Avia Terai es una localidad de cinco mil habitantes en el centro geográfico de Chaco. El casco urbano está, literalmente, rodeado de cultivos de soja y girasol que son fumigados entre diez y doce veces al año. Un estudio científico confirmó la denuncia de vecinos: el 31,3 por ciento de la población relevada declara haber tenido algún familiar con cáncer. Los muy altos índices de cáncer, y también de discapacidad, se repitieron en otras tres ciudades cercadas por campos transgénicos: Campo Largo, Napenay y La Leonesa. Así lo reveló un estudio interdisciplinario, realizado durante un año y auspiciado por el Ministerio de Salud de la Nación. La investigación vincula la causa de las enfermedades con el modelo agropecuario.
“Relación entre el uso de agroquímicos y el estado sanitario”, es el nombre de la investigación, de 68 carillas, que llevó 2051 encuestas en el territorio, utilizó datos oficiales y fue realizado por seis médicos, licenciados en enfermería y geógrafos.
En el ingreso a Avia Terai se ubica una semillera transgénica (Mandiyú) y una agroquímica (Ciagro), con campos experimentales. En la entrada al pueblo sobresale una pista de aviones fumigadores. También está presente la multinacional cerealera Bunge, con carga-descarga de camiones. En Avia Terai se entrevistó a 390 personas. El 31,3 por ciento de la población declaró haber tenido algún familiar con cáncer en los últimos diez años.
“En el Centro Integrador Comunitario (CIC) nos entregaron un censo realizado por las mismas mujeres del pueblo que solicitan una escuela para discapacitados. Incluye a los menores de 20 años de sólo la planta urbana, y contaron 101 niños y jóvenes con discapacidad”, señala el trabajo.
En la localidad de Campo Largo, el 10 por ciento de las mujeres y el 15 por ciento de los hombres manifestaron tener algún tipo de discapacidad. El 29,8 por ciento reconoció tener familiares con cáncer en los últimos diez años. En Napenay, el 20 por ciento de los hombres manifestó tener algún tipo de discapacidad, y el 38,9 por ciento señaló la existencia de algún familiar con cáncer. En La Leonesa, zona arrocera, el 27,4 por ciento de la población declaró tener familiares con cáncer.
“Las cuatro localidades que se han caracterizado como asentamientos en los que se desarrolla el modelo agroproductivo, empleando los paquetes tecnológicos que incluyen semillas transgénicas y empleo de agroquímicos, tienen respuestas por encima del 20 y hasta el 38 por ciento, mientras que las dos localidades caracterizadas como ganaderas arrojan valores muy bajos”, alerta la investigación.
Para su reporte epidemiológico, la investigación tomó como fuentes de información estudios de Dirección de Estadística Sanitarias del Ministerio de Salud de Chaco, el Registro de Tumores de Chaco, del Servicio de Neonatología del Hospital Perrando y del Hospital 4 de Junio, y las encuestas propias en el territorio. Y explicaron que priorizaron los casos de tumores y las malformaciones congénitas porque “se asocian a la exposición con agroquímicos”.
Los productos de mayor uso en la zona son endosulfan, clorpirifos, glifosato, paraquat, dimetoato, lambdaciaotrina, metamidofos, cipermetrina y carbendazim, entre otros.
El trabajo detalla bibliografía científica que advierte de malformaciones y cáncer en zonas con uso intensivo de agrotóxicos, recuerda que la aparición de malezas resistentes llevó a que “con el fin de sostener la productividad se aplican cantidades cada vez mayores de agroquímicos”, y recuerda que los más afectados son niños y mujeres embarazadas.
Alejandra Gómez, de la Red de Salud Popular Ramón Carrillo, trabaja junto a poblaciones fumigadas de Chaco y no duda: “Se sigue priorizando la ‘productividad’ y el rendimiento de los agronegocios sin tener en cuenta los costos sociales y ambientales, ni la salud y la vida. No se cumplen las leyes y el Estado sigue ausente en materia ambiental. Debe quedar claro que junto al avance de la frontera agrícola avanza el desmonte y las enfermedades en la población”.
La investigación cita estudios científicos y afirma las consecuencias del modelo: “Reducción de la fertilidad masculina, enfermedades neurológicas, reducción del crecimiento, anormalidades fetales, fatiga crónica en niños y mal de Parkinson. También está contribuyendo enormemente al incremento del índice de cáncer, ya que los residuos de pesticidas están entre las tres mayores causas de cáncer”.
En el capítulo final, los investigadores afirman que “se puede compatibilizar el desarrollo de los pueblos con la salud y la educación, preservando el territorio para generaciones futuras”, recuerda el fallo judicial que frenó fumigaciones en la localidad de La Leonesa, pero advierte que en muchas otras ciudades “la población aún sigue esperando y por ello creemos que se debe actuar de forma más rápida frente a situaciones en las que se vulnera la salud”. Destaca que en el país se han logrado “erradicar muchas enfermedades que durante años causaron muertes y postergaron”, y revela el porqué de la investigación: “No queremos quedar silenciosos frente a nuevas amenazas”.
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