“Las canciones pueden ir en millones de direcciones diferentes”, escribió Lee Ranaldo en las notas de su flamante disco Between the Times and the Tides (Ultrapop). Y él lo sabe muy bien: durante treinta años, como parte de Sonic Youth, el guitarrista y cantante (en ese orden, al menos hasta el presente) convirtió a las melodías en tsunamis de ruido blanco, les proporcionó bellos electroshocks a los estribillos, le trastrocó la afinación al mismísimo concepto de “guitarra eléctrica rockera”, arrojó al caos a la canción como forma de encontrar la libertad, después de traspasar la confusión. Pero dentro de ese músico experimental –que en su primera visita a la Argentina, junto al baterista William Hooker, hizo ¡un solo de cable enchufado!– siempre siguió latiendo el fan de los Beatles, Bob Dylan, Joni Mitchell, Leonard Cohen y demás expertos en eso de darles vida a canciones. Por eso no resulta tan extraño que, invitado a tocar solo y con una guitarra acústica, a Ranaldo le haya surgido “Lost”. Era su primer concierto como “cantante folk experimental”, un concepto con varias facetas cuando se lo aplica a este neoyorquino por adopción, y fue el comienzo de un proceso que desembocó en Between... “Hice muchas cosas como solista en el último par de décadas, pero nunca había hecho un disco como éste –asegura Ranaldo–. Aunque en un nivel este disco es muy tradicional, hacer esto es un movimiento muy experimental de mi parte, por eso me gusta la idea del cantante folk experimental.”
Como las canciones fluían y Sonic Youth trabajaba poco porque sus integrantes estaban en otros proyectos, Ranaldo decidió grabarlas solo en el estudio de la banda. “Al principio todo el disco iba a ser acústico, porque cuando empecé a escribir todas las canciones las hice con guitarra acústica. Pensaba en mantener todo simple, pero el proyecto evolucionó y creció hasta convertirse en un disco de banda de una manera muy natural –explica–. No traté de hacer un disco con banda de rock, ni siquiera me impuse la tarea de formar una banda para tocar las canciones. Pero una cosa llevó a la otra... Steve (Shelley, baterista de SY) andaba por el estudio, así que le pedí que tocara; con (el guitarrista) Alan Licht toco muy a menudo, así que le di las canciones y le pedí que creara algunas partes para él; y así fue encajando más gente. Todo se armó de un modo muy natural.”
–Además de Shelley y Licht, en el disco tocan otros músicos con los que usted ya había trabajado: el guitarrista Nels Cline (Wilco), el tecladista John Medeski (Medeski, Martin & Wood), el multiinstrumentista Jim O’Rourke (quien fue parte de SY) y Bob Bert (el primer baterista de SY). ¿Se sintió más cómodo trabajando de este modo?
–Exacto. No me interesaba hacer un disco en el que tuviera que llamar a sesionistas o algo así. En este momento, para mí es un paso muy grande hacer un disco como éste, y el único modo en el que podía suceder era en una situación muy cómoda. Y lo que sentí es que todos los que me rodeaban eran como parte de la familia, apoyaban mucho lo que estaba sucediendo. Fue muy placentero hacer el disco con tanto apoyo, con tanta gente que quería que me fuera bien y que deseaba contribuir.
–¿Cómo fue para usted trabajar con otros guitarrista en el contexto de una canción de rock y que los otros no fueran Thurston Moore y Kim Gordon, sus compañeros de Sonic Youth?
–En ningún momento pensé en eso, la verdad. La interacción que tenemos en Sonic Youth siempre fue algo especial y único, así que nunca imaginaría que otra cosa pudiera ser tan única, por eso no pensaba en eso ni aspiraba a replicarlo.
–Sin embargo, la interacción que consiguieron usted y los músicos que lo acompañaron en el disco también es muy distintiva, como si hubieran desarrollado una nueva voz juntos.
–Sí, eso me gusta mucho. El solo hecho de haber escrito estas canciones es como una nueva voz para mí, pero también por la música que está detrás es una nueva voz, diferente de cuando canto en Sonic Youth. Me dio mucha felicidad el modo en que Nels y todos los demás generaron una nueva voz musical. El modo en que toca Nels es ciertamente muy diferente del de cualquiera de los que tocamos en Sonic Youth: es un guitarrista mucho más logrado, así que agregó muchos elementos texturales que son únicos. Somos amigos desde hace veinticinco años o más, y sólo muy esporádicamente habíamos podido tocar juntos en el pasado. Me gusta mucho lo que él toca y además hemos escuchado la misma música, somos parte de la misma escena. Así que encajamos muy bien.
–En Sonic Youth, usted sólo cantaba una o dos canciones por show. ¿Es muy diferente ser el único cantante?
–Lo es. Hasta ahora sólo hicimos tres shows como banda e hice uno como cantante folk experimental, pero sí es diferente. Y respondo a eso de modos muy diferentes, también. Siempre me atrajeron las bandas en las que había muchos cantantes: los Beatles, Greatful Dead, CSNY... Siempre me gustó la idea de que a lo largo de un álbum uno pueda acceder a varios puntos de vista. Pero también me atrajeron mucho discos que son presentados de un modo muy personal por un solo cantante, ya fuera Leonard Cohen, Joni Mitchell, Bob Dylan, Chan Marshall (Cat Power) o Bill Callahan... Así que siempre me interesaron las dos caras de la moneda. Y supongo que al haber estado en una banda con múltiples cantantes durante mucho tiempo hizo que fuera muy divertido para mí, en este caso, poder cantar todos los temas. En términos de mis partes vocales, creo que el oyente puede captar más de mí al cantar más temas. En los sets de Sonic Youth a veces era raro cantar una o dos canciones, porque hay que poner todo en un contexto diferente cuando entra un nuevo cantante. La música de Sonic Youth es muy expansiva y tiene una complejidad increíble en muchos maravillosos sentidos, por eso puede soportar tener tres cantantes. Pero este proyecto tenía que ver con mis canciones, mis letras y mi voz, así que fue bastante natural.
–Lo de encontrar una nueva voz también tiene que ver con las letras, ¿no? Porque sus libros de poesía son muy abstractos, en cambio las letras del disco son bastante directas.
–Es cierto. La poesía que hice en los últimos años es muy abstracta y buena parte empezó con correo spam de Internet, que desarrollé en poemas que son más surrealistas, de un proceso como de escritura automática. En cambio, cuando empecé este proyecto tenía buena parte de la música, pensé que quizás iba a usar algunos versos de esos poemas para construir las letras, pero finalmente decidí empezarlas de cero. Son letras propiamente dichas... Quería que este disco fuera mucho más personal, menos abstracto que los poemas que había escrito en los últimos tiempos, así que escribí las letras especialmente para estas canciones y supongo que estaba tratando de no ser abstracto.
–Algunas de las canciones podrían haber encajado en Sonic Youth, pero otras son muy diferentes. ¿Fue algo que se propuso o simplemente sucedió así?
–Bueno, todas salieron de mi sensibilidad, de un modo u otro... No pensé mucho en cuán cercanas podían ser a lo que hago en Sonic Youth. Digamos que algunas de las cosas que intenté con Sonic Youth funcionaron mejor que otras. Si se refiere a las canciones más delicadas, “Stranded” o “Hammer Blows”, SY tiene canciones como “Wish Fulfillment” o “Hoarfrost” que eran igualmente delicadas. Pero nunca fue fácil para Sonic Youth tocar esa clase de música, así que quizá me resultó más sencillo hacerlo por las mías.
–Es cierto, pero incluso algunas canciones más rockeras dan la sensación de que usted hubiera expandido su modo de componer.
–Quizá sea así. Ciertamente, seguí a mis oídos en esto: cosas que salían de la guitarra dictaron qué iba a suceder. Y ése también es el modo en que trabaja Sonic Youth. Cada vez que uno se pone a escribir canciones nuevas se da un proceso diferente. Este disco es el resultado de cómo sucedieron las cosas esta vez.
–El año pasado, justo antes de la visita de Sonic Youth a Buenos Aires, Moore y Gordon anunciaron que iban a divorciarse, lo que generó que la banda entre en un parate (ver aparte). Si hubiera tenido que grabar este disco después de todo eso, ¿podría haberlo hecho con igual comodidad?
–No, de ningún modo, habría sido casi imposible crear este disco porque me habría puesto una gran presión encima, del tipo “mi banda va a parar, será mejor que haga un disco solista”. Pero ése no fue el caso. Con SY elegimos estar menos ocupados en los últimos años porque cada uno tenía proyectos personales que le interesaba completar. Thurston hizo libros, yo hice performances experimentales con mi mujer (la artista visual Leah Singer), Kim hizo cosas de moda... Así que fue bastante natural que no tocáramos tanto juntos en los últimos años: fue nuestra elección. Pero supongo que en cierto punto yo extrañaba el proceso de desarrollar canciones, y eso llevó a que aparecieran éstas.
–Between the Times and the Tides (“entre los tiempos y las mareas”) es una frase de la canción “Xtina as I Knew Her”. ¿Por qué pensó que estaba bien para titular al disco?
–No sé... Traté de seguir mi intuición en este proceso y, de algún modo, cuando empecé a pensar en un título, ése fue el primero que se me vino a la mente. Me parecía un título muy fuerte porque tenía un aspecto poético muy interesante. Puede referirse a varias cosas: entre el mundo moderno y el mundo natural, entre la sociedad apresurada en la que vivimos y la actitud más relajada... No sé, me parecía muy apropiado. Pero cuando se lo mencionaba a alguna gente encontraba que no les parecía el mejor título del mundo, así que pasé por un proceso de encontrar otro título. Escribí como treinta o cuarenta, pero al final volví al primero. En muchos sentidos, así fue el proceso de este disco: seguí mis ideas puras y las dejé ser, sin cuestionarlas ni intelectualizarlas por demás. Lo mismo me pasó con la tapa: cuando se la mostraba a la gente, no le gustaba mucho como tapa de disco. Pero, para mí, tenía mucho que ver con lo que estaba haciendo en ese momento y me parecía perfecto, así que terminé usándola.
–En la tapa se lo ve caminando con la funda de la guitarra en la mano y detrás hay dibujos de personas en movimiento.
–Lo que está detrás de mí es una parte de una obra de arte muy grande hecha por una artista israelí llamada Maya Barkai. Es una pieza llamada “Walking Men 99”, es gigante, cubre tres cuadras de una manzana aquí en Nueva York (www.walking-men.com). Son los hombrecitos que caminan de los semáforos de 99 ciudades. La foto original tiene el nombre de cada ciudad sobre el hombrecito, y yo estoy caminando entre Madrid, Bled (Eslovenia) y Boston. Tuvimos que sacar los nombres de las ciudades para poner el título del disco, pero cuando vi por primera vez la foto pensé que estaba caminando con mi guitarra frente a estos destinos internacionales y me dio la sensación de alguien en movimiento, de alguien cuya vida tiene que ver con llevar la música de ciudad en ciudad. Y me gustó mucho verme de esa manera.
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