Cartas echadas al mar. Un mar de hielo fosforescente dibujado por Zuckerberg y Musk. Niños desnudos, niñas empaladas, crucificadas como Cristo. Venta y colocación de drogas vía internet. Cartas de violencia y rencor mal escritas. Cartas de amor que vuelan sobre el corset de las Infantas, sobre los cuadros de Velázquez y las matanzas de Goya. Cartas que anuncian que estas cosas que se publican en los diarios no sirven para nada: solo son tinta seca, manipular de dedos sobre las teclas como queriendo limpiar el panorama de sangre. Solo son falanges tristes y rabiosas que aprietan pero dicen poco comparado con el olor a azufre y sudor de un policía argentino vestido de Robocop apaleando a un estudiante, llevando de los pelos a una chica, señalando a los que filman , a los que sufren, a los hambrientos. A esto nos llevaron. A noventa segundos del fin del mundo plagado de mosquitos que devoran a los niños. Brujería rabina, tarotista rabiosa, perros necrofólicos. El Embajador de la Luz en un país que se cae en oscuridades provocadas por su pléyade de secta...

La palma sudada del presidente se detiene en mi hombro y por sobre él lee lo que escribo. Es una mano insignificante, blanca y redonda. Es la misma que apretó los dedos de los mandatarios dudosos, de los enemigos. Es una mano de duende. Una terrorífica de film clase B donde la chica linda muere destripada. Las pelis que a él le gustan. Siento un mareo de esos que me llenaban la panza de flujo en las primeras horas del aula, como cuando quería huir de la escuela y de la cara bífida y gorda de Sarmiento.

-Che, ¿esto es actual o distópico, como dicen ustedes los zurdos?

Contesto con una frase que llevo escrita en un costado de la pantalla y que pertenece al actor Carl Weathers. El grone que peleó contra Rocky Balboa: “Es muy importante para mí que cada personaje que yo interpreto tenga ambigüedad. Porque sin eso, no podría ser un personaje. Nadie tiene una sola dimensión. Todas las personas tienen en la vida real tantos aspectos dependiendo de las circunstancias en las que ellos explican quiénes son en términos de su personaje”.

-¿Y eso con qué se come? -responde el mandatario.

-Cuando lo llamaron para actuar él mintió acerca de su condición boxística: nunca habíase puesto unos guantes y sin embargo ligó el papel de su vida. Es decir, como decís vos, que cualquiera puede llegar a cualquier lado engañando bastante y luego sosteniendo el embuste. Se entiende, creo. Se puede firmar un papel y luego desfirmarlo. Se puede usar una palabra y luego en los actos verter su opuesto. Se puede fingir demencia cuando lo que el loco hace es arreglar con su médico para que lo exima de pagar impuestos a la cordura. Se puede adulterar, regalar, coimear, engatusar, destrozar a un país con su gente adentro y nada pasa. Ni la conciencia golpea la puerta para advertir.

-Estás mirando muchas pelis del futuro -coteja y se estira sobre sus piecitos de bailarina mientras bosteza y ya dispuesto a echarse una siestita se saca su traje y se queda con una mallita roja primorosa. Es un rombo perfecto: cabeza en punta cintura de peleador de sumo y patitas de conejo. Lo tengo en la mirilla, hago ¡clack! y disparo con el dedo.

-Che boludo ¿qué te pasa? ¿Me querés matar de un susto, eh? ¿No sabés que los mandatarios como yo estamos en la mira de los subversivos todo el tiempo? 

Toma el control del aire y lo baja a 14.

-La otra noche entró mi ex novia sin avisar y me metí debajo de la cama. Pensé que eran comandos que venían a liquidarme. Hay que bajar la temperatura del mundo y llevarlo a la Era del Hielo. Que sobrevivan los que saben cazar focas y se sepan enfrentar al oso blanco en sus dominios. Solo así aprenderán a ser hombres de bien, duraderos, una raza especial y estéticamente superiores, ¿comprendés?

-Te regocijás con una cadena nacional onanista. La crueldad es comer bien mientras que el pueblo se enferma. Discapacitados, cáncer, dengue, chapas viejas dentro de aviones de guerra, fuerzas de tareas mediáticas, allanamientos sin orden del juez. Ni una albóndiga, ni pan. Crimen de cuello blanco y de traje. Un infierno. Policías con gas pimienta, lesivo, quema la piel y que los médicos tratan con protocolo especial porque no se sabe qué grado de afección produce. Ojos con balas de goma incrustadas, periodistas, jubilados internados, disparos a mansalva, diputados que defienden a la policía, gente presa por cantar el Himno. Miles de trabajadores hambreados marchando hacia el Country Newman Club. Bajarán la inflación pero con muerte. ¡Y ojo con sacarle guita a los jubilados para las educación pública, eh!

-Gesta de sangre. ¡Qué buen título para una peli! ¡Pero hay una buena mía: yo siempre dije que el Toto era un malandra! -exclama mientras empina una gaseosa cargada con azúcar extra. Se calza el uniforme de soldado táctico, azul gris y blanco solo por gusto, para dormirse una siesta vestido de luchador, camuflado como un soldado de fortuna. Algún día me iré de esta prisión y será con gusto a sangre en los labios, pienso teatralmente. Mientras tanto escribo, debo narrar para dejar por escrito esta maldición que parece no culminar nunca.

Pienso en mi futuro, el crédito que debo pagar, este manoseado trabajito que tengo que no se bien en que consiste pero me atrevo:

-Che, no podés ser tan crazy, man. Primero Zelinsky, después puteás a los presidentes de América Latina, te abrazás a Trump, a la generala de los yankis, alabás a la Thatcher, a los genocidas, apoyás a Israel, te dan el chupetín de campeón. Estamos en peligro por tus decisiones. ¿No te entra en la cabeza? ¿Llamás héroes a los que fugan los dólares y mandás al principal esquilmador a manguear? El país está gobernado por una banda armada. Cierro los ojos temiendo sus explosiones de ira que lo tornan como un jabalí furioso.

-¿Lo decís por tu país, Argentina, ese lugar de zurdos?

-Me refería a Haití -contesto con una sonrisa ficticia.

Lo miro: no echa humo por sus fosas nasales ni le crecen las orejas de duende. Por el contrario se ha tornado en un hada, quien sobrevolando se posa en la silla contigua. Miro el resto de mi té y alcanzo a comprender antes que todo se vuelva giratorio. El fondo de la taza delata alguna sustancia alucinógena. Intento pararme y veo serpientes boas incitándome a bailar. Horacio Quiroga y Güemes vienen en mi ayuda.

-Quedate sentadito -dice con una vocecita de niña. 

Está con su vestidito de Primera Comunión y reza de frente a la ventana que emite una luz rosada. En ese instante entra un gremialista con alitas de mariposa con una bandeja, otro con un garrote de plástico, la diputada con muchos pares de tetas gigantes como vaca, Balbín vestido de delantero, mi prima fallecida y otras figuras que me cuesta enumerar. Antes del desmayo final oigo la voz de él endulzada por la droga.

-Esto es así. El mundo está perdido, muchachito. Solo queda el Argamedón, un milagro para que me crezcan los pies y desaparezca mi papada. El resto, el resto es porquería. Dale un besito a papi.

En ese instante recuerdo haber fallecido de náuseas. Despierto en brazos de un policía de la bonaerense quien me conduce a palazos hasta un autito de juguete.

 

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