El sudeste asiático es una de las regiones donde la crisis económica de 2008-2009 golpeó más fuerte, con un alto número de desempleados. A la vez, hay un alto número de trabajadores precarizados, sobre todo los migrantes, que perciben menores salarios que los trabajadores locales. El nivel de sindicalización de los operarios es muy bajo y en la mayoría de los casos los sindicatos están organizados por empresas –salvo en Corea del Sur, donde se han formado gremios por actividad–, lo que les da menor fuerza a la hora de defender sus derechos. Casi ninguno de estos sindicatos defiende a los cuentapropistas y a los inmigrantes.
Como muestra de la estrategias de las empresas ante la crisis, Doris Lee, coordinadora del Centro de Recursos Laborales, una ONG con sede en Hong Kong, relata el caso de la firma The Triumph, dedicada a la elaboración de lencería. Como la mayoría de las multinacionales, esta empresa de origen alemán y capitales suizos se radicó en Tailandia, donde elabora sus productos con costos notablemente bajos.
“Allí, el año pasado la empresa despidió a 2000 trabajadores, incluidos sus principales representantes sindicales, lo que dio pie a un prolongado conflicto”, relata Lee.
La empresa fundamentó la reducción de personal en la crisis y la disminución de las ventas. “Pero después de la intervención del gobierno decidió abrir una planta en otro lugar del mismo país, donde no había organización sindical, lo cual deja en claro la intención de desarmar la organización gremial”, agregó la dirigente de la ONG a Página/12.
Después de acampar durante meses frente al Ministerio de Trabajo, un grupo de despedidos resolvió conformar una cooperativa de trabajo con su propia marca. “Le pusieron Try arm, que tiene una fonética parecida a Triumph”, relató Lee.
En Tailandia se da un fenómeno similar al que se produce en Argentina con los inmigrantes bolivianos que llegan a trabajar en condiciones de precariedad. Allí, son los inmigrantes de la vecina Birmania los que llegan al país, aunque en calidad de refugiados.
Muchas fábricas cerraron desde que comenzó la crisis, en septiembre de 2008, y otras manifestaron una tendencia a bajar los costos despidiendo a trabajadores contratados o pasando los permanente a contratados. Otras empresas optaron por mudarse a países como Filipinas, donde los derechos laborales son menos controlados por el Estado.
Los datos se desprenden del informe elaborado por los representantes de la cooperativa La Alameda –los únicos latinoamericanos–, que participaron en marzo de 2009 en la conferencia organizada por el Centro de Recursos Laborales en Bangkok, en la que participaron sindicatos y ONG de la región. Allí se debatió sobre las consecuencias de la crisis, la situación del movimiento obrero asiático y las tácticas y estrategias para enfrentar la crisis.
Participaron delegaciones de 16 países asiáticos (Malasia, Indonesia, Filipinas, Camboya, Vietnam, Corea del Norte, Hong Kong, China, India, Tailandia, Nepal, Laos, Sri Lanka, Taiwán, Pakistán y Japón) y de la Argentina, cuyos representante relataron la experiencia de fábricas recuperadas y asambleas después de la crisis de 2001.
Los delegados coincidieron en que “desde 1995 se viene produciendo una caída del salario respecto del PBI, y en que los gobiernos se han ocupado más de la regulación de los mercados financieros que estallaron que del sistema laboral, donde cada vez hay más excluidos”, sintetizó Gustavo Vera, de la Alameda, participante en aquel encuentro.
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