Asà como el mosquito que transmite el dengue lo hace cuando pica a una persona infectada, adquiere el virus y luego se lo contagia a otra persona al picar otra vez, la vinchuca se convierte en vector de la enfermedad de Chagas cuando adquiere el Tripanosoma cruzi. Los tripanosomas no son virus ni bacterias: son organismos más complejos a los que se llama “flagelados”, porque tienen un apéndice móvil que se mueve como un látigo y les facilita el desplazamiento. Y son un flagelo porque son esencialmente parásitos, esos seres vivos que sólo pueden sobrevivir y proliferar dentro de otro organismo, colonizándolo y alimentándose de él.
La vinchuca se infecta con el tripanosoma al picar a un mamĂfero infectado: humanos, pero tambiĂ©n ratones, gatos, vizcachas, perros o armadillos pueden ser –probadamente– reservorios de este agente etiolĂłgico del Chagas. Por eso, aunque hubiera una vacuna contra la enfermedad, aplicársela a todas las personas no bastarĂa para erradicar al T. cruzi, y la madre de todas las batallas es la lucha contra su agente vector, la vinchuca. Sus aliados principales: las deficientes condiciones sanitarias y de vivienda en las áreas epidemiolĂłgicamente más afectadas.
Pero volvamos de un interior profundo al otro. La mayorĂa de las veces, el tripanosoma no da señales de haber entrado, a travĂ©s de la deyecciĂłn de la vinchuca que infecta la sangre por la picadura. Apenas en un 20 por ciento de los casos dará algĂşn sĂntoma, como el tĂpico ojo en compota. Es la fase aguda de la enfermedad, y es entonces cuando se puede combatir al parásito con drogas que lo matan, como el benznidazol y el nifurtinox.
El benznidazol, que es en la práctica lo único que se consigue y se utiliza, resulta especialmente efectivo en los niños y jóvenes hasta los 15 años; de ahà en adelante, y sobre todo si ya se ha pasado la fase aguda, los efectos adversos que presenta y su ya dudosa eficacia lo hacen muy poco indicado.
Si el niño infectado puede acceder a tiempo al tratamiento, adherir y tolerarlo (ya que no existen ensayos clĂnicos del benznidazol en niños ni formas farmacĂ©uticas pediátricas), lo más probable es que el T. cruzi llegue sĂłlo hasta ahĂ. Pero el flagelador flagelado tiene algunas artimañas que lo hacen especialmente pertinaz.
El parásito puede habitar de dos formas los tejidos. Es en la forma tripomastigote que puede ser detectado en el torrente sanguĂneo mediante el análisis clĂnico de anticuerpos, y eventualmente tratado. Pero si adquiere la forma amastigote, hace sus enclaves dentro de las cĂ©lulas; esto lo hace –hasta ahora– intratable e inhallable aunque estĂ© ahĂ alojado. Suele preferir las vĂsceras y, sobre todo, el corazĂłn.
El oportuno tratamiento estándar con benznidazol puede liberar a la sangre de tripanosomas y evitar la llegada a la fase crónica del mal de Chagas. Pero no del todo, porque no garantiza la eliminación de los posibles enclaves amastigotes remanentes.
Pasada la fase aguda del Chagas, el parásito entra en latencia: por años, por dĂ©cadas y –en las tres cuartas partes de los casos– durante toda la vida de la persona infectada, no dará sĂntomas ni producirá daño. Pero en un 25 por ciento de los casos, sin que se sepa a ciencia cierta cuál es el gatillo, el T. cruzi empieza a atacar lentamente los tejidos en que se encuentra y asĂ el Chagas entra en su fase crĂłnica, caracterizada sobre todo por una inflamaciĂłn progresiva e irreversible del mĂşsculo cardĂaco.
Estudiando este comportamiento del tripanosoma, cientĂficos argentinos están desarrollando tres posibles estrategias contra la enfermedad de Chagas. En la Facultad de Ciencias MĂ©dicas de la Universidad Nacional de CĂłrdoba están probando, en animales, una vacuna. Para esta vacuna se usĂł otro tripanosoma (el T. rangeli) que a diferencia del T. cruzi, infecta pero no enferma. AsĂ el organismo crea anticuerpos contra el ataque de tripanosomas. En los perros, este principio ya demostrĂł proteger contra el T. cruzi.
TambiĂ©n en CĂłrdoba se están haciendo ensayos clĂnicos con clomipramina, un... Âżantidepresivo? SĂ, porque este tipo de fármacos –los tricĂclicos– inhibe directamente, y sin tanta toxicidad colateral, a la tripanotiona reductasa, que es la enzima del T. cruzi que al aliarse a un receptor molecular presente en las cĂ©lulas humanas, libera los metabolitos que las dañan y las destruyen, causando la cardiopatĂa chagásica. De ser exitosas las pruebas, podrĂa usarse en las fases avanzadas.
Por Ăşltimo, prontamente entrarĂa en fase de ensayos clĂnicos un medicamento basado en nanocápsulas, desarrolladas por un equipo de la Universidad Nacional de Quilmes. Estas nanocápsulas pueden penetrar la membrana celular del tejido cardĂaco, y atacar con una molĂ©cula antiparasitaria, ahora sĂ dentro mismo de la cĂ©lula, al tripanosoma en su forma amastigote, que hasta ahora lo volvĂa indetectable e invulnerable.
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