El dólar cerró ayer a 20,69 pesos, con una disminución de un centavo. La autoridad monetaria salió a vender 123 millones de dólares para frenar el avance de la divisa, que anteayer había anotado una cotización record de 20,70 pesos. En los últimos cuatro días la entidad a cargo de Federico Sturzenegger sacrificó más de 170 millones de dólares de las reservas internacionales con tres intervenciones, pero no fue exitoso para convencer al mercado que modere las presiones sobre el tipo de cambio. La cotización del dólar minorista avanzó 25 centavos desde mediados de la semana pasada.
El dólar mayorista, con el que operan los bancos, los importadores y los exportadores, se ubicó ayer en 20,39 pesos, con una baja de 4 centavos. En los últimos cinco días hábiles, no obstante, acumula un avance de 21 centavos. Las compras de divisas de los grandes inversores no se frenan y la expectativa de devaluación va en aumento. En el mercado de futuro se pactaron contratos a 22,12 pesos para mitad de año. Se operó el equivalente a 404 millones de dólares.
Las presiones cambiarias, pese a la merma de un centavo de la cotización minorista, fueron importantes. Se negoció un volumen de divisas 20 por ciento mayor respecto del miércoles por una cifra de 822 millones de dólares. Esto fue lo que obligó a la autoridad monetaria a poner más de 120 millones en un solo día para evitar que el tipo de cambio se siga acercando a los 21 pesos. Las reservas internacionales del Central finalizaron en 62.518 millones de dólares, con una baja de 92 millones.
Economistas del mercado aseguran que la distorsión de precios de los últimos meses, con un febrero de inflación elevada, le puso un límite a la intención inicial del Gobierno de dejar subir el dólar para intentar recuperar algo de competitividad cambiaria. “Da la sensación que no quieren que el dólar pase los 21 pesos”, indicó Rodolfo Santangelo, consultor e histórico socio de Carlos Melconian. Planteó que el equipo económico no la tiene fácil para evitar las subas. “Hay mucha demanda por turismo y atesoramiento de divisas del sector privado minorista, a lo que se suman los problemas con el dólar que ingresa por la soja debido a la sequía”, mencionó.
El viceministro de Hacienda, Sebastián Galiano, intentó ayer transmitir tranquilidad. Aseguró que “es natural que el dólar suba porque la cotización no tiene un precio fijo y fluctúa en el mercado”. Aseguró que en otros momentos las correcciones bruscas de la divisa se debían al elevado déficit fiscal financiado con pesos del Banco Central pero que ahora ese problema está bajo control. “El dólar en el pasado pegaba saltos bruscos y eso quedó en la memoria de la gente. Fue resultado de rojos presupuestarios grandes que se financiaban con la emisión de la autoridad monetaria. Nada de esto esta pasando actualmente”, indicó.
El argumento del funcionario resulta poco convincente para los inversores, consultores y hombres de negocios de la city que todas las semanas revisan al alza las expectativas de devaluación. El planteo que hacen es sencillo. El Central no le está dando pesos al sector público directamente sino que se los pasa a cambio de dólares. Pero el problema es que el Tesoro consigue esas divisas a través de deuda con acreedores internacionales que se deberá devolver más temprano que tarde.
En un país con 5 puntos de rojo fiscal y con otros 5 puntos de déficit de cuenta corriente, el desequilibrio comercial más importante de las últimas tres décadas y una fuga de divisas récord desde 2007 no parece muy sustentable esta estrategia de tomar deuda en forma ilimitada. Cuando el mercado deje de prestarle al país, el Central no tendrá otra alternativa que seguir emitiendo sin ningún respaldo y el dólar no podrá tener otro recorrido que no sea ascendente.