Alguna vez fue el Poeta de la Salsa, el inventor de la “salsa intelectual”, el trovador de un género que hasta entonces sólo podía acoger temas relativos a la sabrosura que provee el Caribe. Si entonces aquello fue ruptura poética y musical, hoy son himnos que bailan miles, al ritmo de una banda demoledora. Superadas hace rato las disputas de las ortodoxias musicales del trópico, a Rubén Blades le ha llegado el momento de celebrar su lugar de creador indiscutido. Y está haciéndolo con una gira que festeja el aniversario redondo de uno de sus discos más emblemáticos. La parada porteña de esta gira del revival de Blades fue una fiesta en la que la comunidad panameña tuvo el mayor protagonismo, vivida como tal a pesar de las fallas de organización del concierto, el cambio de fecha sin previo aviso, o un volumen de sonido más propio de un estadio abierto.
Blades tiene un disco nuevo que se puede bajar de Internet (Cantares del subdesarrollo), pero no es ese trabajo el que lo lleva de gira por el continente y que lo trajo el martes pasado al Luna Park. El panameño está festejando los 25 años de la aparición de Buscando América, un disco crucial en su carrera, y lo hace junto a los Seis del Solar –que luego pasaría a llamarse Son del Solar–, la agrupación con la que grabó aquel álbum. Y aunque no todos los miembros de la banda son los mismos de aquella formación de 1983, el efecto sigue siendo igual: un poderoso tándem rítmico y melódico, un despliegue percusivo demoledor, no seis –como promete su nombre– sino diez músicos en escena sonando de manera impecable: una banda que se ajusta de manera perfecta para acompañar las historias repletas de detalles que canta Blades.
La multitudinaria banda asombra en su despliegue rítmico, en la elegancia con que cambia de clave dentro de un mismo tema, en el virtuosismo que demuestra cada uno de los músicos en sus solos. La fila percusiva, con Ralph Irizarry en timbales, Eddy Montalvo en congas, George González en bongos y Ricardo Marrero en vibráfono descubre todas las posibilidades de estos instrumentos. La formación sorprende cuando se acerca al latin jazz y suena como una brillante big band con el lucimiento de los trombones, y también cuando se ciñe a las formas más tradicionales de la salsa o el son. Si el sonido no hubiese estado ajustado como para un concierto en River, probablemente las sutilezas de esta banda notable hubiesen sido más perceptibles.
Todo el show, en verdad, estaba planteado para un despliegue de cancha: golpe de efecto musical en el inicio, papelitos al aire en la entrada del anfitrión, sumados a la disposición de un público que conocía a la perfección todos los temas de Blades y que había ido con ganas de bailarlos. A eso se le sumó la emotividad de la comunidad panameña en Buenos Aires, en el reencuentro con su mayor representante en el mundo. Banderas y banderitas azules, rojas y blancas, y hasta las maracas que manejaba Blades con la bandera de Panamá, gritos y vivas al país del canal fueron la marca de la fiesta.
En ese contexto se lució Blades, el hombre que logró ponerle a la salsa contenido social, con historias que son pequeños cuentos, letras extensas, casi sin estribillos, exactamente aquello que cualquier productor discográfico desaconsejaría para los ritmos del Caribe. Y así suena el gran clásico “Pedro Navaja”, que el panameño guardó para los bises del final, otros clásicos de Buscando América como “El padre Antonio y su monaguillo Andrés” y “Decisiones”, o la versión original de “Desapariciones”, más ralentada que la que popularizaron en la Argentina Los Fabulosos Cadillacs. Todos los temas de aquel disco, en verdad, sonaron con los mismos arreglos, exactamente como en la grabación de 1983, en un revival que incluyó otros viejos temas como “Adán García”, interpretados por el panameño sólo con guitarra, “tal como surgieron estas canciones”, según contó.
Gran narrador, Blades recordó la primera vez que tocó junto a Seis del Solar en la Argentina: en 1983, en Obras Sanitarias, junto con otro grupo, Los Abuelos de la Nada. “Nos trajo Daniel Grinbank, otro hippie”, contó. Nombró a Andrés Calamaro, a Piero como uno que lo alentó en su carrera, dio unos toques demagógicos desde la pantalla con recuerdos de todos los iconos de la cultura argentina, desde Diego Maradona y Roberto Fontanarrosa hasta Mercedes Sosa y Luis Alberto Spinetta. Y dejó su marca, tan sobria y elegante como festiva y rítmica.
9-RUBEN BLADES Y SEIS DEL SOLAR
Lugar: Estadio Luna Park, 17 de noviembre.
Duración: 2 horas 45 minutos.
Público: 5 mil personas.
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