La agitación en Siria, un país de 23,5 millones de habitantes, es un elemento nuevo y altamente impredecible en el marco de la ola de protestas que sacude al mundo árabe desde hace tres meses, y que ya provocó la caída de los presidentes de Egipto y Túnez.
Cientos de miles de personas tomaron hoy las calles en Damasco y en ciudades de las provincias de Alepo y Hasakeh, en el Norte, y en las ciudades centrales de Hama y Homs para expresar su respaldo a Assad, en marchas que contaban con la bendición oficial y que fueron transmitidas por la TV estatal, informó la cadena CNN.
Los alumnos de primaria y secundaria no tuvieron clase para asistir a las manifestaciones, mientras que a los empleados de bancos y otros trabajadores se les concedió dos horas libres para ir a las marchas. "!La gente quiere a Bashar Assad!", cantaban manifestantes en una céntrica plaza de Damasco.
Hombres, mujeres y niños se congregaron frente a una gigantografía con el rostro de Assad recientemente colgada del edificio del Banco Central y desplegaron una pancarta que rezaba: "No al sectarismo y a la guerra civil".
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