Una de las grandes actrices del cine francés, Annie Girardot, que trabajó bajo las órdenes de directores como Luchino Visconti, Mario Monicelli y Marco Ferreri, falleció ayer en el hospital Lariboisière à Paris, a los 79 años. Según su nieta Lola Vogel, Girardot dejó este mundo de manera “apacible”, luego de sufrir en los últimos años del mal de Alzheimer, lo que la había alejado de la pantalla desde que filmó Christian, de Elisabeth Lochen, en 2007. Un año después, ofreció su testimonio sobre la enfermedad en el documental Annie Girardot, ainsi va la vie, de Nicolas Baulieu, lo que generó el reconocimiento de instituciones vinculadas con el tema.
La actriz había nacido en París, el 25 de octubre de 1931, y estuvo casada con el actor italiano Renato Salvatori, fallecido en 1988, al que había conocido cuando ambos filmaban en Italia Rocco y sus hermanos y con quien tuvo a su hija Giulia. Ya muy avejentada –ella, que había sido una mujer de enorme sensualidad– brilló como madre de Isabelle Huppert en La profesora de piano, de Michael Haneke, que le valió el tercer premio César de su trayectoria, esta vez como actriz secundaria.
Annie Suzanne Girardot, tal su nombre completo, comenzó su carrera teatral en 1954, luego de haber estudiado en el Conservatorio de la Rue Blanche de su ciudad natal, y combinó sus actuaciones en café concert con la prestigiosa Comèdie Française. En una oportunidad, Jean Cocteau dijo de ella: “Tiene el temperamento dramático más bello de la posguerra”. También tuvieron repercusión sus intervenciones en películas de directores menores como Léo Joannon –El hombre de las llaves de oro, La pecadora y el sacerdote– y Jean Delannoy –Asesino de mujeres—, pero el gran salto le llegó en 1960. En la intensa Rocco y sus hermanos (foto), Visconti la ubicó en el papel de Nadia, la prostituta que enloquece a los hermanos boxeadores interpretados por Alain Delon y Salvatori, que se convertiría en su asesino. Allí la Girardot enamoraba asimismo al espectador con una sensualidad verdadera, alejada de las estrellas de moda, sin golpes bajos y con su poder instalado en la mirada y la palabra.
Con Delon volvió a reunirse en Amores célebres (1961), de Michel Boisrond; Tratamiento diabólico (1972), de Alain Jessua, y El gitano (1975), de José Giovanni. Y con Salvatori trabajó nuevamente en Un italiano en América (1962), de Franco Rossi, y Los compañeros (1963), de Mario Monicelli, otra vez en Italia y otra vez como prostituta. Con Marco Ferreri filmó Dillinger ha muerto (1968), junto a Michel Piccoli.
Además, hizo varias veces comedias livianas, con el larvado erotismo de la década, junto a figuras como Brigitte Bardot, Simone Signoret, Dany Robin, Edwige Feuillere, Marcello Mastroianni, Catherine Deneuve, Philippe Noiret, Jean-Paul Belmondo, Jean-Claude Brialy y Ugo Tognazzi.
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