A pesar de las distancias geográficas, lo sucedido antenoche en un gran hotel de Nueva York toca de muy cerca a la Argentina. Es que se produjo un hecho sin precedentes para la historia de la televisión de nuestro país: el ciclo Televisión por la identidad, producido por Telefe Contenidos, que se emitió por ese canal entre octubre y noviembre de 2007, obtuvo el Premio Emmy Internacional a la Mejor Miniserie en la 36ª edición de estos prestigiosos galardones, según el voto de la Academia Internacional de Artes y Ciencias Televisivas. Se trata del primer premio Emmy que obtiene la Argentina. El mayor valor que tiene este Emmy es que lo cosechó un ciclo que abordó desde la ficción casos reales de nietos recuperados por Abuelas de Plaza de Mayo, un tema que requería un rigor y un profesionalismo mayúsculos por la dimensión histórica de lo que se pretendía narrar y para no quedar en deuda con esa verdad histórica. El resultado se logró y la gente aceptó masivamente la propuesta (tuvo altos niveles de rating en horario prime time), situación que permite entender que la sociedad –o, mejor dicho, parte de ella– ha madurado lo suficiente como para ver en la pantalla chica temas profundos y comprometidos que hagan desandar el camino de la TV basura.
“Este es un homenaje a la labor de Abuelas”, dice el director artístico de programación de Telefe, Claudio Villarruel, en diálogo telefónico con Página/12, desde Nueva York. “Ellas se acercaron con ganas de hacer algo así y nos eligieron por la experiencia que habíamos tenido con Montecristo. Para nosotros fue un honor y esto es un homenaje a los treinta años de lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo”, agrega el directivo de la emisora. “Se trató de un tema contado desde un lado artístico que, generalmente, fue tocado desde el documental o desde lo periodístico –analiza Villarruel–. Fue un trabajo excelente que hizo Bernarda Llorente con los autores y las Abuelas. No buscábamos rating, buscábamos comunicar una historia. Y que se engancharan casi tres millones de personas a nivel país en la segunda pasada, que tomaron conciencia de la historia más negra de nuestro país y de lo que fue el terrorismo de Estado, del individuo frente al terror del Estado, en un canal masivo y abierto, fue una de las grandes satisfacciones que tanto Bernarda como yo tuvimos en nuestra historia profesional. Va a ser difícil equipararlo.”
La vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa Roisinblit, expresó también su satisfacción a Página/12. “Para nosotros es un motivo de gran alegría. Esto ya viene desde tiempo atrás, cuando hace ya ocho años empezó Teatro por la Identidad, después vino Música por la Identidad, Danza por la Identidad y así se fueron sumando, cada vez más, las personas artísticas solidarias. Para nosotros es un gran orgullo y sabemos de todo el empeño que puso la gente de Telefe para hacerlo.” Por otro lado, en relación al noble objetivo de la institución, la vicepresidenta de Abuelas manifiesta el envión que motorizan todas estas actividades artísticas porque “atraen a la gente joven, a las personas que tienen la edad aproximada de nuestros nietos. Entonces, ahí puede crearse la situación de que algunas de esas personas tengan alguna duda acerca de su identidad y se acerquen a Abuelas de Plaza de Mayo”.
Vale destacar que Televisión por la Identidad –que Página/12 compiló a fines de 2007 en un DVD para ofrecerlo a los lectores como compra opcional, a beneficio de Abuelas de Plaza de Mayo– se impuso a otras series nominadas: Britz, de Reino Unido; The Miracle of Berlin, de Alemania, y Wait for the Birth of The Husband, de la República Popular China. Sobre el impacto que tuvo en los votantes, la subdirectora artística de Telefe, Bernarda Llorente, estima que fueron “varios factores”. “Por un lado –argumenta–, la temática y cómo había sido contada. Muchas veces cuando se intenta reflejar desde un hecho artístico problemáticas políticas y sociales es difícil y hay que trabajar mucho para no caer en los estereotipos, en todos los clichés. Creo que Televisión por la Identidad consiguió eso, después de mucho esfuerzo: lo tuvimos que trabajar casi un año porque la tendencia natural en este tipo de proyectos suele ser el discurso frente a la acción. Y poder contar solo desde la acción un contexto complicado que necesita muchas explicaciones fue el desafío más importante, desde un punto vista narrativo.” Otro aspecto que impactó en los votantes, según Llorente, está vinculado a que “a nivel mundial sorprendió que la televisión argentina tenga determinados estándares de calidad. Ellos se estaban enfrentando a una televisión absolutamente desconocida, sin antecedentes para ellos. Es decir, se enfrentaban a un producto nuevo. Por otro lado, nosotros tenemos la ventaja latina de poder hablarle al corazón, de poder apelar a los sentimientos. Nuestro producto tiene mucha emotividad”, asegura la directiva de Telefe.
Conviene repasar un poco los tres capítulos, cuyo autor fue el guionista Marcelo Camaño (el mismo de Montecristo, aunque en ese caso junto a Adriana Lorenzón) y que tuvo un elenco rotativo: Soledad Villamil, Malena Solda, Valentina Bassi, Juan Palomino, Betiana Blum, Carlos Belloso, Leonora Balcarce y Celeste Cid, entre otros. Dos de los capítulos recrearon la historia de dos nietos recuperados que son emblemáticos. Uno de ellos abordó la historia de la primera nieta recuperada por Abuelas en plena dictadura (1980). Tatiana Sfiligoy (Ruarte Britos) nació el 11 de julio de 1973 y, luego de que sus padres fueron secuestrados, fue separada de su pequeña hermana Laura y derivadas ambas a distintos orfanatos. Luego fueron adoptadas por un matrimonio de buena fe, que desconocía el accionar represivo de los militares. Tatiana permaneció viviendo con su familia adoptiva, luego se casó y fue madre. Actualmente se desempeña como psicóloga en Abuelas. El otro capítulo abordó la historia de Juan Cabandié, que nació en la ESMA y fue apropiado por un agente de inteligencia de la Policía Federal. A los 25 años, Juan dudó de su origen y, gracias a la lucha de Abuelas, recuperó su identidad en 2004. Actualmente es legislador porteño. El tercer capítulo no abordaba un caso real, sino que a través de la ficción focalizaba en los nacimientos en los centros clandestinos de detención, la búsqueda inclaudicable de Abuelas y la restitución de los nietos apropiados.
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