Elon Musk inició una demanda contra el CEO de OpenAI, Sam Altman, acusándolo de incumplir la misión originaria de esa organización sin fines de lucro luego devenida empresa y actualmente asociada a Microsoft. Musk reclama que OpenAI abra sus desarrollos y que le devuelvan los 44 millones con que financió sus primeros años.
El multimillonario sudafricano es conocido por sus decisiones intempestivas y no está claro cuál es su objetivo final. En cambio, hay poca duda de que la IA y la forma en que se desarrolla plantean un serio desafío para la humanidad.
Una sociedad beneficiosa
Elon Musk, Sam Altman y otros fundaron OpenAI en 2015. En ese entonces compartían la preocupación por el impacto que la Inteligencia Artificial (IA) sobre la humanidad. De esa manera, con fondos del dueño de Tesla, decidieron formar una organización sin fines de lucro que compartiera sus investigaciones permitiera controles cruzados. No es poco frecuente en Silicon Valley que las empresas inicien sus recorridos con promesas generosas para luego derivar hacia una búsqueda frenética de la ganancia. OpenAI no es la excepción.
En 2018 Musk quiso ubicar a OpenAI bajo el paraguas de Tesla, pero el concejo rechazó la propuesta y el sudafricano debió irse para desarrollar su propio proyecto de IA. Hacia 2019 Altman comprendió que para crecer rápidamente necesitaba mucho más dinero. Por eso decidió formar una empresa paralela con fines de lucro y así conseguir mil millones de dólares provenientes de Microsoft. El entrenamiento de los modelos de IA se subió a la nube de esa empresa que en los años siguientes aportó 12000 millones más.
OpenAI se hizo conocida para la mayoría a fines de 2022 cuando lanzó ChatGPT y el mundo pudo experimentar en carne propia la capacidad de esa tecnología para responder preguntas en un diálogo de apariencia natural. Buena parte de la comunidad especializada se alarmó por el impacto que la IA podría tener en la humanidad y produjo una carta abierta que reclamaba controles.
ChatGPT es un paso más hacia una IA General capaz de manejarse con soltura en todos los ámbitos. Hasta ahora las IA generativas se han entrenado con contenidos que les permite ser verosímiles en campos específicos. La idea es que puedan entrenarse en todos a la vez y hacer algo muy parecido a razonar. En realidad es difícil determinar exactamente hasta dónde podría llegar una IA General porque a diferencia de un programa común la IA produce respuestas a partir de patrones estadísticos, algo que las hace más imprevisibles y sorprendentes.
En noviembre de 2023, el concejo de OpenAI decidió despedir a Sam Altman acusándolo de no ser "transparente", algo que abrió la sospecha de un desarrollo sorprendente y peligroso para que el que no había salvaguardas suficientes. Altman fue contratado por Microsoft rápidamente, pero sus ex-empleadores reclamaron que volviera. El concejo fue cambiado por otro más amigable y Altman retornó a OpenAI más fuerte que nunca.
Fuerte demanda
En este contexto Elon Musk realizó su acusación: "OpenAI Inc. se ha transformado de hecho en una subsidiaria de código cerrado de la compañía tecnológica más grande del mundo: Microsoft". También acusa a Altman, Microsoft y a otros fundadores de conspirar para despedir a los miembros del concejo que no eran afines al proyecto de privatización y de abandonar la misión originaria de beneficiar a la humanidad con sus desarrollos. Para Musk, "el nuevo concejo consiste en miembros con más experiencia en empresas centradas en la ganancia o la política que en la ética de la IA y la gobernanza". En un memo interno Altman aseguró que no comprendía el argumento de Musk acerca de la incompatibilidad entre beneficiar a la humanidad y crear una empresa.
La demanda surge cuando OpenAI está en busca de financiamiento por 100.000 millones de dólares y es posible que Musk, quien sigue con sus propios desarrollos en IA, busque ponerle una piedra en el camino para ganar tiempo. Por otro lado, muchos dudan si liberar el código de los desarrollos de OpenAI, como reclama Musk, serviría para algo ya que el mayor desafío actual es conseguir enormes cantidades de datos y procesarlos con un brutal consumo de energía.
Algunos expertos creen que la movida tiene pocas posibilidades de prosperar y solo busca sumar ruido y atención sobre OpenAI que, de hecho, ya tiene varias demandas por parte de los dueños de los contenidos que se usan para el entrenamiento. La SEC, encargada de controlar los mercados financieros, también tiene bajo la lupa a OpenAI.
Ahora una corte en California deberá decidir si OpenAI traicionó los objetivos para los que fue creada. Lo que no podrá responder es si el desarrollo de la IA pone en peligro a la humanidad ni, mucho menos, cómo evitarlo.