Barbosa, In Memorian

El remate cruzado del uruguayo Alcides Gighia no parecía inatajable para nadie y menos para Moacir Barbosa Nascimento, el notable arquero de la selección brasileña, pero la pelota envenenada rozó sus dedos y se metió. Gol. Uruguay campeón. Maracanazo consumado. “Llegué a tocarla y creí que se la había desviado al tiro de esquina, pero escuché el silencio del estadio y me tuve que armar de valor para mirar hacia atrás. Cuando me di cuenta que la pelota estaba dentro del arco, sentí de inmediato la mirada de todo el estadio sobre mí”, contó entre sollozos cuando le preguntaron en tono de interrogatorio policial al final del partido. 

Escribió Eduardo Galeano en 1993: “Pasaron los años y Barbosa nunca fue perdonado. Durante las eliminatorias para el Mundial de Estados Unidos, quiso dar aliento a los jugadores de la Selección Brasileña y fue a visitarlos a la concentración, pero las autoridades le prohibieron la entrada. Por entonces, vivía de favor en casa de una cuñada, sin más ingresos que una jubilación miserable”.

En Brasil, la pena mayor por un crimen es de treinta años de cárcel. “Hace muchos más años que yo pago por un crimen que no cometí”, declaró casi medio siglo más tarde el infortunado arquero. Siguió pagando hasta su muerte, en abril del 2000. A los 79 años, víctima de un derrame cerebral, falleció pobre, olvidado, humillado. En Praia Grande, donde entonces vivía, lo despidió un reducido grupo de personas. La prensa casi no registró el hecho. “Fue la segunda y definitiva muerte de Moacir Barbosa”, escribió el mexicano Juan Villoro.

El talentoso músico uruguayo Tabaré Cardozo le dedicó esta canción:

La noche esta de luto 
la fiesta terminó 
el mundo no comprende que pasó
con el campeón 

La calle esta desierta 
el sueño se perdió 
el llanto de un borracho es un botón 
de maldición 

Cuida los palos Barbosa 
del arco del Brasil 
la condena de Maracaná 
se paga hasta morir 

Un viejo vaga solo 
la gente sin piedad 
señala su fantasma sin edad 
por la ciudad 

Su sombra corta el pasto 
en el Maracaná 
retrasa la jugada en soledad 
mil veces mas 

Quema los palos Barbosa 
del arco del Brasil 
la condena del Maracaná 
se paga hasta morir