Y vendrán las hambrunas. Y en los parajes secos ni una planta crecerá. Y sobre los parajes húmedos avanzará la inundación. Y a todas las costas llegarán los huracanes. Y sufrirán más los pobres y los viejos, pero todos sufrirán. El tranquilo y definitivo estilo de la Biblia es adecuado para presentar el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Clima (IPCC) de la ONU, que ayer presentó el segundo capítulo del Apocalipsis que se anuncia para este siglo. Hasta el 30 por ciento de las especies vivientes podrían extinguirse a causa del calentamiento global. En América latina, se perdería gran parte de la selva amazónica. En Asia, el derretimiento de los glaciares del Himalaya desataría inundaciones catastróficas. En Norteamérica se agravarán los huracanes. El continente más afectado será, una vez más, Africa. Es que “los pobres serán los principales afectados, y esto incluye a las personas pobres de los países ricos”, según la titular del IPCC. En términos generales, las zonas húmedas estarán sujetas a la inundación, y en las zonas secas se agravará la sequía. En los veranos, las olas de calor afectarán especialmente a los ancianos. Estados Unidos y China procuraron censurar el informe: se disimularon cifras y se suprimió un párrafo según el cual Estados Unidos “enfrentará perturbaciones sustanciales de su sistema socioeconómico y cultural”.
Se trata del segundo de los cuatro informes que el IPCC prevé para este año. El primero, emitido en febrero, confirmaba sobre bases científicas que la temperatura está en aumento a nivel mundial y que, con un 90 por ciento de certeza, la causa reside en actividades humanas. El informe de ayer avanza sobre las consecuencias del calentamiento global.
“Los más pobres en el mundo, y esto incluye a la población pobre en sociedades prósperas, serán los principales afectados”, resumió Rajendra Pachauri, titular del IPCC. Según el informe, “entre el 20 y el 30 por ciento de las especies vivientes del planeta enfrentan riesgo de extinción, admitiendo un aumento de la temperatura global de 1,5 a 2,5 grados centígrados con respecto a 1990. El informe establece que el aumento de la temperatura global, con respecto a 1990, se halla entre los dos y los tres grados centígrados; la cifra real podría ser mayor, ya que estos documentos se aprueban por consenso, de modo que suele prevalecer el mínimo denominador común. En cuanto a las proyecciones, ya en febrero el IPCC estimó un ascenso de entre cuatro y 6,4 grados centígrados para 2100.
Entre las consecuencias globales previstas, se destacan: “Derretimiento de muchos glaciares y aumentos súbitos en los caudales de ríos alimentados por las nieves: los asentamientos en zonas montañosas están en riesgo”; “calentamiento de lagos y ríos en muchas regiones, con efectos en la calidad del agua”; “anticipación de los eventos primaverales, como la aparición de brotes en las plantas, las migraciones de pájaros y el desove”; “cambios en la extensión y las características de especies vegetales y animales en las regiones más altas o próximas a los polos”; “alteraciones en la cantidad y las características de algas, plancton y peces en los océanos de altas latitudes” (sur y norte); “alteraciones y anticipación en las migraciones de peces en los ríos”.
Se prevén también “efectos sobre la agricultura y las plantaciones forestales en las altas latitudes: por ejemplo, necesidad de adelantar las siembras y alteraciones debidas a incendios y pestes”. También se verán afectados “aspectos de la salud humana, como la mortalidad relacionada con las altas temperaturas estivales, que afecta especialmente a los ancianos”, junto con “el aumento de mosquitos y otros vectores de enfermedades infecciosas, y el incremento del polen causante de alergias”. En definitiva, “para mediados de esta centuria, el promedio anual del caudal de los ríos se incrementaría hasta el 40 por ciento en altas latitudes y áreas tropicales, a la vez que caería hasta el 30 por ciento en regiones secas de latitudes medias y los trópicos”.
El documento especifica las probables consecuencias del cambio climático para cada región: América latina perdería las selvas del este de la región amazónica, que se transformarían en sabanas antes de mediados de este siglo, lo cual implicaría la extinción de numerosas especies. Bajaría la disponibilidad de agua dulce en el subcontinente, a la vez que se incrementarían las inundaciones y las olas de calor. En contrapartida, durante las primeras décadas el aumento de la temperatura podría favorecer la producción de cereales como la soja.
En América del Norte, se esperan más huracanes, inundaciones y tormentas severas, con pérdidas humanas y “disrupciones sociales y económicas”. Las costas se verían afectadas por el ascenso del nivel del mar, aunque, en las primeras décadas, la producción agrícola aumentaría del 5 al 20 por ciento en determinadas regiones. Africa será el continente más afectado físicamente, además de ser el que está en peores condiciones para afrontar los costos del fenómeno –que podría requerir hasta el 10 por ciento del producto bruto de los países–: en 2020, más de 250 millones de africanos serían afectadas por la falta de agua y, en algunos países, la producción de alimentos podría caer hasta la mitad. En Asia, el derretimiento de los glaciares del Himalaya daría lugar a avalanchas e inundaciones masivas.
El documento se aprobó luego de una ardua sesión, que ocupó toda la noche del jueves al viernes, en la cual los representantes gubernamentales de Estados Unidos, China y Arabia Saudita plantearon diversas objeciones. Estados Unidos obtuvo la eliminación de un párrafo, según el cual Norteamérica “debería enfrentar graves daños económicos y perturbaciones sustanciales de su sistema socioeconómico y cultural”. También logró Estados Unidos que la mayoría de las cifras concretas se hayan suprimido, en el resumen presentado al mundo, aunque permanezcan en el trabajo completo, de 1400 páginas.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, al recibir el informe, advirtió que “los impactos del cambio climático son cada vez más evidentes”, por lo cual exigió “medidas de adaptación a gran escala” y “que los gobiernos tomen acciones sin retardo”. El documento será presentado en la cumbre de los países más industrializados (G-8), en junio.
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