El 4 de febrero pasado, en un estadio Monumental repleto como casi siempre, River le daba a Vélez una de las palizas futbolísticas más contundentes de los últimos años. La goleada 5 a 0 (4 a 0 en el primer tiempo) no fue mayor sólo porque River pisó el freno en la segunda etapa. Pero las diferencias resultaron tan gigantescas que dio la impresión de que se trataba de equipos de categorías diferentes. Esa noche Velez tocó fondo. Pero desde ese mismo fondo encontró las reservas para resurgir. Con tal potencia que tres meses y tres días después habrá de estar en la final de la Copa de la Liga ante el ganador que surja entre Boca y Estudiantes.
De los últimos catorce partidos que jugó, el equipo de Liniers perdió apenas uno (1 a 0 con Talleres en Córdoba). Pero más que en lo futbolistico, la levantada se fundamenta en cuestiones temperamentales que también juegan a la hora de definir campeonatos. Técnica y estéticamente, Velez no llena los ojos ni los llenará, acaso porque no lo pretende. Pero su fortaleza mental es tan notable que inconvenientes que, dentro y fuera y de la cancha, podrían descomponer a más de un plantel, este Vélez los supera porque tiene jugadores que ante la adversidad no aflojan. Aprietan los dientes y van para adelante. A pesar de todo.
Cualquier otro grupo hubiera quedado muy tocado luego aquel episodio en Tucumán que derivó en la acusación por abuso sexual y la rescisión de los contratos de Sebastián Sosa, Braian Cufré, José Florentín y Abiel Osorio. Pero este de Vélez se fortaleció hacia adentro y resistió el golpe. Y en los últimos tres partidos volvió a rendir y aprobar una prueba de caracter: tenía que ganarle a Independiente Rivadavia en Mendoza para entrar en los cuartos de final y le ganó. Y ante Godoy Cruz y Argentinos compensó con pierna fuerte y corazón caliente, la desventaja de jugar con un hombre menos por las expulsiones de Elías Gómez y Braian Romero y salió al frente.
Y hay un merito mayor en todo eso: juveniles como Valentín Gómez y Thiago Fernández (20 años) y Christian Ordoñez (19) que, en otro contexto podrían achicarse ante la primera adversidad, luchan espalda contra espalda junto a los más expertos del plantel como Francisco Pizzini, Agustín Bouzat, Claudio Aquino o el propio Romero. Hay una química entre chicos y grandes y una predisposición colectiva para correr y meter hasta la última gota de sudor que acaso expliquen este momento mucho más que los aciertos que puedan tener los planteos del técnico Gustavo Quinteros.
Seis meses después de haberse salvado del descenso en la última fecha de la Copa de la Liga del año pasado, Vélez renace para ir en búsca de un título en Primera que lleva once años sin poder lograr. Si el domingo le tocara alzar la copa en Santiago del Estero, no dejará el recuerdo de un fútbol pulido, creativo y vistoso. Pero habrá que reconocerle su resilencia y su granítica condición espíritual para emerger de los trances desfavorables. Con estos materiales, también se construyen los campeones. Dentro y fuera de la cancha.