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Miércoles, 6 de octubre de 2010
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Songs from the road registra la última gira de Leonard Cohen

Los caminos de un hombre sabio

El CD/DVD acompaña al cantautor canadiense desde Tel Aviv hasta Ontario, en un viaje que también puede entenderse en sentido temporal. Cohen luce su voz grave y profunda en clásicos como “Suzanne”, “Hallelujah” y “Chelsea Hotel”, entre otros.

Por Fernando D´addario
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Leonard Cohen concretó 195 conciertos en dieciocho meses.

El hombre que había confiado sus angustias y sus recuerdos a la inmovilidad ascética de un monasterio zen decidió un día reconvertirse en juglar itinerante. En 2008, a los 74 años, guiado más por una súbita necesidad económica que por cualquier otra pulsión vital, Leonard Cohen volvió a subirse a un escenario. No a uno, en rigor, sino a 195, a lo largo y a lo ancho del planeta, generosidad que no alcanzó a sus –ya a esta altura– resignados fans argentinos. Y gracias a la buena acción de su representante, que a partir de una estafa provocó la repentina hiperkinesis de Cohen, la feligresía pudo disfrutar el año pasado de Live in London y desde hace unos días tiene acceso a Songs from the road. Si aquel CD/DVD capturaba un momento específico de la gira que se extendió durante 18 meses, éste pone el acento precisamente en el carácter errante del proyecto. Un día el cantautor se levantó y anduvo. Un estudio móvil y una cámara tradujeron y multiplicaron las emociones que despertó ese simple acto de la voluntad.

Como hombre sabio que es, Cohen inocula en sus oyentes los sentimientos que éstos quieren (o pueden) absorber. Songs from the road funciona en ese sentido como un viaje a pedido del consumidor. Cuando muestran imágenes del Mena Arena de Manchester, por ejemplo, uno intuye que cada uno de los fans lleva a su propia “Suzanne” de la mano; en el momento en que Cohen canta el último estribillo de “Hallelujah” en un festival californiano, una suerte de éxtasis litúrgico parece apoderarse del colectivo, pero es probable que cada cual tenga su íntima versión del asunto cuando el poeta reza: “Bueno, quizá haya un dios allá arriba. / Pero todo lo que he aprendido sobre el amor / fue cómo dispararle a alguien que ha desenfundado más rápido. / No es un lamento que oigas por la noche. / No es nadie que haya visto la luz. / Es un frío y roto aleluya”.

El repertorio es un repaso de soledades y misterios acumulados a lo largo de cuarenta años. Pero las variaciones melódicas y estilísticas que acompañaron ese itinerario se ven aquí neutralizadas por el principio superador de la austeridad. Para que el despojo al que aspira Cohen adquiera estatura estética es necesaria una gran banda: un puñado de músicos –imposible obviar a Javier Mas, a cargo de la guitarra de las doce cuerdas– se lucen en la sustracción de toda carga superflua, para que la voz profunda, grave y cansada del canadiense apriete las fibras sensitivas sin necesidad de añadidos melodramáticos.

A diferencia de Live in London, que incluía muchas canciones de I’m your man (ese “greatest hits” involuntario que, debe decirse, fue subvalorado por algunos fundamentalistas que lo consideraban muy “pop”), Songs from the road atraviesa un arco temporal más amplio, con un registro musical más homogéneo. Va de los años ’60 (“The partisan”) hasta el siglo XXI (“That don’t make it junk”), pasando por inevitables de los ’70 como “Famous blue raincoat” y “Chelsea Hotel”. Y aunque de un track a otro viaje de Tel Aviv a Ontario, da la sensación de que Songs from the road dibuja un camino más sensible a las peripecias del tiempo que a los esquemas del espacio.

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