“MI sabiduría viene de esta tierra”, es el lema que acompaña como un faro incandescente los 52 años que lleva transcurridos la Universidad Nacional de Salta (UNSa), fundada el 11 de mayo de 1972, saldando así un reclamo social que llevaba al menos 20 años manifestándose.

La historia cuenta que para 1970 se realizaban constantes asambleas estudiantiles que tomaron las calles de la provincia, siendo la plaza 9 de Julio de la capital, el escenario central de lucha y reclamo por una Universidad Nacional y Popular. De esta fragua nacerá el Movimiento Pro UNSa, que comenzó a entablar relaciones y reuniones con diferentes actores políticos y sociales de la época.

Gracias a la lucha y constancia de aquellos pioneros se creó en 1971 la Comisión Nacional de Estudios de Factibilidad de la UNSa, la cual completó y entregó el informe correspondiente en Buenos Aires al ministro de Educación de la Nación.

Será entonces que a propósito de la visita a Salta del presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse para inaugurar el embalse Cabra Corral en 1972, éste comunicó al Movimiento Pro UNSa que la Universidad Nacional se crearía en el transcurso de un mes, lo que se dio el 11 de mayo de 1972.

(Imagen: Archivo del Museo Histórico de la UNSa). 

Hoy la Universidad sigue creciendo, con docentes de excelencia, graduando profesionales en diversas disciplinas que transitan por diferentes lugares de la provincia, el país y el mundo, mostrando la potencia e importancia que posee la casa de estudios salteña. Sin embargo, no son pocos los embates que intentan ponen en cuestión paradigmas que parecían un piso sólido de debate para la vida en democracia.

A raíz de estos interrogantes, protagonistas de la vida Universitaria reflexionan, comentan y rememoran sus días pasados y presentes en la Universidad Nacional de Salta.

Llegar a la Universidad

Andrea Villagrán es antropóloga, investigadora y actualmente directora del ICSOH (Instituto de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades). Su trayectoria en la UNSa tiene una raigambre que se cosechó a través de años de caminar las instalaciones. “Ingresé a la universidad en el año 2000, y también soy egresada del Instituto de Educación Media dependiente de la Universidad Nacional de Salta, el IEM”, enfatiza. “Entonces en el año 99 cuando egresé, de alguna manera experimenté una sensación de familiaridad con el ingreso al espacio universitario porque ya había transitado los seis años previos, articulando de manera muy fuerte con el conjunto de prácticas que hacen a la vida universitaria, una familiaridad se traduce en muchas cuestiones: la consulta de la biblioteca, el transitar el campus, el haber participado de espacios de discusión y debate político en la universidad, y haber ejercido también la ciudadanía universitaria participando de asambleas universitarias de sesiones del Consejo Directivo del propio IEM”.

Escudo de la Universidad Nacional de Salta

Los tránsitos universitarios resultan variados, inclusive desde edades impensadas. “Mi primera llegada a la UNSa fue a los 2 años, mi mamá tenía 20 y cursaba la Tecnicatura en Laboratorio, una carrera de pregrado que tenía en ese momento la Facultad de Ciencias de la Salud, y yo me quedaba en el jardín materno infantil”, comenta con sonrisa y nostalgia de los años transcurridos el profesor de Historia y secretario general de ADIUNSa, Diego Maita.

“Luego llego a la UNSa a los 16 años para cursar. Estudié antropología en el 96, me pasé a filosofía en el 97 y como teníamos un tramo común con historia, con educación y con letras, me gustó más historia y me pasé, así que me recibí de profesor en Historia en el 2004”.

Desde otra óptica el actual estudiante y presidente del Centro de Estudiantes de Humanidades, Lautaro Cabrera, historiza su tránsito por la UNSa. “Llegué a la universidad en 2019, ese fue el año en el que me inscribí a la carrera que estoy cursando hoy que es Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Ahora me encuentro cursando mi última materia y estoy iniciando el proceso de realización de tesis”. 

“Al momento de llegar a la universidad, de tener que elegir mi carrera, pasé por el proceso que pasan a muchos adolescentes que es la incertidumbre, el miedo de tener que elegir una nueva carrera, de tener que empezar en una nueva etapa de la vida, ya que la universidad tiene una lógica muy distinta a lo que es el secundario. Sin embargo, la universidad me abrió las puertas”. Lautaro aprovecha para recalcar que la elección no fue azarosa: “elegí a la Universidad Nacional de Salta por la calidad, el prestigio y la importancia que tiene la educación pública en nuestro país”.

Diego Maita, con campera azul, en el centro de las manifestaciones universitarias en los años 90.

“No puedo dejar de pensar que el contexto en el que yo ingresé a la universidad condicionó mi experiencia de la universidad”, resalta Andrea Villagrán, “lo hice en el año 2000 y estábamos viviendo socialmente lo que después fue el estallido del 2001 y la gran crisis. No fui ajena a eso en mi experiencia de vida universitaria en donde la cotidianidad estaba teñida con la presencia de los redoblantes y megáfonos convocando a acciones de movilización de protesta. Tengo el recuerdo muy vivo de eso, fue una experiencia en donde había permanentemente movilizaciones estudiantiles”.

Aquella universidad no escapaba al contexto de empobrecimiento que venía dándose en la Argentina y especialmente en el norte del país, donde el cierre de los ferrocarriles y las privatizaciones de YPF, generaron grandes estragos sociales, “había permanentemente reuniones y grandes discusiones sobre los planes de lucha para llevar adelante, y también en la vida universitaria viví todo el deterioro de las condiciones de vida, de los efectos de las transformaciones neoliberales de los 90. Muchos de mis compañeros y compañeras llegaban en bicicleta a cursar porque no era posible sostener el pago de un boleto de transporte, estudiábamos compartiendo apuntes y fotocopias, las repartíamos, las circulábamos y las compartíamos. Me acuerdo que se ofrecía algo que se llamaba El Solidario, una merienda muy económica, creo que salía 50 centavos, que era mate cocido con una tortilla, se ofrecía en el espacio del buffet que estaba bajo concesión del Centro de Estudiantes. Tengo un recuerdo muy vivo de eso que era de alguna manera un símbolo de todo lo que estaba pasando”.

Lautaro Cabrera, a la izquierda de la imagen.

El principal recuerdo que tengo es que la universidad me cambió la cabeza y el corazón para siempre”, comenta Diego Maita y agrega: “el tipo de conversación, de discusiones, el tipo de gente que conocí fue fundamental. Hoy miro con mucho cariño a la persona que fui antes de entrar a la universidad, pero agradezco todo lo que me habilitó y en ese momento implicó encontrarme con muchos compañeros, con muchas compañeras, y representó el encontrar sueños colectivos con una mirada sobre las injusticias históricas y fundamentalmente con un ámbito donde construir organización estudiantil”.

Lautaro, presidente del Centro de Estudiantes, ahonda en sus sentimientos en tiempo presente para con la Universidad: “Representa mi segundo hogar porque es el espacio en el que paso todos los días, incluso más tiempo dentro de la universidad que en mi propia casa. Es una institución muy importante que tiene un compromiso con la sociedad y que aporta constantemente a la construcción de una sociedad más justa y a la construcción de una sociedad mejor”.

Diferentes roles

Maita, como representante de la docencia universitaria, comenta: “el rol que hoy tengo en la Universidad trato de complementarlo y no olvidarme que fui estudiante, no olvidarme lo que necesitaba cuando era estudiante, pensar en las necesidades de mis estudiantes, tratar de dar la mejor clase posible, saber que puedo fallar, que puedo equivocarme, saber que aprendo de mis estudiantes todo el tiempo y saber que no soy solo yo y mi mérito, defectos, errores y limitaciones, sino que somos parte de un colectivo que dejamos el alma, el cuerpo y la vida en la universidad”.

En relación a ADIUNSa, Diego Maita remarca que “se da una dialéctica, porque uno aprende en el sindicato que es la continuidad del laburo que vengo haciendo desde estudiante y me llena de orgullo poder ocupar ese lugar donde sí creo que todo eso que uno aprende en la vida universitaria lo vuelca en la práctica. Soy consciente del rol que tengo en la universidad gracias a ser uno de los referentes de ADIUNSa, que es circunstancial, pero lo que importa del sindicato es la lucha colectiva. Es un rol de mucha responsabilidad estar frente a un sindicato y con la historia que tiene nuestro gremio”.

Años 70 en la UNSa (Imagen: Archivo del Museo Histórico de la UNSa).

“Al haber sido electo presidente del Centro de Estudiantes de Humanidades sentí una alegría inmensa y un profundo agradecimiento a todos los estudiantes que confían en el proyecto político que llevamos desde mi agrupación que se llama Voces. También, mucha responsabilidad y mucho compromiso por el lugar que nos toca ocupar, hacer que la realidad para los estudiantes que viven dentro de la universidad sea más justa, ese es el compromiso que tenemos y esa es la bandera que llevamos dentro de la universidad, y también la defensa de la educación pública, la justicia social, el bienestar y la permanencia universitaria”, remarca Lautaro Cabrera.

Disputas, sueños y anhelos

“El Gobierno nacional tiene que garantizar el correcto funcionamiento de las universidades nacionales, sin embargo, hoy con el ataque a las políticas públicas, el ataque a la educación, el congelamiento de las partidas presupuestarias y de los subsidios a los estudiantes, estamos viendo una creciente deserción. Son muchos los que no pueden estar o que se les está complicando acceder a la educación pública por el encarecimiento que ha tenido la vida, por los precios en general, los alquileres, la comida, las fotocopias y el transporte particularmente”, enfatiza Lautaro como representante estudiantil.

En tanto, Maita rememora y reflexiona: “El otro día en la marcha universitaria nacional decíamos: el médico que te atiende probablemente vengan de la universidad pública; el ingeniero que diseña rutas, probablemente venga de la universidad pública; los científicos que están atrás de los químicos, del detergente que tenés en tu casa, seguramente son profesionales de universidad pública. Son innumerables actividades laborales ejecutadas o diseñadas por profesionales de la universidad pública. Inclusive, parte del gabinete de Milei posiblemente sea de la universidad pública, digo esto como muestra de lo amplia que es la universidad pública, porque es una escuela de democracia, con todas sus virtudes y sus vicios, pero es una escuela primaria de democracia ejemplar con la participación, con el cogobierno. La universidad pública argentina es plural y sirve a la democracia y es por eso que mucha gente quiere siempre achicarla, porque es ejemplar en América Latina”.

El campus de la Universidad en plena construcción (Imagen: Archivo del Museo Histórico de la UNSa).

La Universidad nos brindó la oportunidad de tener una formación que nos permitiera transformar la sociedad en la que vivimos”, comenta la directora del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades, Andrea Villagrán, rememorando el tránsito y su permanencia por los pasillos de la UNSa. “Nos brinda la posibilidad de tener alguna incidencia en el espacio del cual formamos parte, contribuir con nuestro trabajo, con nuestra profesión a vivir en una sociedad mejor, en una sociedad más justa. En la carrera de antropología estuvo siempre presente la idea ineludible de que nuestra formación profesional nos lleva a un a un involucramiento social y que entonces nos preparamos también para construir conocimiento y para hacer un ejercicio de la profesión que nos vincula y nos implica con las problemáticas y con la realidad de la que formamos parte, con las problemáticas de nuestro medio, de nuestra sociedad y para ser activos agentes de transformación. Yo me formé bajo esa perspectiva”.

Con sus jóvenes 52 años, la Universidad Nacional de Salta es una muestra cabal de vitalidad, compromiso, posibilidad de ascenso social y conocimiento situado en un territorio alejado de los grandes centros urbanos pero con una riqueza invaluable en cuanto a diversidad cultural, social y posibilidades de crecimiento.

El norte se vuelve fuerte con la UNSa y la Universidad se vuelve fuerte desde el norte, porque su historia demuestra que está preparada para enfrentar períodos dictatoriales, de crisis social, política y económica, que su sabiduría viene de la tierra, y que son muchos y muchas los que están dispuestos a poner el pecho para seguir construyendo conocimiento laico, gratuito y universal desde la provincia más diversamente cultural del país.