En el Día Internacional de la Mujer, en este marco de lucha por los derechos y avance en las consignas que las compañeras y compañeros hacen carne con movilizaciones, expresiones, encuentros, en esta jornada donde se retoma el ya instalado “Ni una menos” para que la lucha contra la violencia hacia las mujeres se consolide en la disminución real de femicidios, quienes estamos al frente de los gobiernos locales tenemos que tomar la responsabilidad que estos tiempos nos exigen. Cuando hablamos de violencia, hablamos de todo tipo de violencia: la física, laboral, simbólica, económica.
Las mujeres se desarrollan dentro de las ciudades, y es desde los estados locales donde atendemos como primer mostrador las demandas, abordamos las problemáticas, generamos de primera mano las soluciones. Es en nuestros pueblos donde vemos de primera mano cómo las personas se benefician o se perjudican ante las decisiones políticas, y es allí donde podemos trabajar a través de la relación de cercanía para mejorar la calidad de vida de las ciudadanas y ciudadanos.
Los últimos dos años han sido de retroceso en políticas públicas nacionales que emancipaban los derechos de las mujeres, y a su vez la cantidad de femicidios ha ido en aumento. En primer lugar, la dirigencia política debe atender y responder responsablemente y con decisiones de fondo a la agenda pública. De hecho en la Argentina, el año pasado se realizó el primer paro nacional de mujeres, adhiriendo a la consigna internacional, y fue contra las políticas de Mauricio Macri.
Cuando un gobierno baja las jubilaciones, ejerce violencia hacia las mujeres, siendo que el 86% de ese universo es femenino; cuando un gobierno quita medicamentos a esas jubiladas, sigue ejerciendo violencia y en este caso directamente sobre sus cuerpos; cuando un gobierno ajusta en la asignación universal, que les garantiza a mujeres de menos recursos un piso de contención social, afecta violentamente sus derechos; cuando un gobierno pretende subirse a la agenda de discusión sobre despenalización del aborto pero vacía la educación sexual integral de contenidos y de recursos, elimina los anticonceptivos de larga duración del programa de salud sexual, vacía los efectores públicos y de profesionales de la salud, solamente expone a las mujeres a más y más violencia.
Es en los municipios, las alcaldías, donde tenemos que deconstruirnos y volver a construir significados en relación a la temática de género. Las características conservadoras y tradicionalistas, particularmente de los pueblo del interior, hace que nuestro trabajo sea doble y que necesite estar articulado con la provincia y la nación para poder abordar integralmente los temas que hoy día demandan nuestras sociedades: trabajo digno y equitativo para mujeres y hombres, fin de la violencia, educación integral con perspectiva de género, más participación en las decisiones de poder, acciones concretas en cuestiones de salud reproductiva, política de cuidados, políticas de salud sexual, políticas para garantizar la libertad en la decisión sobre los cuerpos, y sobre las propias vidas.
El desafío es enorme, el cambio es cultural, pero si el peronismo del siglo XXI pretende representar a la población con un proyecto de transformación, acá está la agenda principal. Es la hora de las mujeres.
* Intendente de la Municipalidad de San Antonio de Areco.