"Te aviso que puede que hable mi bot", advierte Saramalacara antes de comenzar este mano a mano en las oficinas de Bohemian Groove, sello que la contiene a ella y al resto del colectivo RipGang. Sara lanzó en marzo su primer álbum, Heráldica, inspirado en su renacer espiritual y atravesado por sus reflexiones sobre el futuro. "Existe una falsa idea de que tenemos el control. Y así me gustaría llevarlo", afirma. "Siento que desde que comenzó la carrera musical de Saramalacara hubo mucho trabajo en la forma de ejercer ese control, y en cómo puede llegar a salir una voz física. A medida que fue pasando el tiempo, pude ir absorbiendo más y representando mejor el control que a mí me gustaría darle a esa voz. Al principio podía salir como un instinto y un reflejo. Con el tiempo, supo ser controlado."

Conformado por 12 canciones en las que termina de poner ambos pies en el hyperpop como soporte sonoro -o al menos en una traducción del estilo diseñado a su imagen y semejanza-, este disco tiene su voz como columna vertebral. Es la herramienta que conecta su pasado con su presente. "El proceso de exploración de mi voz es increíble", confiesa la cantante y compositora, que presentará este material este viernes 17/5 en C Complejo Art Media. "Mi registro es agudo, pero mi coach de canto me dijo que hubo un momento de mi infancia cuando decidí hablar grave. Eso tiene que ver con cómo querés que los demás te perciban. Aunque parezca irónico, las canciones las empecé a cantar cada vez más graves. Lo que además exploro a través de los gritos, capas y texturas."

En la Edad Media, un "heraldo" era un oficial de armas que tenía entre sus funciones declarar la guerra y los desafíos. También presidía torneos y era superintendente de los distintivos de la nobleza: si un noble no se comportaba como debía, era degradado. La indumentaria del heraldo se basaba en una túnica abierta por ambos lados, con mangas cortas y las armas del príncipe o pueblo que representaban bordadas o en relieve, delante y atrás. Y usaba espada. Mientras que el arte heráldico era la disciplina de entender y confeccionar los escudos de armas.

"La idea de la heráldica, o de construir un escudo que hable por nosotros, pasa por la protección y el miedo acerca del futuro", explica Saramalacara, quien en medio de su propio debate existencial aún no dio del todo espacio al transhumanismo o a lo cyborg. "Lo que te impulsa hacia el futuro siempre tiene esa sensación solitaria. Algo vas perdiendo en el camino. Los valores que a mí me interesa recalcar tanto en la carrera de Sara como en mi vida tienen que ver con la lealtad y el castigo a la traición. Lo que hace miles de años era un escudo de armas de una familia, de un círculo conformado por ciertas personas, me hace realzar la idea de la secta. La gente que sigue mi proyecto suele llamarse así, y eso me despierta una sensación de compañerismo."

  • ¿A qué le tenés miedo?
  • Al reemplazo de la tecnología en nuestros pensamientos y creatividad. La representación se representa cada vez más sola, y no necesita de nosotros. El proyecto es la preservación de las cosas, para poder protegerlas de cara al futuro. El final de esta historia es bastante angustiante, te deja un sabor semi amargo. Nuestra música se profundiza a través de internet, y de todas las interpretaciones que puede tener esa info. Y no todos te entienden. Ese mensaje se deforma. Ahí está la necesidad de hacerse fuerte y ponerse una armadura.

  • ¿Y para qué necesitás una armadura?
  • Podríamos remontarnos a la infancia, que es cuando aparecen los sueños en los que te preguntás qué querés hacer de grande. Estos sueños se van haciendo cada vez más serios, a medida que avanzás con la edad. Cuando se me apareció la idea de hacer música, y la hice, lo primero que sentí fue frustración. Ya está resuelto. No sabía que podía aportar algo. Todavía estoy viendo qué puedo aportar. A partir de la frustración fui viendo cómo salen las cosas nuevas, y ahí es cuando encuentro la gratificación artística en el nihilismo de presentar las cosas ya presentadas. Pero sin buscar la gallina de los huevos de oro. Al final de cuentas, estamos consumiendo algo de lo que alguien se inspiró, que a su vez lo tomó de alguien que se inspiró de otra cosa. Estamos consumiendo la basura vomitada de otro.

  • ¿Hace cuánto que venís pensando en todo esto?
  • Esta iluminación me viene porque mi primer disco tenía que ser grandioso. En la historia que quiero contar, necesito que el producto sea atractivo y lindo de escuchar. Mi música refleja "el camino del héroe". Hay una parte de clímax en la que están las canciones más subidas, donde el personaje se siente realizado y contento de lo que descubrió. Hay otras canciones que hablan de derrota. Cuando mi campo de visión se abre hacia nuevos horizontes, más infeliz me siento porque más opciones del mundo tengo, y eso me asusta más.

  • Hablás como si fueras hija de la Generación X: la del no futuro, la del punk…
  • Eso, lamentablemente, te lleva a lo más tradicional. Te lleva a querer buscar dónde están las bases sólidas, y te lleva a creer más en la fe y en las cosas espirituales. Es a lo que le decimos fe digital. En mi primer EP conectamos con la era digital. A partir de ahí, y sin saberlo, apunté hacia un lugar que iba a madurar de otra manera. Podía pensarse como la época más optimista de Saramalacara. Yo no sabía que eso iba a marcar el resto de mi vida. Ese camino como RipGang, en el que cada uno apuntó a su proyecto, fue necesario. Abandoné un poco eso para ir a mi búsqueda del tesoro. Si ese primer EP era optimista, en el siguiente me volqué a la musicalidad o lo sintetizado. Sin terminar de hacer trap, sin terminar de hacer música electrónica. Son géneros que me traspasan.

  • ¿En qué sentido?
  • Hay mucho trap en mi discurso, especialmente en la grandeza digital. El momento gánster del humano es cuando dice: "Las reglas no funcionan para mí. Voy a hacer las mías". Siento que eso también es muy argentino. Es lo mismo que saltarnos la fila o pasar gratis en el subte porque no estamos de acuerdo con las pautas que se están dictando en la sociedad.

Saramalacara se transformó en una de las figuras del movimiento trap local que encontró en la reinvención estética un canal para amplificar su discurso. "Lo que sucedió, para mí, fue que no les alcanzó a estas generaciones que fueron precursores del trap en la Argentina, porque llegaron a su techo", cavila. "¿Qué pasó con esta nueva ola que en 2019 estuvo en torno a la RipGang? No nos alcanzó con eso, y necesitamos ir a buscar hacia otros lugares. Era mezclar y sacar. En ese sentido, es muy acertado los tópicos que toca el proyecto Swaggerboyz. Ellos entraron al juego sabiendo que lo que podían aportar mejor era la sátira. Seguir el roleplay siento que es muy importante en días como hoy, que estamos todos bastante aburridos. La sociedad argentina se enoja cuando no mostrás tu realidad."

  • ¿Qué querés decir con esto?
  • Que se está muy acostumbrado al Gran Hermano. Acá no se quiere aceptar que vos hagas un personaje, y que después en tu casa seas diferente.

  • El tema con eso es el límite, cuando el personaje apologiza o busca quilombo.
  • Por ese lado, me preocupo por mis "jardines". Lo que trato de decir en mi discurso, al final del día, es que hay esperanza. Ya sabemos que nuestros ídolos punk se murieron arriba o abajo del escenario. O con una jeringa en el brazo. Ni siquiera tenemos que ir a Kurt Cobain, que es uno de mis ídolos. Podemos ir a XXXTentacion o Lil Peep, que se murieron y fueron precursores del emotrap, que empecé y considero que sigo haciendo. Y lo que predicaban no terminó bien. Pese a todo, hay luz. La insensibilidad de nuestra generación no está buena. Premiamos a la lógica estadounidense de la guerra.

  • Heráldica sale en una época marcada por la violencia, sobre todo contra la mujer.
  • Habiendo nacido como mujer, y autopercibiéndome como tal, la vida fue totalmente horrible. Todo me costó el doble. La necesidad de imponer respeto siempre fue importante para mí. Y ahí siento que está el más grueso de mis escudos. Nos salió muy caro a las mujeres usar la violencia y el resentimiento en el momento más fuerte del feminismo, en 2018 y 2019. Me ayudó a darme cuenta de muchas cosas que me pasaron durante la vida. Pero al mismo tiempo eso generó un resentimiento en la sociedad. Hay mucho enojo por haber salido a decir: "Hay que matarlos a todos". Y lo que está sucediendo ahora es una mini guerra.

  • Tenés el don de la palabra, lo que es más peligroso…
  • Eso también depende del día y de la situación. Nací en el 2000, y puedo comunicarme a partir de las maneras que fui absorbiendo y aprendiendo. El ser una persona interesada y letrada no le da más mérito al discurso.


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