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Viernes, 19 de junio de 2009
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contravalores

Las olas

Por Aurora Venturini
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En la playa el pequeño enarenado semejaba estatuilla de cerámica. Antes ingresó en el río pero después, revolcándose en la costa, desapareció bajo la pátina amarillo ocre. Contemplaba ahora el silencio del agua.

El niño del verano se sentó, se acuclilló, y con una cucharita de helado abandonada comenzó el dibujo. A ratos suspendía la tarea y buscaba con ojos quietos algunos detalles importantes. Tal vez buscara inspiración. El pequeño entraba en sí mismo, y enseguida salía, creaba y reproducía. Finalizó su obra y lo vi acostarse sobre ella. No quise acercarme. Son raros los chicos que crecen solos. Se ofendería de extraña incursión en territorio recién estrenado. Este niño del verano habitaba en un Instituto de Minoridad cercano a la costa del Río de la Plata. Otros chicos, también internados, apenas los sacábamos al aire, preferían nadar, ranitas desprovistas que se secaban al sol muertos de risa. Chiquilines de seis a ocho años, inocencias raquíticas que permanecían todo el año en ese instituto y que durante el invierno temblaban. Valía la pena pagar ese tributo a los meses del estío cuando saltaban de las caminatas para hacer pozos en la arena y jugar a ver quién nada más lejos de la costa.

Acuclillado y acostado en su dibujo despertó cuando crecía el agua que venía lamiendo arenales y barriendo cosas. El chico retocaba su obra contra las olas que atentaban contra una línea, pero cuando advirtió lo inútil de su esfuerzo, lloró. Repitió igual varias veces la operación dibujo y entonces yo me acerqué. Los ojos húmedos me miraron y ahí recién reconocí al chico que había ingresado hacía dos años, la madre muerta y otras orfandades en su planilla.

¿Por qué estás triste?

Porque el agua me la quita. Yo dibujo a mi mamá en la arena y ella vuelve pero el agua me la quita.

En la plácida dulcedumbre del verano me senté con él en la arena. Fui niña de nuevo y los dos vimos una lánguida figura, pálida, que se despedía hasta el próximo verano.

Es mi mamá, me dijo él.

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