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Domingo, 28 de septiembre de 2008
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LILIANA FELIPE Y UN SHOW CON SIGNIFICADO Y EMOCION ESPECIAL

Ganarle a la ESMA a fuerza de memoria

Primero sola con su piano y luego acompañada por la orquesta de Canal 7, la cantante radicada en México se dio el gusto de entonar sus canciones en el espacio donde los derechos humanos ocuparon el lugar del terror.

Por Diego Fischerman
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“Vengo para celebrar la cadena perpetua a Menéndez y a los otros patoteros.”

La música siempre es ritual. Y más frente a una multitud. Pero cuando quien canta es una argentina exiliada en México desde 1976, con parte de su familia desaparecida, y el lugar es aquel que durante la última dictadura militar funcionó como uno de sus principales campos de prisioneros, esa ceremonia colectiva cobra una dimensión particular. La Escuela de Mecánica de la Armada ya no es ni una escuela para marinos ni un centro clandestino de tortura y muerte. Sin embargo, cada rincón de su neutra edificación castrense, y hasta el olor de las magnolias florecidas, está impregnado de esa historia. Y ese eco estuvo en la emoción del público que llenó hasta el límite el espacio donde funcionará el Centro Mundial para la Promoción de los Derechos Humanos, y que se agolpó en los alrededores para escuchar a Liliana Felipe con su piano y, en el final, junto a la orquesta de Canal 7.

Antes de que la compositora y cantante comenzara, un video con imágenes de la última dictadura fue acompañado por la orquesta, dirigida por Angel Zurio y con Guillermo Felli como solista en oboe. La música se integró con naturalidad a los aplausos, cuando comenzó a verse en la pantalla cómo los nuevos carteles –“Espacio para la memoria”– eran colocados en las viejas paredes que habían albergado el terror. “Vengo para celebrar la cadena perpetua a Menéndez y a los otros patoteros que ahora cumplirán esa condena en una cárcel común por haber sumido a Córdoba y a otras provincias en el terror”, había dicho Liliana Felipe, que vino a Buenos Aires especialmente para esta actuación organizada por el Sistema Nacional de Medios Públicos, el Canal Encuentro y el Archivo Nacional de la Memoria. El concierto tenía como nombre Juventud y Memoria y las canciones ácidas, de implacable humor y exacta ironía, fueron el vehículo perfecto.

En todo caso, el efecto de las piezas de Felipe descansa tanto en el compromiso que establece con temáticas sin concesiones como en la riqueza de la relación entre la versificación eficaz y un acompañamiento pianístico que, a veces por contraste y a veces como refuerzo, siempre agrega algo a lo que dice la voz. “Nos tienen miedo porque no tenemos miedo, están atrás, van para atrás, piensan atrás, son el atrás, están detrás de su armadura militar. Nos ven reír, nos ven luchar, nos ven amar, nos ven jugar, nos ven detrás de su armadura militar”, dice en la canción que abrió su presentación y que también, acompañada por la orquesta, la cerró. “Memoria mnemósina” fue la otra pieza en que las cuerdas de la orquesta –en este caso con la actuación solista de María Eugenia Caruncha en oboe– se sumaron a la cantante, con arreglos de Alejandro Terán.

La emotividad de “Sólo vos” o “No te lo puedo decir” se alternó con la causticidad de “Otro adiós sin dios”, “La mayonesa” o “La gente bien” y con la desnudez expresiva de “Un vacío de mierda” o de “Buscarte”, en donde se incorporó el contrabajo de Mariana Farje. La voz grave, casi por afuera de las convenciones, de Felipe, y un piano que nunca es inocente frente a lo que las letras dicen, construyeron un clima que, más allá de la propia carga simbólica del lugar y de la situación, se adueñó del amplio y despersonalizado salón donde en el pasado había funcionado la cantina y el casino de oficiales. Felipe, que la semana próxima estará en Europa para participar en el Festival de Cádiz y presentarse en Sevilla y en Lisboa, está embarcada, en la actualidad, en la lucha contra la privatización de Pemex. Junto a su pareja, Jesusa Rodríguez, con quien comparte la propiedad del Teatro Bar El Hábito en Coyoacán, México, recibió el premio Obie, que otorga el periódico Village Voice de Nueva York e inaugura con la obra Las horas de Belén el Teatro Brava! en San Francisco. Teatral y defensora del cabaret como género, Liliana Felipe, además de haberse presentado en Buenos Aires en La Trastienda, en la Fundación PROA y en el ND/ Ateneo, ha realizado funciones a beneficio de H.I.J.O.S. y de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas.

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