“Zeta, te regalo estas teteras y tacitas, que no me da para tirarlas ni venderlas, hacé vos algo lindo”, le dicen bastante seguido a Zeta Yeyati. Y pueden ser teteras, tacitas o cualquier otra cosa, porque Yeyati siempre está con el ojo atento para acumular y atesorar objetos (o fragmentos de ellos) que para otro pueden ser inservibles, inútiles y demodés, pero que él convierte en arte. Yeyati expondrá buena parte de sus obras este viernes a las 17 en Otamendi y Bogotá, para celebrar el Día Mundial del Reciclaje. En la calle, además, el artista tocará el saxo junto a los guitarristas Juan Pablo Smow y Adam Tully. También participarán sus colegas Galo Gallardo, Adrián Pozicoff, ADN Sustentable y Egle Ortega. Como gesto adicional, Zeta sacará a la vereda “una mesa llena de cositas viejitas, pedacitos de tesoros que uso en mis obras” para intercambiar con los asistentes y así estimular en otros la práctica del reciclaje.
“La idea de celebrar el Día Mundial del Reciclaje es generar un espacio propicio para el encuentro de la gente con el arte y el reciclaje”, explica Yeyati. El artista mantiene una disciplina sorprendente. “Tal es así que yo guardé la pata del elástico de la cama donde nació mi hermana y cuarenta años después la transformé en una obra que me acompañará siempre”, cuenta.
Más allá de motivos estéticos, para Yeyati el reciclaje también supone una cuestión de ética, de principios. “La idea de usar estos materiales es para tomar una postura desde el arte y concientizar, hablar del reciclaje con humor, con poesía, con esperanza, color y alegría”, plantea. “Es un tema serio”, advierte. “El arte puede ser superficial si no tomás una posición”.
En tiempos de hiperconsumo, de obsolescencia programada, de que constantemente salen al mercado modelos que reemplazan al producto anterior, aún si este aún funciona, el reciclaje parece un gesto casi contracultural. Yeyati elude esa definición, pero asegura que “hace falta sacar el pie del acelerador del consumo”. Y señala que “ahora hasta en moda se está hablado de prendas sustentables”. “Hay que hacer algo, no podemos descartar o desechar lo anterior como si nada”, reflexiona. “Yo creo en la memoria de los materiales, creo que hablando de la sobrevida de los objetos se genera conciencia y eso contagia e invita a otros”.
En este punto, Yeyati plantea una ontología de los materiales. “Para mí tienen una vida, una experiencia”, asegura. “Lo más lindo, así que yo escuché en la memoria, que con un remo hicieron un Stradivarius: encontraron un remo en un lago, lo sacaron, secaron e hicieron un Stradivarius muy reconocido”, cuenta.
“La otra vez fui al teatro y lo vi a Paco de la Zaranda, un director de teatro, que hacía toda la escenografía con elásticos de cama porque hablaba de la memoria de los materiales. O sea, como que tiene toda una carga energética. Por más que nosotros no veamos estas cosas, la gente cuando ve una obra mía se enternece porque aparte de la forma, son los materiales los que tienen esa energía, como la tienen el color y el sonido, por eso no hay un límite”.
Lo del sonido también explica, en parte, por qué su celebración será (igual que en años anteriores) con música en vivo para quienes se acerquen a Otamendi y Bogotá. “Toda la vida trabajé como músico", explica. "Considero que no conviene delimitar las artes, así que pensar el arte en su totalidad sería un gran logro y un mejor desafío”.
La UNESCO declaró el 17 de mayo como el “Día Mundial del Reciclaje” en 2005 para recordar la estrategia de las tres R’s: “Reducir, Reutilizar y Reciclar”, que busca reorientar el comportamiento de todos los ciudadanos con vista a mejorar el medio ambiente. El Día Mundial del Reciclaje es un día pensado para tomar conciencia de la importancia que tiene tratar los desechos como corresponden, combatir el cambio climático y proteger el medio ambiente.
Sobre Yeyati dice el curador Rodrigo Alonso: “Yeyati nos muestra cómo los elementos desechados pueden adquirir nuevo valor, obtener una sobrevida, evitar la anulación a la que supuestamente estarían destinados. Y lo hace de una manera tan simple, que cualquiera de nosotros podría hacer lo mismo. A través de su trabajo plástico, de su universo imaginario y de sus obsesiones, el artista nos dice, en definitiva, que el poder para transformar al mundo está al alcance de la mano y que sólo es cuestión de trabajar en la dirección adecuada.”