Una poeta pateó el tablero del desencanto. Otra poeta se sumó. Y agitaron el avispero de un diciembre anestesiado por las fiestas. Todo empezó cuando Marisa Negri posteó en Facebook una pregunta, una duda que adoptaba el ropaje de una sintaxis un tanto atormentada. ¿Es cierto que no se lee y no se vende poesía? El interrogante virtual inocularía una respuesta movilizadora. No terminaría –simplemente– en el evidente y rotundo “no” que desbordó su casilla. Imposible quedarse en el molde ante ese modo de provocar a sus pares, intentando eclipsar prejuicios o “mitos” asumidos como si fueran cuestiones inevitables de la “naturaleza”. Y que para colmo de males instaura cierta parálisis. Alejandra Correa pescó al vuelo lo que estaba pasando y abrió un grupo de Facebook, “Regale poesía”, que ya tiene 700 seguidores. El efecto “ola de calor” conseguirá que el número, cuando se lea esta nota, atrase mucho. El interés y la demanda sostenida han generado nuevos frutos. Desde ayer funciona un desprendimiento de esta propuesta, el blog regalepoesía.blogspot.com. A la velocidad de las nuevas tecnologías, el fenómeno creció tanto que ya hay un puñado de recomendaciones de libros para regalar (ver aparte). Pero las poetas van por más: apuestan a coordinar, entre autores, editoriales y lectores, la compraventa de libros de poesía on line.
“A mí no me sorprendió la respuesta”, dice Negri, autora de Estuario (Ediciones En danza). “Sé que hay lectores, poetas y no poetas, y que hay necesidad de conectarse con la poesía, con el pensamiento y el lenguaje de otra manera, buscando volver a la palabra desde otro lugar.” Esa necesidad de conexión tiene que sortear algunos adoquines en el camino. “En principio, hay que pensar diferente de como venimos pensando; dejar de lado la resignación de repetir una y otra vez que ‘no se vende poesía’, que a nadie le interesa leer”, reconoce la poeta y docente. “Pero los poetas también tenemos que cambiar, dejar de mirarnos el ombligo y reconocernos como una comunidad que tiene poder para cambiar las cosas. Con la repercusión que tiene la idea, estamos confirmando una intuición que tenemos desde hace tiempo: que las redes sociales y los blogs modificaron las reglas de juego. Nos permiten hacer visible cierta lateralidad. La explosión de blogs de poesía en los últimos años ha sido increíble; cada escritor pudo dar cuenta de sus producciones, de sus lecturas, de sus ideas. Hoy es posible leer a un poeta de La Pampa haciendo un clic. Y tener conversaciones con personas que escriben en todas las latitudes.”
“Regale poesía” –tanto el grupo de Facebook como su versión bloguera– está dando los primeros pasos. “Necesitamos de la participación de los autores, los lectores, las editoriales y hasta del Estado”, enumera Correa. “Somos conscientes de que hay que trabajar a varias puntas y que la educación es fundamental. Tenemos la idea de utilizar recursos que hay disponibles como el e-shop de Mercado Libre, sumando un asesoramiento a los lectores para conseguirles el libro que buscan hace años y no encuentran; trabajar con las editoriales independientes, con el interior del país, hacer de esta red virtual una red real.” Correa no se achica ante el trabajo de hormiga que se avecina. “Tenemos que conseguir que los libros de poesía tengan más espacio en ferias, en librerías, en cada sitio donde un poeta vaya a leer.” La autora de Cuadernos de caligrafía (El suri porfiado) y Los niños de Japón (Recovecos) fundamenta la responsabilidad de coordinar esta red virtual. “Quienes estamos en contacto con la poesía somos los que tenemos la misión de difundirla y de darle el lugar que se merece. No porque sí, sino porque es necesaria, imprescindible; es magia, es sueño, es experiencia, es pensamiento, es la reunión de tradición y novedad”, aclara. “La poesía es testigo de lo que nos pasa, es la posibilidad de reencontrarnos en un ‘nosotros’ diferente al nosotros que se plantea desde los mensajes hegemónicos.”
Negri resume los problemas que enfrentan para llegar a nuevos lectores. “No hay libreros especializados en poesía. Eso hace que un potencial lector que pueda interesarse por la poesía no encuentre asesoramiento en una librería. Tenemos que formar a la gente. El librero repite el modelo de la editorial y apuesta al best seller. Si seguro vende Harry Potter, cómo se va a preocupar por un libro de un poeta desconocido para él. Los libreros que dan espacio a la producción de la poesía argentina se cuentan con los dedos de una mano.” Otro obstáculo fundamental es quién distribuye y el interés que le pone. “La poesía no llega a todas las ciudades y pueblos del país donde haya un centro cultural o una librería”, advierte Negri. Y para echar más leña al fuego de las dificultades, la poesía no tiene acceso a los medios de comunicación. “En ese sentido, queda excluida para un público cuya única ventana al mundo es la televisión.” Correa plantea que hay “brechas” establecidas por las librerías que reciben los libros producidos a pulmón por editoriales independientes y por poetas que bancan sus ediciones, pero no los valoran. “Los libros de poesía quedan relegados a una estantería en el fondo. Es una cuestión de valorización y de mentalidades, muy compleja, producto de muchísimos años de deterioro de la industria editorial.” Un recuerdo se presenta sin pedir permiso: el del extraordinario editor que fue José Luis Mangieri, quien seguramente, con ese espíritu juvenil y revoltoso que tenía, hubiera estado entre los primeros en sumarse a la iniciativa de “Regale poesía”. “En una entrevista, Mangieri contaba que en los ’60 con La Rosa Blindada vendía ediciones de libros y CDs de poesía de 5000 y 10.000 ejemplares. Algo impensable para el momento actual”, compara Correa.
Sin que cunda la nostalgia de épocas pretéritas, no viene mal evocar al menos un hito de antaño. Enrique Pezzoni, en Sudamericana, publicó, entre fines de los ’60 y 1970, dos libros del poeta Miguel Angel Bustos: Visión de los hijos del mal y El Himalaya o la moral de los pájaros. “El surgimiento de las grandes corporaciones editoriales ha cambiado de lugar muchas cosas”, subraya Correa. “Hoy son ellas las que marcan lo que se lee y lo que se escribe y se publica. En ese contexto, el pensamiento y el trabajo de un poeta no puede encuadrar. ¡Y es una alegría que no lo haga! Ahí es fundamental el trabajo de editoriales independientes que vienen sosteniendo a pulmón la producción. Se necesitan programas para preservar y apuntalar ese trabajo. Necesitamos para las independientes y para los escritores que se venda esa producción. Que el escritor deje de pagar sus ediciones. Que haya más planes de fomento desde el Estado. En un país como Argentina, siempre ponderado por su producción literaria, la literatura es parte de su identidad, de su carta de presentación al mundo. No podemos descuidarla. Hay que buscar una salida al molde impuesto por la sociedad de consumo, que está pidiendo que para publicar y circular todos escriban dentro de una fórmula. En poesía eso se garantiza, por ahora, apoyando la edición independiente. Pero los escritores debemos cambiar de mentalidad, hacer que nuestra producción vea la luz, dejar el oscurantismo al que muchas veces adherimos por diversos motivos.”
En el horizonte de “Regale poesía” hay muchas ideas que se irán poniendo a prueba. “Sabemos dónde está roto el circuito, sabemos que hay potenciales lectores a los que la poesía no está llegando. Sabemos que hay un deseo tenaz de los poetas por publicar, sabemos que tenemos poetas talentosísimos que están a la sombra. Queremos lograr visibilidad; que la poesía sea una opción, como estamos proponiendo en el grupo de Facebook, en la lista de regalos navideños”, sugiere Negri. “La verdadera inversión hay que hacerla en educar a los adolescentes y a sus docentes para que lean poesía en las escuelas, en el aula”, agrega la organizadora del I Festival de Poesía en la Escuela, en el que participaron 35 poetas y 2500 alumnos. “Los chicos se mostraron interesados, preguntaron, recibieron la propuesta con naturalidad, escribieron poesía”, repasa. “Para el segundo festival estamos pensando en llegar a un número mayor de escuelas y de alumnos, buscando fórmulas para involucrar a los docentes, para lo cual debemos capacitarlos previamente en la lectura de poesía argentina contemporánea. Es un trabajo grande y vamos a necesitar apoyo de las instituciones.” La dupla de poetas inquietas está evaluando estrategias para conquistar públicos no tradicionales. “Se trata de hacer un programa integral de formación de lectores de poesía; algo que llevará tiempo y esfuerzo, pero que lo vemos muy cercano y posible”, augura Correa.
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