La Asociación de Abogados Ambientalistas solicitó a la Corte Suprema la suspensión de la comercialización, venta y aplicación de glifosato y endosulfán en todo el territorio nacional. Fue en abril último y, de inmediato, las cámaras empresarias del sector (Casafe y Ciafa) reaccionaron con una campaña de desprestigio hacia las voces críticas y, al mismo tiempo, publicitaron las bondades de los agrotóxicos.
Aún hoy, en el sitio de Internet de Casafe, sobresale el apartado “Acerca de la seguridad de los fitosanitarios”. En doce páginas resalta “el perfil técnico de endosulfán basado en amplios estudios”. El primer argumento que utiliza es su antigüedad: resalta que se utiliza desde la década del ’50. “Muchos agricultores lo consideran una excelente herramienta de costo accesible”, publicita. Y luego rechaza todas las denuncias: no produce malformaciones ni cáncer, no produce problemas reproductivos ni dificultades hormonales. También desprestigia las investigaciones que lo asocian al autismo, asegura que el químico se degrada rápidamente y relativiza los riesgos ambientales. En ningún momento menciona que Europa prohibió su uso. “En conclusión, el uso apropiado redunda en riesgos aceptables para humanos y el medio ambiente. Cualquier argumento relacionado con el uso de endosulfán y sus efectos en la salud pública o seguridad ocupacional son infundados y no tienen sustento científico”, publicita la cámara empresaria.
El discurso de las cámaras empresarias va a contramano de la decisión de la agroquímica Bayer, compañía líder a nivel mundial y con presencia en 122 países.
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