La ocasión es perfecta, adecuada y pensada desde hace un tiempo. La propia Paula Schargorodsky lo refiere: "Es un amor mutuo, del interés de la sala por mi película y del mío por la sala". La alusión es para El Cairo, Cine Público, en donde hoy a las 20.30, y con entrada libre y gratuita, se exhibe en carácter de estreno nacional la película 35 y soltera, el esperado largometraje de la realizadora de Buenos Aires, quien estará presente durante la proyección.

De esta manera, Cine El Cairo celebra el Día Internacional de la Mujer con un título que trae aparejada una trayectoria relevante, de resonancia. A grandes rasgos, en 35 y soltera Schargorodsky se sitúa como personaje de sí misma, revisita sus historias amorosas ‑todas prolijamente grabadas en Hi8‑, sale al encuentro de ellas y de ellos, a quienes busca y vuelve a grabar. Mientras tanto, se pregunta si tiene claro hacia dónde se dirigen su vida y, desde ya, la propia película. Ahora bien, el largometraje ‑antes y furiosamente‑ supo circular como un cortometraje de trascendencia internacional a partir de 2013.

"Durante el recorrido por los laboratorios y festivales, cuando la película estaba en proceso, uno puede darse cuenta de que tiene un tesoro a veces más valioso que la película terminada, porque es una promesa de película en donde muchos quieren participar o producir. Yo fui de menor a mayor, de festivales más chicos a terminar en el Festival de Tribeca, que dirige Robert De Niro. Allí nos dieron un fondo como proyecto latinoamericano, y tuvimos una reunión pedida por el New York Times. Ellos vieron el trailer y las escenas que proyectamos, y me pidieron hacer el corto", explica Schargorodsky a Rosario/12.

"Fue una sorpresa. Yo les contaba de la película, que en ese momento se llamaba 'La chica detrás de cámara', porque durante muchísimos años anduve con una cámara encima, filmaba todo. Fue así como filmé mis noviazgos y rupturas, mi familia, a mis amigas que se iban casando y teniendo hijos. La vida iba avanzando en una dirección pero la mía en otra, porque seguía soltera. Al explicarles que tenía 35 años, que era soltera, judía, con una familia que me presionaba, el editor del New York Times me frenó en seco y me dijo: 'Así se llama la película: 35 y soltera'", continúa la realizadora.

 

"Fui de festivales más chicos a terminar en el Festival de Tribeca, que dirige Robert De Niro."

 

‑- ¿Cómo fue ese proceso de trabajo?

-‑ Me dieron mucha libertad a la vez que colaboración. Lo más gracioso es algo que ellos llaman "Fact check", en donde todo lo que decís tiene que estar comprobado. Me trataban como si estuviera haciendo un corto de la guerra en Irak pero sobre mis relaciones amorosas y mi familia. Yo podía estar en la isla de edición y de pronto me llamaban y preguntaban si era verdad que tenía 35 años, porque la película tenía que salir antes de cumplir los 36 (risas). Llevó casi un año entero de producción, y fue una sorpresa todo lo que pasó. Superó los 5 millones de visitas, fue el corto más visto en ese tiempo a nivel mundial, tapa en los principales diarios del mundo. No sabía lo que estaba haciendo. De pronto, me tomo un avión, aterrizo en Alemania y la gente me reconocía, fue muy fuerte lo que pasó.

-‑ ¿Cómo incidió esa experiencia en el largometraje?

-‑ Al trío que produjimos la película ‑junto a mi editora Rosario Suárez y la guionista Julieta Steinberg‑ nos permitió darnos cuenta de que era una película generacional, que trascendía fronteras. Me escribían mujeres de todas partes del mundo, incluso de Afganistán, también hombres. Eso nos dio mucha fuerza para contar el largo desde ese lugar.

-‑ Se nota en la película el dilema entre revisitar tu historia y enfrentar la resolución dramática que se propone.

-‑ El arte de hacer la película es el de la propia vida también: el desafío fue, a su vez, poder terminarla. Quisimos apelar mucho al humor, y que no se tratara de un documental dramático, sobre estar soltera, sino que estuviese la posibilidad de reírse de uno mismo, a nivel personal y nivel profesional, como lo refieren todas esas dificultades que uno tiene, cuando el equipo se me volvía en contra o al no poder encontrar la estructura narrativa necesaria. El hecho de estar haciendo la película pasó a ser una de las líneas de la película misma.

-‑ Desdoblarte tampoco debe haber sido fácil, como personaje y directora.

-‑ Me pregunté cuál era la faceta más importante, en mi caso siempre fue la de directora, así que me mandaba al muere de algún modo (risas). En lo personal, no quería irme a un encuentro que me destrozara emocionalmente, pero si no lo hacía no tenía película.

Hoy Schargorodsky es madre reciente. Ver el film permite, a su vez, reencontrar esas preguntas desde las decisiones del presente. Una línea de tiempo que excede a la realizadora así como toca a todo espectador y espectadora: "Cuando salió el corto, gran parte del impacto tuvo que ver con que en ese momento había un cambio de paradigma, fue un momento de quiebre, donde podías decir esto: tengo 35 y estoy soltera. Ahora puede ser un poco más normal. Pero también me parece que la transgresión que la película propone es la de rebelarse con el mandato más patriarcal de tener casarse, tal como le pasó a mi abuela; la película, de hecho, comienza con ella. No es una película que esté en contra del matrimonio como institución, pero sí del deber ser, del mandato de tener que estar casada a una edad determinada".