El catalán Andrés Morte Terés se define como un agitador cultural, actividad que le abre camino en las ciudades del mundo, y entre éstas Mendoza, seleccionada por este autor, guionista y director para su documental Miradas al territorio (36 documentales en doce ciudades del mundo). Sus amigos argentinos le facilitaron la inserción –cuenta–. Uno de ellos es el director Esteban Mihalik, a quien conoció en Barcelona y con quien ha codirigido obras en Europa, entre otras Bastardas, sobre textos de la poeta y novelista estadounidense Sylvia Plath, estrenada ahora en Uniclub (ex Babilonia), en Guardia Vieja 3660. Este espectáculo –visto ya en Mendoza junto a 5 & Collage con artistas locales– trae a Morte por pocos días a Buenos Aires, donde en 1987 se presentó integrando La Fura dels Baus. Al igual que Mihalik –también actor, pero no en este montaje–, apunta a un teatro que incorpora el audiovisual.
“Los dos tenemos cultura cinematográfica. Esteban dirigió varios cortos y yo escribí guiones. Pertenecemos a una generación que se mueve entre el texto y la imagen”, precisa el artista catalán, también gestor cultural de sorprendente trayectoria. Profesor de la Escuela Superior de Cinematografía de Cataluña, productor asociado a Escándalo Films y consejero de la Fundación Fabbrica Europa para las Artes contemporáneas, se entusiasma con “el audiovisual de experimentación verdadera –dice–, donde la cámara es un elemento que ‘cuenta’ en todo sentido, que no es gratuita ni obedece a una forma estética del relato sino a un deseo de profundizar en distintos lenguajes”. De todos modos la actuación sigue siendo el eje en esta “búsqueda de un público activo”, según Mihalik.
–¿A qué se debe la elección de textos de Sylvia Plath?
Andrés Morte: –Leyendo poesías en italiano, descubrí a Plath, a quien empecé a leer en inglés y en traducciones al castellano. En todas esas lecturas me impresionó su carga metafórica, muy parecida a las buenas letras de algunos músicos y de cantautores como Leonard Cohen, artista de gran capacidad evocadora a través de la palabra. Por eso en Bastardas (ahora con elenco argentino) utilizamos fragmentos de veinte piezas musicales de diferentes años. Plath es buena por sus metáforas y por la composición, el verso muy libre y de impacto.
–¿Por qué se la convirtió en víctima?
A. M.: –La poesía de Plath es de género. Las feministas la tomaron como un ejemplo a seguir y, desgraciadamente, destacaron el aspecto más depresivo de esta poeta. Nosotros mostramos a una mujer anímicamente muy golpeada, pero también muy sabrosa y muy llena. La Sylvia de Bastardas es compuesta por seis actrices que la recrean en distintas facetas, en su costado sensual, en el de niña...
–¿Estrenarán también 5 & Collage?
Esteban Mihalik: –Pensamos montarlo el próximo año en Buenos Aires. Lo estrenamos en Barcelona en 2006, junto con Bastardas. No teníamos pensado hacer esta obra. Iniciamos el casting, enviando mails a través de Antique Teatro, de Barcelona, que es un lugar alternativo como lo fue Babilonia, donde ahora está Uniclub y donde en 1994 trabajé en el Museo de Arte Cómico, de Héctor Malamud.
A. M.: –Buscábamos actores que respondieran a aspectos de Luis Buñuel, Federico Fellini, Rainer Fassbinder, Jean Cocteau y John Cassavettes. Llegó una cantidad impresionante de mails. El 50 por ciento provenía de mujeres. Decidimos aprovechar esa convocatoria, sobre todo porque las mujeres que se presentaron tenían mucho más talento que los varones.
E. M.: –Estrenamos las dos obras, una a continuación de la otra, y filmamos la experiencia.
A. M.: –En Bastardas hay una intervención mía de un 40 por ciento: una estructura de guión a partir de los poemas. No quisimos un espectáculo lineal, pueril, tradicional, tipo “chico mata chica”.
–¿Por qué titularon a la filmación de estas obras Los nuevos bárbaros?
A. M.: –Por una frase del poeta griego Konstantin Kavafis que asocié a la vida cultural de una ciudad, generalmente muy cerrada. La de Barcelona lo es, y esto no permite que los recién llegados se integren.
E. M.: –Los extranjeros padecíamos por no hablar catalán. Nuestras propuestas culturales no eran escuchadas. Cuando me establecí en Barcelona encontré en Andrés a alguien receptivo, como la gente que dirige Antique Teatro, de nacionalidad croata y francesa.
A. M.: –Hemos conformado una comunidad de artistas de diferente origen que trabaja en distintos países. Pensamos que es hora de romper con el concepto de los teatros nacionales de una única lengua. En Europa se defiende mucho el territorio, se tiene miedo a la llegada de un artista extranjero.
–¿Se piensa que le robará lugar?
A. M.: –Creo que es miedo a la novedad. En esto entra el concepto que desarrollamos en el documental Los nuevos bárbaros. El poeta Kavafis cuenta que el último emperador de Constantinopla salía cada noche a las puertas de la ciudad, y al ver que nada nuevo ocurría, las cerraba. Le preguntaron a qué se debía ese ritual. El emperador respondió que esperaba a los bárbaros, porque sólo los nuevos bárbaros podían cambiar a esa civilización. Tomamos la frase en sentido positivo, como un homenaje a los creadores extranjeros que aportan creatividad a Barcelona.
–¿Qué recepción tuvo el documental?
A. M.: –Los de televisión catalana se mostraron interesados, pero después de verlo dijeron que no lo emitirían. Les pareció muy crítico. Era mi primer documental. Antes había escrito guiones para largometrajes de La Fura que se pasaron por televisión española. Trabajé en el Sundance Institute, de Robert Redford, pero no como realizador sino como director de un programa de desarrollo para jóvenes guionistas latinoamericanos y españoles. Los nuevos bárbaros no se mostró por televisión, pero interesó al Instituto Cervantes, que me llamó para organizar un taller de cortometraje con chavales de la Medina, el barrio antiguo de Tánger (Marruecos). A partir de ese encargo inventé el proyecto Miradas al territorio. En doce ciudades de distintos países preparo a grupos que nunca han tenido acceso al audiovisual ni al cine para que sean ellos los creadores de un documental sobre el territorio en el cual viven. Empecé por Tánger, seguí por Mendoza y después me ocupé en Barcelona de un grupo de trabajadoras filipinas. Así como la fotografía nos permite saber cómo éramos de niños y cómo era nuestra familia, el audiovisual nos facilita crear formas de narración relacionadas con lo propio.
–Se insistió mucho en la depresión que condujo a Sylvia Plath al suicidio. ¿Era un mal de la época?
A. M.: –Como otros artistas, escritores y poetas que produjeron un cambio cultural en los años de la posguerra y después, Sylvia Plath tenía una actitud crítica y hasta un sentimiento de agresión hacia su persona. La cultura contestataria de la posguerra se mantuvo con distinta intensidad hasta finales de los ’80. Después, en los ’90, apareció el yuppismo, la cultura del pelotazo, la de ganar dinero fácil y pronto. En este momento, en que a los yuppies se les ha caído la barraca, sería bueno volver a la cultura como transporte del conocimiento y reunión de tribus, pensamientos y corazones.
Funciones de Bastardas, espectáculo sobre textos de la poeta y novelista estadounidense Sylvia Plath (1932-1963), en Uniclub, Guardia Vieja 3660, los sábados a las 21 y domingos a las 20.30.
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