Además, Rusbridger aseguró que dos empleados del servicio secreto británico GCHQ supervisaron en el edificio del diario la destrucción de discos duros de computadores, en uno de los "momentos más bizarros" de la larga historia de la publicación. Según relató, primero se puso en contacto un funcionario de muy alto rango del gobierno del primer ministro británico, David Cameron, hace algo más de dos meses.
En dos encuentros que siguieron se le exigió la destrucción o devolución de todos los materiales en los que trabajaba el diario y hace más de un mes Rusbridger recibió una llamada telefónica del gobierno en la que se le decía: "Ya se divirtieron bastante, ahora devuelvan el material". En reuniones posteriores esas exigencias se repitieron, añadió Rusbridger.
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