ElÃas dejó de jugar en la vereda y vino -pirinchos rubios arremolinados- a mostrar sus botines rojos y nuevos que le compró su hermano mayor. "El le da la plata a mamá y le dice que saque de ahà si necesita, y me compra las cosas para la escuela", contó en presente. Le dijeron que David se fue de viaje. Ignora que el sábado al atardecer una turba hasta ahora anónima le destrozó la cabeza a patadas en la bocacalle de Liniers y Marcos Paz, en el desenlace de un robo del que los Moreyra juran perplejos que no participó. En la empobrecida vivienda de Pedro Lino Funes al 600 bis, a metros del trajÃn comercial de Empalme Graneros, parientes, vecinos y amigos de David escriben las pancartas con las que hoy frente a Tribunales expondrán su dolor y su pedido de justicia, tan distinta a la que creyeron ejercer los vecinos de barrio Azcuénaga que hoy pasaron a ser autores y cómplices de asesinato.
David iba a ser el padrino de su última sobrina, la hija de su tÃa Ruth, quien ayer trataba de superar el estupor. "Le quitaron la vida a un ángel, lo sentenciaron a muerte y él era incapaz de robar. Y aunque hubiera sido asÃ, lo hubieran llevado a la comisarÃa, no matarlo sin saber quién era David".
Ayer suspendieron la marcha "porque se corrió la bola que Ãbamos a hacer lÃo adonde lo mataron, pero nosotros no somos esa clase de gente", explicó. Y reveló que "la moto del otro, que no sabemos quién es, está en la comisarÃa 14 y no es robada, asà que la policÃa ya debe saber quién fue".
MatÃas, además de amigo era compañero de David como peones de albañil que en estos dÃas trabajaban en una obra en Roldán. "Nos juntábamos acá en el barrio, pero él nunca se zarpaba, era re legal David, ni manejaba moto. El viernes estuvimos acá a la vuelta, nos fuimos a acostar, y el sábado a la 6 de la tarde lo vine a buscar y ya no estaba", contó. Los comentarios dolientes sucedÃan en el saloncito donde alguna vez la familia intentó ganarse el pan con una rotiserÃa y donde anteayer velaron a David, gracias a vecinos que ayudaron a pagar el sepelio. La abuela materna terció: "Le dijo a la madre que pusiera la pava que ya venÃa. Por eso ella lo anduvo buscando cuando se hacÃa tarde, y lo terminó encontrando en el hospital cuando entraba a quirófano". "No sabemos quién pudo ser ese de la moto -se preguntó Ruth-, ni entendemos qué hacÃa David con ese. No sabemos quién es, pero la policÃa tiene que saberlo".
Santiago, otro de los amigos de David, recordó que el chico "nunca tocó una comisarÃa". La abuela paterna agregó: "Se levantaba a las 6 para ir a trabajar, además de albañil, trabajaba todos los dÃas en una zapaterÃa de acá a la vuelta. Era muy laburante, trabajaba para sus hermanos. Ese dÃa habÃa cobrado. Ganaba 1.500 o 1.800 pesos por semana y se los daba a la mamá, pobrecito. Qué iba a estar robando? Mi nieto no era asà como dicen, créanme", dijo la señora entre sollozos.
Hace poco habÃa cumplido 18, por eso tenÃa la ilusión de que sus patrones lo pusieran en blanco. El año pasado dejó el 2 curso de la escuela República del Brasil para trabajar y aportar al hogar. Su papá, Alberto, es vendedor ambulante, y en eso estaba por Capitán Bermúdez cuando le avisaron que David no habÃa vuelto a casa. "No deseo que ningún chico pase lo que le pasó mi hijo", dijo Moreyra, en la puerta del cementerio La Piedad, tras sepultar a su primogénito.
Ayer el abogado de la joven asaltada, Paul Krupnick, aseguró que ella reconoció al joven asesinado como quien se bajó de la moto en Liniers para arrebatarle el bolso. "Después de llamar al 911 y dejar a su hijo a resguardo, volvió al lugar donde estaba caÃdo el muchacho y lo reconoce", dijo.
Lorena Torres, madre de David, recalcó: "Hay siete personas que hoy viven gracias a mi hijo, porque donamos sus órganos. Los asesinos, podrán vivir en paz con su conciencia? Que piensen que a sus hijos les puede pasar también".
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