“Demandamos que no sean interpretadas ‘(I can’t Get no) Satisfaction’, ‘Brown Sugar’, ‘Honky Tonk Woman’, ‘Start me up’ ni ‘Sympathy for the Devil’.” Las canciones, claro está, son de The Rolling Stones. El pedido, a contrapelo de todo lo imaginable, incluso para el más rodado de los fans del quinteto inglés, surgió de un grupo de stones radicales que acaba de hacer su irrupción pública en la web. El Frente de Liberación Rolling Stones, con el lenguado logo invertido como escarapela, inició el pasado miércoles 11 una campaña digital con seis puntos programáticos para la liberación de los Stones y de su público: “Queremos shows en lugares más chicos, entradas más baratas, una renovación de la lista de temas, la eliminación de las secciones de vientos y coros, la expulsión de las bandas soporte y que todos los fanáticos actúen de manera responsable”.
“Hermanas y hermanos, en el nombre de Chuck Berry, les demandamos que se levanten, se motiven y se saquen. Este es el momento: la gira es nuestra”, clausuraban su primer comunicado oficial, publicado el miércoles en el blog rollingstonesliberationfront.wordpress.com y difundido a través de Facebook y Twitter, principalmente. Se trata, según su declaración, de “una organización no violenta que busca que la banda de rock and roll más importante de todos los tiempos se libere de las cadenas de los conciertos masivos, caros y predecibles, y se reinstalen como una fuerza creíble del Mundo del Rock”. Podría pasar como otra agrupación de fans enardecidos, como una nueva turba enfurecida con la actualidad del grupo de sus amores. Pero es imposible no atender a su reclamo cuando expresan su programática.
“Nuestra insatisfacción no tiene que ver con su apagón creativo sino con sus giras grandilocuentes que no son nada más que el show banal de un circo pedorro con el nombre de un álbum adosado detrás”, argumentan, y si bien la gira que se estaría confirmando prontamente para este 2012 tendrá que ver con el 50º cumpleaños de los Rolling Stones y no con un nuevo CD, el FLRS (o RSLF, en inglés) no está dispuesto a aceptar otra gira sin magia ni misterio. “Si la banda quiere un espectáculo y no se ajusta a las demandas del FLRS, los Rolling Stones y todas las organizaciones asociadas, productores, espacios y agencias enfrentarán los disturbios que realicemos bajo la lógica de las acciones de una guerrilla no violenta. Si quieren espectáculo, les daremos espectáculo. Hemos comprado sus vinilos, casetes, CD, DVD, Blu-ray, reediciones y remasterizaciones, hemos pagado sobreprecios en nuestros asientos, pero no se trata de vengar eso sino de boicotear sus conciertos porque ya estuvo bien todo este asunto del circo stone por el circo mismo. Que no vayamos a lastimar a nadie no significa que no deban tenernos bien en cuenta”, aseguraron con el puño bajo, bien abierto sobre el mouse.
Sus exigencias y correspondientes argumentos son de una contundencia que los presenta como indiscutibles, si bien los menos románticos (o más bien les valga para este caso la categoría de “menos heroicos”) podrán dar su contraargumentación acerca de que, a esta altura, los Rolling Stones son el Cirque du Soleil del rock. El FLRS quiere shows en lugares más pequeños porque “ya nada nuevo aparece en los shows en megaestadios” y pide: “Dejen las luces, los inflables, los fuegos de artificio y las pasarelas. Mick Jagger ya no necesita demostrar que es un viejo con buen estado físico. Por favor, dejen sus 400 toneladas de acero en casa: dos guitarras, bajo, batería y un micrófono para las voces. Eso es todo lo que necesitan”.
Reclaman precios más bajos porque consideran que “es inaceptable pagar 350 dólares por una ubicación” pero, sobre todo, porque “los Stones ya no necesitan ese dinero, pero nosotros sí”. Y concluyen, con una relectura del materialismo histórico de corte gramsciano: “La experiencia ya nos ha demostrado que no hay asientos especiales para el proletariado, y no importa cuántos aros atravesemos ni cuantas vallas saltemos”. Claro, lo mismo apelan a que no hayan más promociones ni listas de invitados VIP.
Piden el cambio urgente en la lista de temas que su inmenso catálogo permite. Demandan la inmediata supresión de las secciones de viento y los coristas agregados, ya que “The Rolling Stones se han separado demasiado de la idea básica del rock and roll”. Es decir: adiós al saxofonista Bobby Keys y a las voces de Lisa Fischer, Bernard Fowler y Blondie Chaplin. Y hasta la vista bandas soporte, también: “Los Stones han dejado de tomar desafíos incluso consigo mismos. Hubo un tiempo en el que las bandas soporte eran lo suficientemente talentosas como para impulsarlos a tener que salir al escenario a superarlos. ¿Qué tan desafiante puede ser tocar luego de Third Eye Blind, Spin Doctors o Johnny Lang?”. Y apelando a la máxima de David Bowie, buen amigo de Jagger, recuerdan que “menos es más”.
Por último, pero para nada menos importante, el FLRS apela a que todos los fanáticos se comporten de una manera responsable, ya que consideran que la falla también radica en que los seguidores hacen todo (o dejan de hacerlo) por su banda favorita, sin reparar en los costos. “Somos todos unos tarados, víctimas de su cinismo y de su hambre por el dinero. Hemos comprado cualquier cosa con el logo de la lengua impreso. Ahora es tiempo de que los Rolling Stones nos lo devuelvan o se lo quitaremos nosotros.”
Luego de casi una semana de agitación, el FLRS continúa por estos días la etapa digital de su avanzada, con alborotos y acciones directas en redes sociales y un mínimo de rebote mediático en la prensa especializada de alcance mundial. Entretanto, y mientras alimentan su cuota de adherentes en Twitter (@rslf_usa) y en su página de Facebook, organizan para el fin de semana del 27 al 29 de enero su primer mitin público. Entre otras cosas, discutirán un presupuesto preliminar para todas sus acciones no violentas y desarrollarán sus críticas comunitarias a las ideas que circulan para la gira de celebración de los 50 años de los Rolling Stones. Unos Stones que hace décadas que no consiguen satisfacción y que, esta vez, mientras parecen mantenerse a unos pesos de la eternización de su propia jaula en el circo, podrían estar a un paso de su liberación. A menos que, aunque lo intenten, sus fanáticos no puedan lograr indignación.
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