Santiago Abascal es el fundador y líder de VOX, el partido de ultraderecha que cobijará a Javier Milei en España, como ya lo hizo en 2021. Desde 2019 es diputado en el parlamento español. Hacia 37 años que la extrema derecha no tenía representación en el país ibérico. En 1982 dejó su banca Blas Piñar, de Unión Nacional. Era una voz solitaria. Hace cinco años, VOX irrumpió con 24 bancas.

El máximo referente de la derecha extrema nació el 14 de abril de 1976 en Bilbao. La fecha de su cumpleaños le debe resultar incómoda. Ese día, en 1931, se instauró la Segunda República, la que permitió el acceso al poder de la izquierda, contra cuyo gobierno se alzó Francisco Franco en 1936 en el inicio de la guerra civil.

Político desde la cuna

El padre de Abascal fue un dirigente del Partido Popular en la provincia vasca de Álava. El joven Santiago se estrenó en las lides políticas en 1999. Con apenas 23 años fue electo concejal en la localidad de Lodio. Mantuvo su banca hasta 2007. En 2005 ingresó al parlamento regional de Álava.

El primer gran salto lo dio al año siguiente al sumar al parlamento vasco. Mientras, se graduaba en sociología. En 2009 abandonó el parlamento vasco y asumió al frente de la Agencia de Protección de Datos de la Comunidad de Madrid, nombrado por el gobierno del Partido Popular. Se fue en 2012.

En 2013 fundó VOX. La derecha española estuvo tironeada en los tiempos de liderazgo de Mariano Rajoy. Los sectores más liberales se fueron y crearon un partido por izquierda, Ciudadanos. Los más conservadores, con Abascal a la cabeza, crearon la primera marca de derecha extrema exitosa en la democracia española.

Mientras Ciudadanos se agotaba como opción al PP y al PSOE, comenzó el lento ascenso de la ultraderecha. Veían como tibio a Rajoy y además abjuraban del revisionismo histórico del anterior gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que repudió abiertamente al franquismo. VOX se ha mostrado más que complaciente con la única dictadura fascista que triunfó por las armas

A esto se sumó la crisis catalana de 2017. Cuando Carles Puigdemont desafió con su propuesta de independencia, VOX se posicionó con un discurso en favor de la unidad de España. Pocos meses después cayó Rajoy por la moción de censura de Pedro Sánchez.

El ascenso electoral

El gobierno socialista se quiso legitimar por las urnas en 2019 y allí irrumpió VOX con sus 24 diputados. Allí ocurrió un hecho determinante para que un partido rupturista pudiera crecer. Sin mayoría propia, Sánchez no llegó a un acuerdo de gobierno con Podemos. Tampoco con Ciudadanos. Y hubo que repetir las elecciones.

Los comicios de noviembe de 2019 posibilitaron el gobierno de cohabitación entre el PSOE y Podemos, algo que no habían logrado acordar tras la elección de abril. La segunda elección trajo la novedad de que Ciudadanos ya no era la tercera fuerza, sino VOX: el partido de Abascal obtuvo 3,6 millones de votos, un millón más que siete meses antes, y de 24 diputados saltó a 52.

A partir de ahí, y a raíz de la entente entre el PSOE y Podemos, se vio como algo natural que el PP se acercara a VOX. El líder popular, Pablo Casado, se corrió a posiciones más extremas para intentar recuperar votos que se le habían a VOX. 

Abascal en un acto de VOX. EFE

En 2022, Casado renunció tras el fracaso de una denuncia por corrupción contra Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, cuyo discurso semeja al de VOX. Alberto Núñez Feijóo propició un acercamiento. VOX aportó votos para posibilitar gobiernos del PP en varias regiones y alcaldías.

En 2023, el PP fue la fuerza más votada, pero sus diputados, sumados a los de VOX, fueron insuficientes para formar gobierno, y por eso Sánchez pudo revalidar como jefe de Estado. La amenaza de que el PP llegue al poder apalancado en una alianza con VOX está latente, más allá de que en la últina elección perdió 600 mil votos y de 52 escaños bajó a 33. No obstante, es la tercera fuerza del país. 

En contra de la amenaza roja

El discurso de VOX no difiere del de la derecha extrema en cualquier lugar del mundo: rechaza la inmigración (en su caso, reniega del multiculturalismo que impregna a Europa), las identidades nacionales (solamente reconoce la nacionalidad española), está en contra de las políticas de memoria, en contra de las diversidades sexual, desconoce la noción de violencia de género y está a favor de la libre empresa a como dé lugar. Todo lo que no cuadre en esa lógica es, directamente, comunismo.

A diferencia de líderes emblemáticos de la extrema derecha europea como Piñar, el británico Enoch Powell, el italiano Umberto Bossi, el francés Jean Marie Le Pen o el alemán Franz Josef Strauss, los ultras del siglo XXI (Abascal, Marine Le Pen, Nigel Farage, Giorgia Meloni, Geert Wilders), cuya sustancia intelectual no es enjundiosa, no ajustan su discurso a un hecho irrefutable: agitan el fantasma del comunismo que recorre Europa (y Occidente) cuando la izquierda arrastra la derrota fenomenal que significó la caída del Muro de Berlín. Sin embargo, se presentan como defensores de lo nacional ante lo que no se sabe qué es, pero cuya respuesta es la xenofobia, el Brexit y el conservadurismo extremo. 

Las incongruencias rodean el discurso de Abascal. El líder de una fuerza que exalta el patriotismo estaba en edad de hacer el servicio obligatorio, que en España se abolió en 2001. Sin embargo, pidió tres prrórrogas. Bajo la escusa de estudiar sociología y de acceder a sus primeros cargos públicos, evitó estar bajo bandera. Además, dijo que había tenido que convivir más de diez años con custodia, debido a las amenazas de ETA contra su padre, y que eso equivalía al servicio militar. Eso no le impidió proponer que vuelva a ser obligatorio.

Su única experiencia en el sector privado fue con una empresa que adquirió una franquicia de la cerveza Heineken. Acumuló más de 100 mil euros en deudas con sus empleados y fue a la quiebra en 2007.

Amigos argentinos

Más allá de su coincidencia con Milei en la defensa a ultranza del capitalismo, Abascal es un ultraconservador más cercano a Victoria Villarruel. De hecho, fue la actual vicepresidenta quien tendió puentes entre Milei y Abascal. En 2019, Villarruel auspició un encuentro en el Círculo Militar, en el que Javier Ortega Smith, uno de los referentes de VOX, alentó la formación de partidos similares y de que había espacio para un disucrso ultra.

Atrás quedaron los tiempos de Raúl Alfonsín y Felipe González; Carlos Menem y José María Aznar; Néstor Kirchner y José Luis Rodríguez Zapatero; Mariano Rajoy y Mauricio Macri; Alberto Fernández y Pedro Sánchez. “Los animo a que continúen dando esta batalla”, arengó Milei a la militancia de VOX el 12 de octubre de 2021 en Madrid. Así, instó a profundizar discursos de odio. Este fin de semana, estará con los ultras españoles como presidente de la Nación.