La marcha del 8M es, desde ayer, una de las mayores convocatorias populares en Rosario. Ante la movida mundial por el Paro Internacional de Mujeres, esta ciudad respondió con una concentración que superó las 30.000 almas, a lo largo de unas 16 cuadras colmadas que caminaron en paz contra la violencia machista y a favor de la despenalización del aborto y de la equidad de género, las consignas centrales coreadas entre la plaza San Martín, bulevar Oroño, Pellegrini y hasta el Monumento.
Detrás de un cartel que aludía a la gesta internacional feminista, se encolumnó una multitud de mujeres ‑con notorio predominio de jóvenes‑ convocadas, muchas, desde organizaciones feministas, de derechos humanos ‑surgió la variante HIJAS‑, agrupaciones LGBTI, estudiantiles, partidos políticos y algunos sindicatos. Pero también ‑y aquí una de las singularidades de la marcha‑ hubo una ostensible afluencia de mujeres independientes, jóvenes y adultas que participaron por pura convicción genuina. Como Clara, de 21 años, que se plegó al gentío sin pancarta ni consignas pintadas en la piel, ni topless, ni pañuelo verde o purpurina violeta. Jugadora de hockey de Universitario, llegó con su bolso de entrenamiento y se dispuso a marchar. "El tema me toca como mujer, veo injusticias sobre todo en mis amigas, y sin embargo algunas hoy se fueron a la isla. Hay que participar para que la sociedad entienda y no prejuzgue mal. Los medios tiene la culpa también, porque corren el foco de discusión, se preocupan si se pinta una pared. Buscan el error para estar en contra. Por eso vine, es importante que las mujeres estemos unidas", dijo.
Tantas semanas de planificación no fueron en vano. Fue evidente que esta marcha tuvo esmero en la producción visual: miles de pañuelos verdes alegóricos al aborto legal, seguro y gratuito, el color violeta en remeras y mejillas coloreadas. Baile colectivo y callejero. Una gran pelota de fútbol acompañada por una comparsa de chicas con camisetas de Messi sacándole tarjeta roja al acoso machista. La gran vulva de cartón pintado para avisar que "se cae el patriarcado", y hasta la habilidad de meter la palabra misoprostol en un cantito tribunero.
El planteo no fue solamente feminista, y lejos pareció quedar del gobierno que habilitó la séptima ocasión de debate parlamentario sobre despenalización del aborto. A la cabeza de la movilización se esgrimieron consignas "contra el ajuste y la represión", rechazo a la reforma laboral y previsional, "basta de femicidios, abusos y acoso" y por el aborto legal, seguro y gratuito".
La marcha desembocó en el Monumento a la Bandera, donde Sonia Tessa y Lorena Panzerini, periodistas de Rosario/12, presentaron a las mujeres que leyeron el documento de 13 páginas que expone el planteo colectivo.
Jugadora de hockey de Universitario, llegó con su bolso de entrenamiento y se dispuso a marchar.
"Me hace feliz que la gente está tomando conciencia", dijo Fernanda Serna, a salvo ya de un marido violento y miembro de Mujeres en Lucha, disfrazada como "la bruja que quemaste y sobrevivió". "Seguimos reclamando presencia del Estado. Nosotras somos las primeras a las que echan del trabajo, las que ganamos menos que los varones y las que más nos cuesta conseguir empleo". A su lado, encabezó la marcha Rosalía Benítez, sobreviviente de un marido que en 2012 le descerrajó 8 balazos en Villa Gobernador Gálvez y la sometió luego a un calvario que la hizo renacer con la conciencia de que lo suyo "no debe pasarle a ninguna mujer, y por eso hay que marchar", según ella misma dijo. Majo Gerez, referente de Patria Grande y otra de las organizadoras, también se entusiasmó al corroborar la enorme afluencia al llamado feminista. "Hoy hay una ola de denuncias por acoso, por violencia, y antes eso no pasaba. Eso es obra de nosotras, organizadas, que no nos callamos más", dijo.
Destacó adelante el cartel de la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir, un espacio con presencia en todo el país y que en el área de salud pública rosarina reúne a quienes trabajan en centros barriales y hospitales y sacan conclusiones a partir de su labor cotidiana. Lo explicó Paula, médica generalista: "Pedimos por el aborto legal, seguro y grauito, por eso presentamos el proyecto de ley voluntario hasta las 14 semanas. Como profesionales estamos ante una disyuntiva porque el artículo 85 nos penaliza a las mujeres y el artículo 86 nos despenaliza por causales. Por eso es necesario que no seamos los médicos sino las mujeres que decidan sobre su cuerpo porque es un problema de salud pública; ellas mueren por abortos clandestinos, sobre todo las pobres", resumió.
A un costado, José Alberto, a sus 76 años, sostenía su convicción desde un enfoque más simple. "Cómo no amar a la mujer si crecí en su vientre, tengo hermanas y por ella tengo dos hijos y cinco nietos, y ahora otro amor en la vejez. Trato de ver las cosas distinto a los de mi generación. Intolerancia no, amar la paz, y libertad para todas ellas, que a las pobres no les quede el recurso de abortar con una aguja de tejer", dijo.
A pesar del anciano, hubo vestigios de la intolerancia que acecha. Alguien colgó en Oroño y Montevideo un pasacalle que decía: "Los niños por nacer son personas, y como tales tienen derecho a vivir". Dos inspectores municipales se apuraron a arrancar de cuajo esa provocación antes del paso de la columna. En Pellegrini y Corrientes voló un botellazo desde lo alto de un balcón hacia la multitud, y lastimó a una mujer. En Santa Fe al 1300 aguardaba una bandera: "No a la pena de muerte del niño por nacer".
La marcha desembocó en el Monumento. El documento final explicó tantos motivos para que ellas pararan. El techo de paritarias al 15 por ciento, la brecha salarial de género del 27 al 35%, las distintas formas del ajuste neoliberal, el consenso fiscal, y un sinfín de razones más. Pero adelante, el clamor fue terminar con los femicidios, con la violencia de género, la desigualdad y por el aborto legal, seguro y gratuito.