Este 8M el país vivirá un momento histórico: el paro internacional de mujeres frenará la producción para mover el mundo. Anticipa el tratamiento en el Congreso del proyecto de ley que permite la interrupción voluntaria del embarazo y que fue presentado por séptima vez.
Vamos a cambiar el mundo, lo estamos cambiando en realidad. Las mujeres seguimos armando redes, aunando voluntades, sumando apoyos y trabajando unidas en pos de la trasformación social. Somos muchas y muy distintas, pero nos hermana la imperiosa necesidad de enfrentar un sistema patriarcal que persiste y nos condena a la violencia, la desigualdad y la marginación. Estamos viviendo un momento histórico, se siente en la calle, en las redes sociales, en los medios de comunicación, en nuestras conversaciones cotidianas. Más que nunca lo personal es político. Gracias a la lucha incansable de este movimiento que no para de crecer, hoy tenemos nuevamente la oportunidad de debatir en el Congreso temas fundamentales que hacen a nuestros derechos sexuales y reproductivos, como son la despenalización del aborto y la posibilidad de decidir sobre nuestro propio cuerpo, que se completan en el texto de la ley con la obligatoriedad de la educación sexual integral.
Sin dudas esta es "una de las grandes deudas de la democracia", como se leía en algunos de los carteles que las militantes de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito llevaron al Congreso, en ocasión de la presentación por séptima vez del proyecto de ley. Con los pañuelos verdes, símbolo de esta iniciativa que viene reclamando por la interrupción voluntaria de los embarazos desde hace más de una década, hemos recorrido un largo camino plagado de obstáculos, junto a mujeres de diferentes procedencias e identidades políticas, y enfrentado la oposición de los grupos más reaccionarios de nuestro país. Recordemos que, en el año 2015, la propuesta que había sido consensuada por representantes de diferentes partidos fue frenada en la Comisión de Legislación Penal, por aquel entonces presidida por Patricia Bullrich.
Sabemos que se respiran aires nuevos, esta cruzada feminista que viene batallando por el fin de la violencia machista y la libertad de decidir sobre nuestros cuerpos está moviendo el tablero político y alterando la agenda mediática, desnudando prejuicios e hipocresías, cambiando prácticas y desnaturalizando estereotipos muy arraigados. La fuerza de esta marea que irrumpe en las calles, que se moviliza sin mezquindades nos conmueve y entusiasma. ¿Será aprobada, por fin, la ley que puede evitar la muerte de mujeres pobres por abortos clandestinos?
No podemos permitir que se repita otro caso más como el de María Campos, madre de cinco hijos y oriunda de un pequeña localidad rural norte de Santiago del Estero, que falleció a causa de una infección generalizada en el hospital. Según las estadísticas oficiales, los abortos inseguros son la primera causa individual de muerte de embarazadas, desde 1980, en la Argentina.
Por eso, este 8M el movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y trans volverá a parar y marchar para que el Estado dé respuestas a estas demandas históricas. Es la hora de concentrar fuerzas y empujar por este cambio fundamental para la salud y la libertad de las mujeres. Dejaremos de producir y reproducir, en nuestros lugares de trabajo y en nuestros hogares, y saldremos a las calles para exigir educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto seguro para no morir.