Desmontes, destrucción de humedales, cambios en el uso del suelo y represas son algunos de factores que contribuyeron a la inundación que afecta al Litoral. Así lo afirmaron organizaciones sociales y ambientales que, además de a las abundantes lluvias, apuntaron a las responsabilidades de sectores empresarios y políticos, y al avance de la frontera agropecuaria. “Si no se toma en serio el proceso de cambio climático y si se continúa con la expansión de la frontera agrícola, los escenarios catastróficos serán aún más incontenibles”, alertó Jorge Daneri, de la ONG ambiental entrerriana M’Biguá.
“Entre Ríos está, en el corto y largo plazo, ante la posibilidad de una sucesión de catástrofes hídricas y climáticas irreparables”, alertó en agosto pasado Jorge Daneri, de la Fundación M’Biguá, Ciudadanía y Justicia Ambiental. Daneri enumeró trece factores que conducían a un desastre ambiental; uno de ellos: “Entre Ríos apostó en los últimos 20 años al modelo sojero y simplificador del uso de la tierra, devastador de la diversidad biológica, en montes y ríos, con un claro impacto hídrico”.
El 24 de diciembre, con la inundación ya desatada, Daneri señaló que lamentaba haber tenido razón. Cuestionaba que los gobiernos no hubieran escuchado las advertencias de organizaciones sociales, denunció que “la política siempre actúa en la emergencia, con el asistencialismo” y nunca apunta a las causas de la inundación.
Daneri, que hace más de veinte años investiga sobre los ríos del Litoral, precisó la confluencia de factores en la actual inundación: proyectos hidroeléctricos aguas arriba (Brasil) y la falta de protección a los humedales que actúan como reguladores de caudales. “Brasil ha destruido el río Paraná en su cuenca. Ahora el río Uruguay se encuentra en terapia intensiva con decenas de represas hidroeléctricas construidas, en construcción y planificadas”, alertó Daneri y afirmó que las represas “no sólo no regulan las crecientes, sino que las vuelven más catastróficas”. Llamó a la urgente puesta en funcionamiento de un comité de cuencas entre Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay.
Distintos sectores reconocen la influencia del fenómeno de El Niño, un patrón climático que implica cambios en la temperatura de las aguas en la parte central y oriental del Océano Pacífico tropical e impacta directamente en la distribución de las lluvias en las zonas tropicales. Las organizaciones socioambientales coinciden en ese factor, pero también puntualizan en las responsabilidades de sectores económicos y políticos.
Federico Kopta, biólogo y parte del Foro Ambiental de Córdoba, cuestionó que se apele a la “alternativa más fácil de echarles la culpa a las lluvias”. Apuntó al cambio de uso del suelo, por desmontes e implantación de cultivos, desde soja hasta pinos, como existe en el Litoral. “Esto cambia drásticamente la dinámica hídrica, generando una menor retención de agua y un incremento de la erosión”, afirmó.
Otro factor humano determinante es la ocupación de lugares inundables. “Si no existen obras de prevención, el agua volverá a buscar el lugar que le pertenece. Y si allí hay ciudades, volverán a ser inundadas”, advirtió Kopta.
Daneri, de la Fundación M’Biguá, apuntó a “negligencia, falta de medidas gubernamentales y carencia de obras” para enfrentar la situación. Puntualizó que en Entre Ríos no funciona el Consejo Regulador de Uso de Fuentes de Agua (Corufa), nunca se reglamentó la “Ley de Riesgo Hídrico y Línea de Ribera”, aprobada en 1996 y que aborda la gestión de cuencas de ríos, y el delta entrerriano (que es zona de humedales) fue invadido por explotaciones de soja, arroz y ganadería. Recordó que en 2004 un fallo judicial ordenó proteger los montes nativos (de similar manera que la Ley Nacional de Bosques). “El bosque nativo ha sido destruido con la complicidad activa de los gobiernos”, denunció.
Hernán Giardini, de Greenpeace Argentina, afirmó que la deforestación es una de las principales causas de las inundaciones. Recordó que, desde 2008, en Entre Ríos se desmontaron 85.000 hectáreas y también se arrasaron miles de hectáreas aguas arriba del río, en Brasil. “Los bosques son nuestra esponja natural y paraguas protector. Cuando perdemos bosques nos volvemos más vulnerables ante las intensas lluvias y corremos serios riesgos de inundaciones”, señaló Giardini.
Recordó que desde la sanción de la Ley de Bosques (2007) hasta fines de 2014 se deforestaron dos millones de hectáreas. “La situación actual de la Selva Paranaense o Selva Misionera, atravesada por los ríos Uruguay, Paraná e Iguazú, es realmente crítica, sólo queda un siete por ciento de la superficie original de bosques, mientras que en Paraguay y Brasil ha sido prácticamente destruida”, aseguró.
La ONG Guyra monitorea desde 2010 el estado de los bosques en el Gran Chaco Americano (Paraguay, Bolivia y Argentina, cuenca de los ríos Paraguay y Paraná). En cuatro años fue desmontado 1,6 millón de hectáreas. De ese total, 532.000 hectáreas corresponden a bosques de Argentina que fueron arrasados, equivalente a la superficie de 26 veces la Ciudad de Buenos Aires.
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