—Los vínculos pasionales y los conflictos de pareja creo que son puntos de interés universales porque nos tocan a todos en lo más íntimo. En el caso de Amorar, la apuesta como autora y directora es contar a partir de los distintos puntos de vista de los personajes, el de Ulises (interpretado por Julio Bambill) y el de Julia. Cómo ambos vivieron la misma historia, pero la recuerdan de manera distinta... El recuerdo es subjetividad plena.
—Retomando esto de la subjetividad del recuerdo, pienso que las personas recordamos distinto. Tenemos formas de ver el mundo, de sentirlo y es por eso que los recuerdos se evocan de manera distinta. No creo que sea algo exclusivo de las diferencias entre el hombre y la mujer. No en este caso.
—Haber sido alumna de Gené fue la mayor fuente de inspiración para querer documentarlo. De hecho, el eje central de mi film Gené, en escena es la figura de Gené como maestro y desde allí se muestra parte de su vida artística. Estoy feliz de poder haber hecho este documental sobre su persona y, sobre todo, de poder tenerlo como guía. Creo que es un antes y un después en mi vida profesional luego de haber transitado sus talleres. También fue muy interesante el proceso de ver el film con el público que lo conocía y con personas que no habían visto sus trabajos, los cuales me decían al final de la función: “¡Yo quiero estudiar teatro!”.
—Me quedo con estas tres áreas creativas porque creo que lo que más me apasiona es contar historias. Lo que sí, no tiene por qué ser siempre en simultáneo. También se pueden disfrutar por separado.
—Si pienso en voz alta algo hipotético, me gustaría documentar a esas mujeres fuertes, emprendedoras, pasionales como Alejandra Pizarnik, Frida Kahlo y Anaïs Nin. Creo que hay un halo de misterio en estas mujeres: entre sus amores, el arte y sus vivencias.
—Creo que empezó desde muy pequeña, cuando mi madre me llevaba a participar del Grupo de Teatro Catalinas Sur. Pasé mi infancia actuando, observando al director... Creo que eso marcó el rumbo a seguir. Después comencé a estudiar teatro y continué en mi adolescencia con Berta Goldenberg. En un momento me di cuenta de que además de actuar quería hacer dirección de cine y entré a la Enerc-Incaa. Y a partir de allí comencé a dirigir cortos mientras estudiaba con Gené. La parte de la escritura se la debo definitivamente a mis padres Mercedes y Alejandro, ambos escritores, quienes me fomentaron el interés por la lectura desde niña.
—Hace algunos años que la mujer comienza a ocupar roles protagónicos en funciones que antes ocupaban sólo los hombres. Sucede tanto en el arte como en otras áreas. Por eso ahora da la impresión de que hay un aluvión de mujeres en el teatro y el cine, pero creo que es un cambio de paradigma en el rol de la mujer que se viene re-definiendo y es muy interesante formar parte de este proceso.
—Sí. Estoy en proceso de escritura de un largometraje ficción donde el eje de la trama son un grupo de hombres que, luego de haber sido dejados por sus mujeres, intentan pasar esa nueva etapa de despecho mediante un club exclusivo para divorciados. Es una comedia sobre las dificultades en las relaciones y sobre el eterno malentendido en el amor.
—Esto lo envuelve el misterio. Creo que no hay fórmulas que aseguren el éxito de taquilla. Hay elementos que pueden sumar a que esto suceda, como el tener actores de prestigio o reconocidos por el público, como también el tener una productora afianzada que sepa acompañar el proceso de la película desde su concepción hasta el lanzamiento. Sin embargo, siempre hay sorpresas.
—Pienso que en la vida solemos crear ficciones. Por eso me resulta tan interesante la frase de Gené. Y en el escenario suele haber un huracán de sensaciones e intensidad que genera que uno sienta plenitud. Por eso el cruce de realidades entre el escenario y la vida.
* Directora de cine y guionista. Actriz, docente y coach actoral. A los 27 años tiene hechos un documental sobre Juan Carlos Gené y una obra en escena, que ella misma escribió, en la que dirige y actúa, llamada Amorar. Ganó su primer premio por un corto cinematográfico cuando recién terminaba la secundaria. Amorar está en cartel y puede verse en la sala Pan y Teatro, en Boedo.
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