agua. El cantautor “tiene una especie de partido con sus seguidores/as. Se llama ‘Sindicato del Pedazo’, que ensalza la ‘verga’ como ‘material de trabajo’, como ‘arma’ y un sinfín más de sus misóginas ‘utilidades’”, cuenta a este diario una de las promotoras de la movida para llamar la atención sobre las canciones de este juglar, que prefiere el anonimato porque ha recibido ataques cibernéticos con agresiones escritas desde que se sumó a esta iniciativa.
“Es indudable que letras como las de la canción La incogible, del citado cantautor, desde su mismo título colocan a la mujer en el lugar de objeto sexual y denotan ‘violencia contra las mujeres’, en los términos de la Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los Ambitos en que Desarrollen sus Relaciones Interpersonales (Nº 26.485). Incluso se llega a decir en la canción que para tener sexo con una mujer ‘se probó con pagarle y no funcionó’”, dijo a Página/12 el titular del Inadi, Pedro Mouratian. “El arte es una forma de expresión y, como tal, está sujeta a límites. Un límite es precisamente el principio de no discriminación. Las expresiones discriminatorias, de índole artística o de cualquier otra índole, no están protegidas por el derecho a la libertad de expresión. No es de extrañar que muchas veces el público celebre este tipo de producciones, ya que la discriminación, antes que un acto ilícito, es una práctica social con fuerte arraigo cultural”, observó el funcionario.
–¿Qué tipo de medidas se pueden implementar para contrarrestar ese efecto? –le preguntó este diario.
–Es importante adoptar medidas de prevención: por ejemplo, realizando campañas de sensibilización social sobre la gravedad del fenómeno de la violencia contra las mujeres y el carácter imperioso que tiene su erradicación, tales como las que venimos realizando desde el Inadi en articulación con otros organismos del Estado, por ejemplo, el Ministerio de Educación de la Nación. Y como herramienta para llevarlas a cabo, el arte tiene un enorme potencial.
Mouratian recordó que hay una clara vinculación entre la violencia sexista y la discriminación basada en el género. En este sentido, añadió, es importante tener en cuenta que la violencia contra las mujeres ha sido considerada por el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer como una forma de discriminación que impide gravemente que las mujeres gocen de derechos y libertades en pie de igualdad con los hombres. “Entonces, esas letras también contravienen la normativa referida a la discriminación en general y a la discriminación contra las mujeres en particular”, puntualizó. Vale recordar que el artículo 5 de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación hacia la Mujer obliga a los Estados parte –la Argentina es uno de ellos– a “modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos”.
La movida para visibilizar el tinte misógino de algunas de las canciones de Zambayonny cuenta con el apoyo de Perla Prigoshin, coordinadora de la Comisión Nacional para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género, que depende del Ministerio de Justicia de la Nación; de la Red Provincial de Mujeres Libres de Violencia de Género y de la secretaria general de la Asociación Argentina de Mujeres de Carreras Jurídicas y de la Federación Internacional de Mujeres de Carreras Jurídicas, Norma Graciela Chiapparrone. “Desde luego muchas de sus canciones conciben a la mujer como objeto de consumo sexual, como mercancía, son procaces, y por lo menos para mí como feminista un compendio misógino”, resumió Chiapparrone. Para la abogada, lo que Zambayonny hace a través de algunas de sus canciones encuadraría como “tipo” en la violencia simbólica, y a través de la “forma”, como violencia mediática. Ambas, tanto el tipo como la forma, están previstos en la Ley 26.485.
“El tipo porque transmite un mensaje que reproduce y naturaliza una forma de subordinación, discriminación o desigualdad en relación con el hombre; y la forma porque humilla o cosifica a través de la difusión del discurso –en este caso las letras de las canciones– a las mujeres en los medios de comunicación”, analizó. La norma, sin embargo, no prevé sanciones. “Nosotras entendemos que a falta de una sanción específica, la denuncia pública de ciertas conductas hace que merezcan la condena social, el reproche, por eso actuamos de este modo. Así lo hicimos con un icono como Joan Manuel Serrat no hace mucho, quien en un recital con Sabina tuvo comentarios que consideramos agraviantes y discriminatorios hacia nosotras las mujeres. Y esa declaración en conjunto con otros grupos de la sociedad civil la dimos a conocer públicamente. Por otra parte, existe un principio del derecho que dice que todo aquel que causa un daño debe repararlo. En consecuencia, creemos que este señor debería dejar de reproducir esas canciones y asumir públicamente un compromiso de desenvolver su actividad de acuerdo con la ley”, consideró.
–¿Pero se pueden limitar las expresiones artísticas?–le preguntó Página/12.
–Los límites del “arte” están dados por la cultura de un pueblo, en el marco de la libertad y en el respeto a los derechos de las personas, en nuestro caso las mujeres. Si la ley dice que tales o cuales conductas son reprochables, ahí está el límite. Pero para resguardar los derechos de todos y todas es necesario dar una batalla cultural, y ése es parte del trabajo que tenemos principalmente las feministas. Argentina posee el marco jurídico adecuado para proteger en forma integral a las mujeres de todos los tipos de violencia, pero aún esa batalla cultural nos exige la denuncia constante ante hechos como el que comento.
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