PáginaI12 En España

Desde Barcelona

Este lunes la región intentará, en una nueva sesión de investidura, formar gobierno y de- sencallar su situación, a más de dos meses de haberse celebrado los comicios y cuatro de que el gobierno de Mariano Rajoy suspendiese su autonomía. Pero la incertidumbre es máxima y el temor de unas nuevas elecciones se hace cada vez más patente, a la espera de que el Tribunal Supremo autorice al candidato Jordi Sánchez –actualmente en prisión preventiva por su vinculación con el referéndum del 1 de octubre– a acudir al Pleno en el Parlament y, si lo hace, de que las tres fuerzas independentistas consigan la mayoría de votos para declararlo nuevo president. El decano del Colegio de Politólogos y Sociólogos de Cataluña, Jordi Pacheco i Canals, se adentra en este complejo panorama y lo analiza rigurosamente para PáginaI12 en Barcelona.

Las últimas encuestas del Centro d’Investigacions Sociològiques (CEO) muestran que el apoyo al independentismo en Cataluña cayó hasta el 40,8%, una cifra que no se veía desde que en 2012 empezara el “procés”, mientras que los contrarios a la independencia crecieron desde el 43,6% a la cifra récord del 53,9%. 

–¿A qué se deben estos cambios registrados desde el pasado octubre? ¿Percibe usted también un cierto “desencanto” entre los partidarios de la secesión?

–Hay que ir con cuidado con sacar conclusiones de las encuestas en momentos de alta volatilidad política y habrá que ver si se consolida la tendencia de la pérdida de centralidad política del independentismo. Dicho esto, los partidarios de la secesión están desconcertados con sus representantes y sus actuaciones erráticas, coexistiendo ahora dos tendencias: la que quiere la construcción inmediata de la República y la que prefiere aplazarla en busca de más apoyos sociales. Está por verse en las próximas semanas cuál se impone en la opinión pública. 

–Tras las represalias del Estado español que acabaron con una autonomía intervenida, personas entre rejas o en el exilio y decenas de procesados, ¿la vía unilateral hacia la independencia está descartada?

–Al contrario, todo esto la puede reforzar a medio plazo. El choque se explica por la percepción hegemónica que existe en España de que a más autonomía, más peligro de secesión, contrapuesta a la percepción en Cataluña, donde se tiende a pensar lo contrario, que a más autonomía, menos peligro de secesión. Estas diferencias complican la salida dialogada y aumentan el riesgo de que se active la voluntad de actuar unilateralmente.

–El 21 de diciembre las urnas dieron como fuerza ganadora en votos a Ciudadanos, un partido constitucionalista, y como vencedores en escaños a los tres partidos independentistas. ¿Refleja este resultado a una sociedad profundamente dividida?

–Los resultados electorales, efectivamente, muestran dos polos opuestos entre partidarios y contrarios a la independencia, si bien hay que matizar que algunas fuerzas políticas intentan salir de esta polarización, lo que hace muy complicado afirmar si existe o no una voluntad mayoritaria a favor de la independencia. Pero esta polarización no lleva a una “sociedad profundamente dividida”, con dos sociedades paralelas con poco contacto entre ellas, sino a lo normal en todas las sociedades occidentales: pluralismo y, por definición, divisiones políticas en sus parlamentos y en sus opiniones públicas. 

–El único partido que intentó salirse del binomio “independencia sí o no”, la coalición entre Podemos y la formación de Ada Colau, Catalunya en Comú, se quedó muy lejos de lo esperado, con solo ocho diputados. ¿No es posible encarar la política catalana desde otro prisma y volver, por ejemplo, al eje izquierda-derecha?

–Es difícil que se imponga otro prisma porque está en juego la propia estructura de participación política. Muchos ciudadanos perciben que sus opiniones no llegan a los fórums donde se toman las grandes decisiones que afectan su vida cotidiana, como las cumbres de Naciones Unidas o el Consejo de ministros de la UE, o perciben que forman parte de una minoría permanente con poca incidencia en la política española. A este sector de la ciudadanía, el eje izquierda-derecha los interpela pero, a efectos prácticos, lo ven desconectado de su realidad política.

–¿Ve factible un acuerdo entre las tres fuerzas independentistas, teniendo en cuenta las significativas diferencias de base que existen entre ellas?

–Es posible que esta legislatura se acabe pronto y se convoquen elecciones. Pero si los tres partidos pro independencia no se ponen de acuerdo en una estrategia clara, existe riesgo de desbordamiento popular y de que pierdan su rol de intermediarios válidos, lo que complicaría enormemente la gestión de la situación.

–¿Debería el juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, permitir la asistencia de Jordi Sánchez al pleno de investidura?

–Las democracias occidentales se han construido en base a la centralidad del Parlamento. Todo el edificio institucional se basa en su inviolabilidad, al ser el representante electo del pueblo, de forma que tanto el Ejecutivo como el Poder judicial deben abstenerse de actuaciones que modifiquen la voluntad parlamentaria. No respetar este principio es resbalar hacia concepciones que niegan la esencia misma de la democracia, algo muy peligroso para el prestigio de la democracia en Europa. Recordemos que Jordi Sánchez es un diputado que está en prisión preventiva, no está inhabilitado.

–¿Qué supondría para Cataluña ir nuevamente a elecciones?

–Sería una señal de debilidad de la democracia española, incapaz de digerir de forma constructiva la demanda de acomodación política de la mayoría de la ciudadanía catalana. Si a los que quieren la independencia se les suma los que quieren articular España de forma federal o los que prefieren una forma de gobierno republicana, llegamos a la conclusión de que la Constitución Española de 1978 ha perdido su legitimidad en Cataluña y que hay que abrir un gran diálogo político y social que lleve a un nuevo equilibrio constitucional.

–¿Carles Puigdemont podrá mantener un papel relevante en la vida política catalana desde Bruselas? ¿Ve viable su plan de Consell de República en el extranjero?

–Es difícil de prever. Su papel será el reflejo de la voluntad popular de construir una República en Cataluña. El Estado español puede neutralizar a la Generalitat porque está dentro de su ámbito territorial pero si la voluntad republicana se consolida en Cataluña, estas instituciones en el exterior pueden acabar constituyéndose en un nuevo Estado. 

–¿Qué efectos está teniendo a nivel político y social la intervención de la autonomía catalana a través del artículo 155?

–Ha supuesto la suspensión de todo debate estratégico en materia de políticas públicas y la pérdida del control ciudadano y parlamentario de sus servicios públicos. Además, ha generado un caos de legitimación en la Administración Pública, con altos cargos que no se sabe a quién deben su puesto, ni a qué proyecto político sirven, lo que ha llevado a un funcionamiento autocrático, sin control democrático. Esta anomalía debe solucionarse lo más rápidamente posible.

–¿Cree que se podrían haber evitado las encarcelaciones y la suspensión del autogobierno?

–Si la fiscalía no hubiese pedido prisión, ahora mismo los cuatro encarcelados estarían libres, los jueces no hubieran tenido elección. Y la suspensión del autogobierno responde a una decisión política que se hubiera podido evitar perfectamente. No había ninguna necesidad de llegar a estos extremos que, por otra parte, son dudosos de tener cobertura en la Constitución española.