No son los únicos, pero fueron los primeros. La idea de cruzar el tango con los bits electrónicos, que hoy suena instalada, tuvo en Gotan Project a sus primeros cultores serios. Los cerebros detrás de ese híbrido son el guitarrista argentino Eduardo Makaroff, el DJ francés Philippe Cohen Solal y el músico electrónico suizo Christoph Müller, quienes se encontraron en París en los años ’90 y, reuniendo trayectorias disímiles, dieron vida a la criatura. A poco de haber editado tres vinilos con dos temas cada uno, ya eran furor en buena parte de las discotecas del Hemisferio Norte. El experimento se materializó luego en dos CD igualmente exitosos (La revancha del tango y Lunático), cada uno con sus correspondientes giras mundiales de largo aliento. Como parte del tour de presentación de su tercer disco, el trío desplegará esta noche su parafernalia sonora y visual en el teatro Gran Rex (Corrientes 857), desde las 21.
La placa en cuestión fue bautizada Tango 3.0, una triple alusión al futuro de la tecnología, al número de orden que le corresponde en la discografía del grupo y a la cantidad de integrantes que marcan su rumbo. El concepto de tango, reformulado, aparece en nuevas claves que se suman a la más conocida, hecha de una poderosa base rítmica electrónica sosteniendo a los instrumentos melódicos. “La gran novedad de Tango 3.0 es que llevamos el tango al encuentro de los bronces. Y la verdad es que los sonidos de trompetas, trombones y saxos remiten a la música norteamericana, en nuestro caso más específicamente al blues y al jazz. Lo primero que se escucha en el disco es un riff tanguero hecho con caños, pero sobre una vuelta de blues menor, medio tanguero”, señala Makaroff.
Otro ingrediente que gana terreno en las once pistas es el folklore argentino: en “Mensajero”, por ejemplo, late fuerte el ritmo de la chacarera, y el CD cierra con el romanticismo sampleado de una zamba. Al respecto, argumenta el guitarrista: “Nuestro concepto de tango es muy ancho, porque incluye la música del interior. Los límites de Gotan Project son los de la Argentina. Siempre hicimos chacareras y milongas camperas, pero todo suena siempre incorporado al universo del tango. Además, si uno se pone a hilar fino, Aníbal Troilo tiene malambo en sus arreglos y el rasgueo de zamba es algo que muchos aprendimos en el secundario”.
El disco se grabó en el estudio casero de Cohen Solal, ubicado en el mismo edificio de la Rue Martel número 4 donde Julio Cortázar pasó sus últimos años, según cuenta el entrevistado. “Lo descubrimos mientras estábamos componiendo, por un comentario al pasar de la portera. Después llegaría la placa de la intendencia de París que dice ‘Acá vivió y murió Julio Cortázar’. Nos conmovimos tanto con la noticia que quisimos homenajearlo en un tema.” Así nació “Rayuela”, donde el escritor aparece leyendo fragmentos de su novela entre sonidos de toda laya.
De la grabación participaron músicos de alto vuelo que forman parte del grupo desde sus inicios: la violinista danesa Line Kruse y los argentinos Niní Flores (bandoneón), Cristina Vilallonga (voz) y Gustavo Beytelmann (piano). Este último, además de tocar, realizó los arreglos de cuerdas y vientos. A ellos se sumaron algunos invitados especiales, también de lujo, como el armonicista Franco Luciani, el cantante Daniel Melingo, el pianista blusero estadounidense Dr. John y hasta Víctor Hugo Morales, como relator de una jugada imaginaria en la que intervienen los miembros estables de Gotan Project. De ellos, sólo Luciani está previsto para el show de esta noche. El resto de los roles recaerán en la belga Ananta Roosens (a cargo de un violín clásico, otra corneta y de una trompeta), en Facundo Torres (al fueye), Claudia Pannone (como voz cantante) y Lalo Zanelli (en el piano). La puesta en escena no será un asunto menor, tal como ocurrió en 2005, cuando Gotan Project se presentó por primera vez en Argentina, también en el Gran Rex. “La parte visual es muy importante para nosotros. Por eso salimos súper empilchados y trabajamos con una videoartista que no hace meras proyecciones de fondo, sino una especie de viaje aparte, como una lectura paralela de lo que se escucha.”
La avalancha de abordajes similares que sucedió a Gotan Project, lejos de fastidiarle, parece llenar de orgullo a Makaroff: “Prefiero abstenerme de opinar quién para mí copió y quién no. Obviamente, algunos tienen mucho talento y otros son más chantas. Pero, en líneas generales, tengo mucho respeto por los artistas que se dedican al electrotango. Siento, eso sí, que fuimos los catalizadores de algo que se desarrolló muy fuerte. Somos parte de una nueva dinámica del tango, que evoluciona para bien, no sólo fusionando el tango con la electrónica, sino con nuevas composiciones y nuevos creadores, en pos de potenciar el lenguaje tanguero”.
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