La veta de los cadáveres que se levantan de la tumba para (re)hacer su vida ha entrado en la TV con la misma naturalidad con la que una mano esquelética empuja una lápida. Con distintos matices –más gore, más arty, más tendientes al drama humano o a la acción zarpada– la temática del “regresado”, el “resucitado”, el “muerto caminante” o el “enfermo de la patología zombi” ha diversificado como nunca su oferta en el formato de series televisivas.
El retorno del finado a las andanzas ya no sólo se centra únicamente en aquella manía por la degustación de cerebros y otros manjares del organismo humano, propia del paradigma zombi clásico, ese que tan bien, y con tanta adrenalina, ha honrado The Walking Dead en sus cuatro primeras temporadas (la quinta llegará hacia octubre, acaso, otra vez, con gigantografías oportunamente dispuestas en la calle por el canal Fox).
Ahora el desafío parece apuntar al “lado humano” del cadáver inquieto. Primero, la BBC se propuso indagar en la discriminación que sufren los zombis recuperados en In the Flesh (viernes a las 23 por I.Sat) y bucear en los rasgos humanos del vínculo zombi-zombi y del vínculo zombi-no zombi. Y otras dos series proponen escindir por completo el concepto de “zombi” del de “muerto vivo”. Tanto en Les Revenants como en Resurrection, dos series con temáticas sospechosamente ricas en similitudes, los “regresados” ya no son espantapájaros pútridos, rugientes, harapientos y voraces sino, en apariencia, personas prácticamente iguales que cualquier Homo sapiens vivo.
Tamaño volantazo a nivel guión quita el foco de los bocadillos de masa encefálica, y lo acerca a otras situaciones, como la diferencia de edad entre el que volvió y los que se quedaron, como la dificultad de salir con euforia de un duelo, o como las historias que la muerte había cerrado y que la vuelta a la vida abre otra vez.
La francesa Les Revenants, disponible en Netflix, presentó en su primera temporada –la segunda está en camino– a los regresados como lánguidos y misteriosos habitantes de un pueblito europeo de montaña, con una atmósfera oscura, poética, siniestra, desesperante... pero en la que nadie muerde cerebros. Dos años más tarde, vía Hollywood, Resurrection se convirtió en boom de audiencia latinoamericana (AXN repite la primera temporada los domingos a las 22) con un nudo narrativo similar, aunque en un escenario más amigable y colorido: sus retornados tampoco se diferencian demasiado de los vivos, y también regresan todos a un mismo pueblo, en este caso uno del interior norteamericano.
La pregunta trasciende al zapping: si tuvieras que levantarte de tu tumba, ¿preferirías hacerlo como zombi o con tu apariencia actual? Difícil.
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