Lo mejor está por venir 8 puntos
Il sol dell’avvenire, Italia, 2024
Dirección: Nanni Moretti
Guion: Francesca Marciano, Federica Pontremoli, Valia Santella y Nanni Moretti
Duración: 95 minutos
Intérpretes: Nanni Moretti, Margherita Buy, Silvio Orlando, Barbora Bobulova, Mathieu Amalric, Jerzy Stuhr.
Estreno: Disponible en salas.
Como la fábula del escorpión que le pide a la rana que lo ayude a cruzar una charca, pero a mitad de camino le mete un aguijonazo porque no puede ir contra su propia naturaleza, Lo mejor está por venir, nueva película de Nanni Moretti, confirma que la obra de un autor se compone de eternos retornos y obsesiones inevitables que le dan forma a su identidad cinematográfica. Un Moretti auténtico que regresa a los temas que lo ocupan desde que arrancó a filmar en los ‘70 y que vuelve a rascarse donde le pica. O como el escorpión, a picar justo donde duele.
Acá no faltan ni el alter ego autoreferencial ni los juegos metacinematográficos. También dicen presente los giros psicoanalíticos, los números musicales y las coreografías que surgen de la nada para mejorar la realidad, la discusión política que vuelve a proponer al comunismo como filtro para ver y entender el mundo y el perfil de Roma como escenario omnipresente. Elementos que serán procesados por las licuadoras de la ironía, el sarcasmo y una autocrítica a la que la gracia habitual de Moretti no le quita ni lo salvaje ni lo adecuado. Todo eso al servicio de la historia de un director de cine obsesivo, al que diversas crisis le complican avanzar no solo en el rodaje de una nueva película, sino directamente en la vida.
Giovanni encara ese trabajo aferrado a una serie de rituales casi bilardistas que le dan seguridad: ver en familia Lola (1961); evitar que las mujeres usen calzados que dejen a la vista sus talones; dar vueltas por alguna de las plazas circulares de la ciudad. Sin embargo, el paso del tiempo interviene en la ecuación, impidiéndole cumplir con algunos de ellos. Por ejemplo: su hija lo abandona apenas comenzada la película de Demy para irse con su nuevo novio. Su esposa y productora hará lo propio, para atender cuestiones que tienen que ver con la producción de la película de otro director.
Lo mejor está por venir intercala dos líneas narrativas. Por un lado, la vida de Giovanni, quien, como los personajes de Woody Allen en sus propias películas, parece vivir en un estado de crisis permanente. Por el otro, las escenas de la película que está rodando, ambientada en un barrio obrero romano en los ‘50. Ahí retrata la relación entre el jefe local del Partido Comunista y una militante, quienes organizan la visita de un circo húngaro, justo cuando en Hungría estalla la revolución anti soviética de 1956. Estas dos líneas le permiten a Moretti jugar con el cruce de pares opuestos: el de realidad y ficción; el de presente y pasado; el de los sueños rotos y las utopías eternas.
El paralelo entre Moretti y Allen es (siempre lo fue) inevitable. La escena donde su alter ego interrumpe un rodaje ajeno para hacer entrar en cuadro a distintos intelectuales que justifican su visión del mundo recuerda a la disruptiva y cómica aparición de Marshall McLuhan en Annie Hall (1977). Su colección de citas cinematográficas que añoran un pasado siempre mejor también lo son, aunque Moretti elija esa mirada esperanzada que anida en el título. Y es que Lo mejor está por venir es una película sobre el cine, sobre el estado de la industria y el valor que la sociedad actual, obsesionada con la lógica mercantil, le da a la cultura.
Pero esa tensión que Moretti propone entre presente y pasado también le sirve para usar al cine como herramienta para rescribir la historia a gusto, a lo Quentin Tarantino. El cine como espacio donde el pasado puede ser mejorado por la ficción a través de la puesta en escena de la autocrítica, un ejercicio muy útil que nunca está de más, aunque muchos se niegen a aceptarlo. Por todo eso, no hay un lugar y un tiempo más oportunos que la Argentina 2024 para este estreno: a veces y para algunas cosas, el peor momento es el mejor.