“La cumbia de la unidad
la bailan las trabajadoras
la derecha no la baila
porque es explotadora...”
La marea de mujeres en general y la columna de las representantes y militantes sindicales en particular, demostraron que la alegría no es contradictoria a la dureza del reclamo por las desigualdades y abusos que viven en el mundo laboral. Así, entre cánticos, bailes, risas, abrazos y besos repudiaron la política económica del gobierno de Cambiemos, la brecha salarial, la precarización laboral, los despidos tanto en el Estado como en sector privado y encima el trabajo no rentado que implica el cuidado de los hijos, su alimentación y educación. Todos esos reclamos y muchos más se unificaron detrás de una consigna: Mujeres trabajadoras contra el ajuste.
Poco después del mediodía comenzaron a llegar las diferentes representaciones de gremios que si bien están en la CGT se referencian en la Corriente Federal de los Trabajadores (CFT). También lo hicieron aquellas que militan en la CTA de los Trabajadores y la otra, la Autónoma. Y luego los movimientos sociales como la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y el Frente Milagro Sala, entre otros. Historias, orígenes e incluso realidades diferentes pero que, valga la paradoja, la desigualdad las igualas por el hecho de ser mujeres. Ojo, no son ni de cerca la rama femenina de los gremios sino fundamentalmente mujeres sindicalistas.
Estela Díaz, secretaria de Género de la CTA de los Trabajadores, lo sostiene y le agrega un detalle importante: “Mauricio Macri dice que quiere la igualdad entre hombres y mujeres. Es cierto pero nos quiere igualar a todos en pobreza, precarización y desempleo”. Estela es una de las coordinadoras de la columna sindical, la consultan, ordena y hasta pide calma ante la duda de algunas militantes que creen que las columnas de los partidos políticos no respetarán el orden acordado para el ingreso a la Plaza de los Dos Congresos. Poco a poco se ordena la columna delimitada por una soga que impide el ingreso de cualquiera y que sostienen militantes de los diferentes gremios que participan. Así se intercalan pecheras verdes de ATE Capital, negras del sindicato de Curtidores, violetas de la Asociación Bancaria. Un multicolor cuya efervescencia, como sostuvo Estela Díaz, ya rebalsa y promete ser mayor con el correr de las horas. No se equivocó.
En la primera fila, sosteniendo la larga pancarta, está Gabriela Reartes que llegó desde Salta como representante de la Asociación de Trabajadores Rurales y Estibadores. Antes que nada advierte que Uatre no las representa y que la Corriente Federal las reconoce como parte del movimiento obrero. “Nuestra lucha es visibilizar a la mujer trabajadora que en la tarea rural es la más discriminada, esclavizada y la peor pagada. En mi provincia los dueños de la tierra están en el gobierno y no podemos esperar su ayuda”, dice y agrega que su provincia “es muy machista y conservadora”. Gabriela trabaja en el tabaco donde el peor puesto es en los hornos secadores de la hoja. “Los vapores que emanan son tóxicos, las mujeres pierden sus dientes y envejecen prematuramente”, describe y a su alrededor se hace un silencio entre las que la escuchan.
Andrea Herrera es delegada de Atilra (lecheros), el gremio que el gobierno usó para flexibilizar el convenio colectivo. “Nuestro trabajo está limitado a una pocas tareas cuyo escalafón, aún el más alto, recibe un salario menor con respecto al de los hombres. Pero ahora, con el avance de la tecnología podemos asumir otras tareas que antes eran exclusivas para el varón. Es parte de nuestra lucha”, afirma. A unos metros está Vanesa Siley, titular del Sitraju (judiciales) y se muestra exultante por la cantidad de mujeres que se desplazan al son de consignas, carteles y batucadas. “El 8M ya forma parte de la agenda de lucha del campo popular y estamos forjando en este ámbito colectivo y democrático una unidad que nació con el ni una menos pero que ahora las centrales sindicales están levantando la bandera de las mujeres trabajadoras que son las primeras en sufrir la precarización y los despidos”.
Claudia Lazzaro es pura energía, habla, camina, ordena, canta a voz en cuello y sonríe. Es la secretaria de Género y Derechos Humanos del sindicato de Curtidores. Está pletórica de emoción por lo mágico de la marea de mujeres trabajadoras “que luchan todos los días contra el ajuste y que somos las que por segunda vez le hacemos un paro a Macri”. Es por eso que pronostica sin dudar que más temprano que tarde “la CGT será conducida por una mujer”, dice y la compacta columna comienza a llegar a la plaza.