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El cine documental está en alerta. En rigor, casi toda la producción argentina de cine está pendiente de la efectivización del plan de fomento que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales presentó hace un tiempo apenas esbozando lineamientos generales. Pero serán los documentalistas los primeros en reclamar al respecto. Será hoy a las 15 con una jornada cultural frente a las oficinas del INCAA de la que participarán cineastas, estudiantes y organizaciones del sector. Es que las varias asociaciones de la especialidad llevan más de cinco meses pidiendo una reunión para despejar dudas y confirmar el apoyo a su producción. El último encuentro fue a finales de mayo y desde entonces no tuvieron novedades. “Estamos preocupados por el futuro, porque hay muchos cambios en la forma en que se va a producir cine y creemos que también va a afectar a otras áreas, como la ficción independiente”, explica Melina Terribili, por la RDI (Realizadores integrales de cine documental), que reclama junto con DOCA, ADN y otros. Lo que está en peligro, advierten, es el futuro del cine, a secas.
Según Terribili, el sector viene de años de crecimiento en los cuales se empezó a formar un nuevo público, a la vez que el crecimiento de la producción también supuso una mejora en la calidad narrativa y técnica de los documentales nacionales. “Fue un cambio revolucionario, sobre todo para el documental, que siempre estuvo al margen y viene para contar otras historias y otras problemáticas que la ficción comercial en general no aborda”, analiza la cineasta.
Para los documentalistas, su labor es fundamental para la diversidad cultural del país y para difundir voces habitualmente silenciadas. Se enfrentan a un discurso que los acusa de hacer películas “que no ve nadie” (Jorge Lanata montó emisiones de su programa televisivo sobre esa falacia) y los documentalistas no olvidan una columna de opinión de su colega Héctor Olivera en La Nación. “Es mentira: no sólo se produjo, sino que recorrió el país, el mundo y recogió premios”, defiende Terribili. “El documental termina en escuelas y centros culturales, en los lugares donde se filmó la historia, y está vivo porque plantea una transformación”.
Además de la clarificación y participación en los criterios de aplicación del Plan de Fomento del INCAA, los documentalistas también reclaman la modificación de la resolución 982, para que los comités evaluadores de proyectos estén integrados por miembros de las asociaciones nacionales y de la Red Argentina de Documentalistas. “Los cambios en la designación no fueron democrácticos y pedimos que se vuelva a la forma de trabajar, que evaluaba la calidad de los proyectos”, señala Terribili. Para los realizadores, el reclamo es más que una defensa de la producción artística o la defensa de puestos laborales. “El buen cine es forjar una cultura que nos mejore como sociedad”, plantean.
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