MONKEY MAN: EL DESPERTAR DE LA BESTIA 6 puntos
(EE.UU./Canadá/Singapur/India, 2024)
Dirección: Dev Patel.
Guion: Dev Patel, Paul Angunawela y John Collee.
Duración: 121 minutos.
Intérpretes: Dev Patel, Sharlito Copley, Sobhita Dhulipala, Pitobash, Sikandar Kher.
Estreno en salas de cine.
El flashback señala el camino del trauma. La leyenda de Hanumân, el señor de los monos, uno de los dioses del hinduismo, es relatada por una madre a su pequeño hijo. El ambiente es natural y bucólico, pero pronto esas imágenes son violentamente reemplazadas por las de un ring y dos luchadores enmascarados. En una suerte de catch con puñetazos y patadas muy reales se enfrentan el Favorito, Rey Cobra, y el eterno perdedor, Monkey Man, el hombre mono. Quien sufre y suda debajo de la máscara simiesca es, desde luego, la versión adulta del chiquito del comienzo, un hombre que, más allá de parar la olla dando y recibiendo golpes, tiene una misión secreta: vengar un gigantesco mal del pasado, del cual, varias décadas más tarde, aún no logra recuperarse. Cuando el luchador se quita la máscara todos lo llaman, simplemente, Kid, y el rostro es el de Dev Patel, el actor londinense de padres kenianos y ascendencia india que supo convertirse en una estrella gracia a su papel protagónico en el film de Danny Boyle Slumdog Millionaire - ¿Quién quiere ser millonario?
No hay reseña de Monkey Man: el despertar de la bestia que no haga hincapié en un detalle: el hecho de que el debut de Patel como realizador se afinque en el territorio de la superacción, con fuertes elementos del cine de artes marciales. Es evidente que el actor no había exhibido previamente señales de adoración por el género, pero lo cierto es que la propia película demuestra que el gusto por ese universo está bien presente. En realidad, Monkey Man echa raíces tanto en las películas hiper violentas de Indonesia como en la saga John Wick (hay un chiste autoconsciente al respecto), amén de una estructura que, en su etapa intermedia –la más calma, antes de la tormenta final– recuerda a algunos clásicos del cine de kung fu en su vertiente shaolin. Pero en un primer momento a Kid no le interesan los rezos sino cargarse a un importante miembro de la policía local y a un líder religioso mesiánico que, gracias a otra serie de flashbacks explicativos, quedan ligados a una masacre con mucho de limpieza étnica ocurrida años antes.
Y así, en un antro sofisticado en el cual se come, se bebe, se consumen drogas y se fornica con prostitutas, todo en un mismo paquete, Monkey Man, sin máscara que proteja su identidad, arranca con el plan vengativo. La secuencia de acción comienza con "Roxanne", de The Police, de fondo y dura más de quince minutos, durante los cuales la lucha a puño limpio continúa a los tiros para desembocar, finalmente, en una excitante persecución por las calles de una gran urbe india creada para la ocasión (el film está hablado en inglés con un importante porcentaje de diálogos en hindi).
Patel y sus coguionistas meten pausa mientras el héroe se recupera de las múltiples lastimaduras y allí es donde el film comienza a hacer un poco de agua, transformando la iluminación interior, siguiendo el entrenamiento físico y mental más arduo, en el punto de partida para una posible rebelión de un grupo de parias de la sociedad. Luego, la secuencia climática y el duelo final, volviendo a la más pura actividad corporal, con sus huesos y otras partes de la fisonomía humana quebrados en mil pedazos. Habrá que ver si con Monkey Man, un acercamiento noble a un cine usualmente despreciado, nace un nuevo héroe de acción o se trata simplemente de un debut y despedida.